Vivir En Pareja

sábado, 4 de julio de 2009
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Quiero reflexionar hoy sobre estas parejas que adoptan el estilo de convivir como “prueba”.

El porcentaje de parejas que conviven antes del matrimonio, aumentó del 10% en 1970 al 50% en 1996, y a partir de ahí aumentó un 20% más. ¿cuál es el argumento? Puede haber muchos. Yo voy a tomar uno: con tanto divorcio, lo más lógico es llegar realmente a conocerse plenamente con el otro y por eso creemos que es importante convivir para estar seguros de si será acertado o no casarnos en el futuro.
   
Se ha llegado a la comprobación, según estudios, que las parejas que no convivieron antes del matrimonio, tuvieron un mejor ajuste matrimonial luego de un año de casados que aquellas que sí lo han hecho. Es decir que están más aptas para el ajuste matrimonial convivencial las que no han convivido que las que sí lo han hecho.
Según otra investigación, la tasa de divorcio entre parejas que convivieron antes del matrimonio es de un 38% mayor entre las que han convivido que entre las que no lo han hecho.
Acá se abren preguntas: de ser esto real, de ser un fenómeno masivo, ¿por qué puede ser? Realmente ¿se puede probar durante un tiempo de convivencia, se le puede tomar “la temperatura” a esa pareja como para garantizar o asegurar más que si no se conviviera, la durabilidad, estabilidad, fidelidad y amor de esa pareja? ¿Se puede probar el amor a través de una convivencia de ese tipo? Realmente, esta prueba ¿aporta algo al amor de la pareja?

Hay dos fenómenos que me resultan curiosos:
– Por un lado, cuando se dice “casate, porque en cualquier momento pueden venir los hijos”, a través del casamiento están protegidos, más amparados por la ley, la ley puede intervenir para garantizar esta célula que es la familia, para garantizar derechos y establecer obligaciones que no nos viene nada mal, porque a veces solitos no nos basta. Entonces la respuesta es “yo no me voy a casar ‘por las dudas me llegue a pasar algo malo’, “yo no me voy a casar para tener un papel que me garantiza o que me ampara, porque eso es ser muy pesimista, es estar pensando en los posibles fracasos o en los posibles problemas que voy a tener. Estoy enamorado ¿cómo voy a estar pensando que si en el futuro me divorcio o me separo voy a quedar desamparado/a. Esta es una de las respuestas cuando se apela al matrimonio como una formalización que protege y ampara a esta célula bastante frágil que es la pareja.
Se dice habitualmente que la familia es la célula de la sociedad. Personalmente pienso que la célula es la pareja: si no hay pareja, la familia se desmembra

–    Por otro lado, cuando se dice “¿por qué no te casás? ¿por qué vivís en pareja antes del matrimonio?” La respuesta es “por las dudas la cosa no llegue a funcionar”.
Si es la desconfianza, si es el miedo a un compromiso total, ¿por qué en el primer caso juega en contra y en el segundo caso juega a favor? ¿Por qué no está bien hablar de posibles riesgos y la posibilidad de darle un marco legal a ese matrimonio es visto como algo pesimista y desconfiado, y en cambio la constitución misma de la pareja es vista como una prueba necesaria antes del matrimonio ‘por las dudas’
Me pregunto ¿puede emerger el amor profundo, verdadero, cuando de alguna manera el mensaje quizá no explícito pero sí implícito en la pareja convivencial sea “me quedo con vos hasta que encuentre algo mejor”, “me quedo con vos probando, a ver si sos la mejor opción”, pero mientras tanto, no dejo de contemplar que hay otras u otros.

En ese contexto, en ese marco, en esa atmósfera ¿es posible que salga lo mejor de cada uno? Es una pregunta importante que no se debe contestar a la ligera.

Una pregunta sería entonces: ¿es posible probar el amor verdadero? Otra pregunta ¿cuánto tiempo lleva probar el amor verdadero?. El pacto de vivir en pareja de alguna manera es un acuerdo en el que cualquiera de los dos tiene derecho  a terminar la relación en cualquier momento y por cualquier causa. Distinto es el caso del marco legal, y ni hablar del religioso.
Por eso pregunto ¿se puede probar el amor verdadero cuando cualquiera de los dos puede terminar la relación en cualquier  punto por cualquier causa? Hay parejas que están probando el amor verdadero, y cuando surge la crisis, justamente el momento de probar el amor verdadero, en lugar de poner todos los recursos y todas las armas para defender y crecer y madurar en el amor verdadero, se separan. Entonces claro: éste no era el amor verdadero, el amor de mi vida.
Pero resulta que después se emparejan con otro/a. Justamente cuando están ante una situación de riesgo, de maduración, de crecimiento, “de parto”: llega la hora de nacer y atravesar una situación de crecimiento que siempre son dolorosas…no, este no es el amor verdadero.
Entonces: ¿no es el amor verdadero? ¿o le estoy huyendo a cada una de las transformaciones necesarias para dar a luz el amor verdadero?
Es por eso que muchas parejas parecen funcionar bien mientras duran, pero el lazo, el cinturón que el matrimonio supone para la vida de la pareja, es lo que justamente produce el marco necesario para que el amor madure.

Les cuento una leyenda india que tiene que ver con esto
“Había una batalla muy importante y de ella dependía la independencia o no de un gran territorio. Se supone que tenían que ganar sí o sí. Para eso era necesario trepar el “fuerte del león”, un fuerte muy importante y peligroso. Tan ágil que era el general, decidió utilizar todos los recursos para poder trepar el fuerte. Un lagarto gigante que podía aguantar el peso de un niño. El lagarto subió por el fuerte con un niño  que ató una cuerda al tope del fuerte, y por esa cuerda comenzaron a subir todos los soldados que supuestamente iban a pelear de noche una batalla. Cuando terminó de subir el último de los soldados, cortó la cuerda por la que habían subido. Es decir: no había posibilidad de escapatoria. Quedaba un solo camino: la victoria, seguir adelante, lanzarse al combate y enfrentarse con los hombres que estaban allí en el fuerte o morir. No había retirada. Lo que sí había, era un valor inusitado: un valor que solo sale cuando se sabe que hay una sola alternativa. Ese valor fue el que ganó la batalla.”

¿No es esta una actitud genuina ante la vida, por lo menos ante determinadas circunstancias? ¿No es esta la forma de ganar las batallas de la vida: ayudándonos mutuamente a ‘no pensar en huir’, a cortar la cuerda que pueda significar una posibilidad de escape? Me hago cargo de que estas palabras pueden ser sumamente riesgosas en algunas circunstancias. No son aplicables a todas las circunstancias de la vida: hay quienes en la batalla mueren, y mueren de verdad (por ejemplo en los casos de violencia familiar: no se trata de quedarse para seguir recibiendo golpes: no es esta la idea). Vuelvo a la situación de la prueba del amor verdadero. Hay situaciones que solo emergen cuando uno decide poner toda la carne al asador. Las cosas a medias tintas no terminan de dar fruto, no terminan de encajar. Si tenemos que hacer algo en las cosas importantes de la vida, debemos estar dispuestos a pagar el precio. De lo contrario, nunca vamos a terminar de hacer esa tarea. Las cosas importantes de la vida tienen alto precio, y si no estamos dispuestos a pagar ese precio no vamos a obtener la conquista, la victoria, el premio o los frutos que estamos buscando.
Lamentablemente, socialmente estamos adiestrados para aspirar a desear la felicidad fácil, cómoda. Pero en esta o en otras circunstancias, la vida nos va a proponer luchar hasta el final, cortar la soga.

Una niña va con su mamá a la juguetería a comprar una muñeca. Encuentra dos que le fascinan. Las agarra a las dos y encara hacia la mamá totalmente segura que la mamá se las compraría. La mamá le dice: ‘no te voy a comprar las dos, solo una’ –pero yo quiero las dos! –pero tienes que elegir una. –pero es que me gustan las dos, las dos me son necesarias. –pero tenés que elegir una, La niña enojada vuelve hacia el estante donde estaban las muñecas, deja las dos, agarra la mano de su mamá y le dice: -entonces no quiero ninguna. La mamá responde: -como vos quieras, pero ¿no te parece que es mejor tener una?. La niña: -No., Si no tengo las dos, no quiero ninguna.
La madre, se mantuvo firme en su posición, tomó la mano de la niña y se fuel Al llegar a la esquina, la niña dijo: -mami, pensándolo bien, mejor una. Volvamos a la juguetería, voy a tratar de elegir entre la rubia y la morocha. Volvieron a la juguetería, la niña agarró una muñeca, y antes de pagar vuelve corriendo al estante donde estaba la otra muñeca, le da un beso, se despide y vuelve contenta con su mamá.”

En estos tiempos que corren, la sociedad no es como esta madre, que se mantiene firme y dice: “vas a tener que elegir una”. No asumimos el dolor de la elección, que cuando hay algo que se mantiene firme y sostiene la necesidad de una opción, porque no se puede todo en la vida y porque hay caminos que son alternativos –o vas hacia el sur , o vas hacia el norte-, no siempre contamos con ese adulto que nos ayuda con su firmeza que nos ayuda con su firmeza a elegir. Y elegir implica renunciar. Y renunciar implica atravesar un dolor, que una vez atravesado –como la niña-, nos quedamos tranquilos. Y en esa paz, en esa tranquilidad que da el saber que en este camino nunca mas será para mí, que esta alternativa la he dejado para siempre, que he cerrado detrás de mi definitivamente una puerta, que la cuerda para escapar se ha cortado, que solo me queda seguir adelante, la tranquilidad, la paz que da una opción que se cancela definitivamente, una ambigüedad, una distorsión, un continuo pensar cuál es el camino que tengo que elegir, consume enormes cantidades de energía. Toda esa serenidad que está en mi –la que esta niña sintió cuando se decidió, le dio el beso a la muñeca y se despidió de ella , le posibilitó disfrutar de la que tenía-, abre la atmósfera, el clima y los recursos necesarios para que crezca el amor.

NO PRETENDO
No pretendo ser la gota que derrama tu silencio
Ni pretendo ser la nota que se escapa en tu lamento
No pretendo ser la huella que se deja en tu camino
Ni pretendo ser aquella que se cruza en tu destino

Sólo quiero descubrirme tras la luz de tu sonrisa
Ser el bálsamo que alivia tus tristezas en la vida
Sólo quiero ser la calma que se escurre en tu desvelo
Ser el sueño en que descansa la razón de tus anhelos

Simplemente es el amor cuando ha roto sus cadenas
Para darte el corazón No pretendo ser tu dueña

No pretendo ser la llama donde enciendes tus pasiones
Ni pretendo ser la espada que atraviese tus errores
No pretendo ser el aire que respiras en la noche
Ni pretendo ser la carne que destila tus derroches

Sólo quiero ser la mano que se tiende en el quebranto
Ser un poco ese remanso donde muere el desengaño
Sólo quiero ser la estrella que se engarza en tu mirada
La caricia que se entrega sin razón y sin palabras

Simplemente es el amor Que ha encontrado su camino
Para darte mi ilusión No pretendo hacerte mio
Simplemente es el amor cuando ha roto sus cadenas
Para darte el corazón No pretendo ser tu dueña

Sólo quiero ser la mano que se tiende en el quebranto
Ser un poco ese remanso donde muere el desengaño
Sólo quiero ser la estrella que se engarza en tu mirada
La caricia que se entrega sin razón y sin palabras

Simplemente es el amor… Gloria Estefan

    Hay cosas que en la vida son “ON” u “OF”, igual que los aparatos: encendido o apagado. Creo que esta, la de la pareja,  es una de ellas. Pero tal vez es aplicable y sirve para otros aspectos de la vida.
    ¡Cuánto mal ha hecho el romanticismo de Hollywood! Este imaginarse el matrimonio como un sentimiento en estado puro, en estado pasional!…¡qué daño ha hecho toda esta sensiblería y sentimentalismo aplicado al matrimonio, sobre todo en chicos jóvenes! Porque le ha agregado al matrimonio, que ya tiene de por sí bastantes exigencias,  una exigencia más. No hay modo de “tantear” el amor. Es totalmente comprensible cuando uno ve tantos matrimonios mal habidos o tantos divorcios, o matrimonios que solo ‘duran’ –lo cual no es poco-.
Con ese parámetro ultra-exigente: …SER “DIEZ”  en todos los aspectos,  muchas veces medimos a los matrimonios que conocemos, y decimos “no, yo esto no quiero, esto no quiero, esto tampoco…” y a la hora de comprometerse afectivamente, emocionalmente con alguien, no quiero el compromiso social…quiero probar…
    Y yo vuelvo a hacer esta pregunta: ¿Hay un modo de tantear esta realidad?
    Supongamos que digo: quiero probar a ver cómo van nuestras personalidades. Seamos realistas: sabemos que hay una personalidad más dominante que la otra generalmente, una que influye más, que es más activa, mas extrovertida…
Supongamos que esto que en principio es un atractivo, personas que se ven atraídas porque ven en el otro aquello que no tienen  o aquello que creen no tener, o aquello que les complementa. La complementariedad es el elemento atractivo: ella es miedosa, el es seguro, el es sociable y ella tímida. Esa complementariedad genera atracción, y por eso se van a vivir juntos para ver cómo funciona esto. Y va a funcionar de maravilla durante los primeros tiempos, hasta que acaba la proyección puesta en el otro de esa idealización de lo que yo no tengo. Cuando se acaba la película, cuando se acaba la proyección, comienza la posibilidad de trabajar nuestros propios aspectos, nuestra propia personalidad, nuestro carácter. Es la hora decisiva, es la hora crucial donde comienza la causa por la cual estamos juntos: cuando comienza a estrecharse el camino y comienza el verdadero sendero de subida al monte, y es ahí cuando nos separamos: “…no es lo que yo quería…no es lo que yo pensaba…” ¡Menos mal que no es lo que pensabas, lo que imaginabas! Porque estás comenzando a transitar el camino de la realidad, y esta es la hora del amor que hace crecer, es la hora de la prueba. Y esto no se puede tantear antes. El amor no se sirve por porciones. Igual que la fe. El compromiso nunca es seguro. Siempre presenta riesgos. Son justamente esos riesgos los que hay que animarse a correr, y cuando uno no está decidido a correr esos riesgos, de clavado la pareja fracasa, porque el amor es correr riesgos.
No hay cantidad de vida en pareja posible que alcance para medir la capacidad que tenemos de comprometernos con otra persona. Nunca es suficiente. Encima que la vida es bastante corta ¿cuántos años creés que es necesario probar o estar juntos para ver si es posible o no comprometernos plenamente? ¿cuánto tiempo es necesario para probar el amor?
Mientras yo siga diciendo ‘me quedo contigo hasta que la cosa no funcione más’ ¿estoy probando la totalidad de mis recursos y los del otro?

   
ESOS QUE DICEN AMARSE Marilina Ross
Es muy fácil decirlo. Es muy fácil fingirlo.
Es muy fácil hallar las palabras que el otro quisiera escuchar.
Y es muy fácil sentir que se ama confundiendo amor con propiedad
y en incómodas cuotas se paga el derecho a quitarle a otro su libertad.

También puede irrumpir en tu vida un amor que te enceguecerá
y esa mágica alquimia no deja que veas al otro como es de verdad.
Le pondrás los colores que faltan los que están no los querrás mirar
y es muy fácil que un día te encuentres volviendo a empezar.

Ay, amor tan ignorado. Ay, amor tan maltratado.
Cuantos son los que se aman y cuantos que dicen amarse.
Ay, amor indispensable. Ay, amor indescifrable.
Tan imprescindible como el aire como el aire como el aire.

Ay, amor… Ay, amor… Cuantos son los que se aman y cuantos que dicen amarse
Ay, amor indispensable. Ay, amor indescifrable. Tan imprescindible como el aire como el aire.
Nos pasamos años enteros, a veces toda la vida, regateando con las cosas a ver si nos vamos a entregar en todo o no a ellas, y en el caso del amor, creo que estos regateos tienen un alto costo. ¿Sabés cual es el costo? No sé si es la interrupción de la vida de pareja. Creo que el alto costo es no alcanzar nunca el premio. Porque regatear es retrasar también. Regatear con el tiempo es retrasarse: hoy no, quizá mañana –decía San Agustín-: dame la castidad, Señor, pero no por ahora. Mañana empiezo (como en la dieta). “Haceme puro, haceme santo… enderezá mis caminos, redimime la vida, concedeme esta gracia Señor….pero ahora no…mejor mañana…dejame disfrutar un poquito más de todo lo contrario.””camibame Señor, pero esperá un poco” “quiero amar del todo, pero esperá un poquito. Vamos a ver si es posible, ahora tengo muchas cosas en las que pensar, o tengo muchos bienes, y no voy a entregártelos a todos. Voy a ir de a poco, voy a ir probando. Soy joven, tengo toda la vida por delante. Soy joven, quiero amarte con toda el alma, pero esperá un poquito, a ver si lográs convencerme de que sos la persona indicada, de que sos la persona ideal. Quiero ser todo tuyo, pero mañana…

En ese regateo corremos el riesgo de que el amor se muera en la sala de espera. Y es también la tragedia de muchas almas. Porque lo que se presumía era la sala de espera, termina siendo la sala existencial: la sala de espera está llena de gente que sencillamente están allí, viven allí, permanecen allí, y mueren tristemente allí. Esta lleno de chicos jóvenes que se han vuelto viejos en la sala de espera. Tienen la impresión de que ya han hecho algo, que ya han comenzado el viaje. Y piensan que no es cuestión de concluirlo, tienen todo el tiempo por delante, ya están decididos a ir a alguna parte, pero…momentito… no voy a sacar el boleto, porque éste boleto no tiene pasaje de vuelta…así que…me quedo en el andén, y de paso, le consulto a la gente que vuelve o a la que va, cómo es el lugar. Trenes que van y vienen, todo el ruido, toda la gente que se mueve en el lugar, y todo lo que implica el tiempo y el lugar de la partida…pero yo me quedo acá, en la sala de espera. Yo soy ese huésped anónimo que se ahorra la perplejidad de la llegada, la perplejidad de un viaje que tal vez no tiene retorno.
Caminar es fácil porque es temporal, es transitorio, es movido y entretenido. Mientras caminamos no pensamos, no nos preocupamos, vamos, venimos, pero llegar…implica una decisión… y eso es molesto: hemos llegado, ¿y ahora qué hacemos? Y ahora no queda otra que seguir creciendo.
Si seguimos caminando de un lado para otro, no tenemos que tomar decisiones. Esto no es, por supuesto, el caminar físico del vagabundeo, sino el caminar moral, mental, esto que representa la actividad constante, la prisa, el trabajo sin fin, las ocupaciones que se suceden unas a otras sin parar, y esto nos protege del “peligro de elegir” del “peligro de pensar” hablando irónicamente, del “riesgo de tomar decisiones”. Y sigo trabajando todo el tiempo y todo el día, y sigo sin entregar ese mi tiempo que es en definitiva el mas alto costo que tenemos para ofrecerle al otro, es mi tiempo el mas alto precio para comprar la felicidad. Y vamos a un lado y a otro siempre con la posibilidad de dar la vuelta, con la posibilidad de volver a empezar, Y así seguimos dando vueltas y más vueltas, y no hay nada ni nadie que nos diga “las dos muñecas no, solo una”. ¡Y qué necesidad tenemos de que alguien nos diga eso: “vas a tener que elegir, y si no elegís, te quedas sin nada”! ¡qué necesidad tiene este mundo de que alguien le ponga ese refuerzo a la pereza de nuestra voluntad, y nos exija ese esfuerzo mayor, el que nace de las entrañas, de los huesos, el que sale de la esencia misma de la vida. El que sale solo cuando se han cortado todas las sogas.

Que es lo que sueñas tu que mueve tu interior
que te llevo a la cruz como es tu corazón
por que dejaste el cielo cuando es tu pasión
quiero entender y conocer tu corazón
Y al conocer tu corazón mi mundo se hace pequeño
se desbaratan mis sueños y al descubrir tu gran amor
cobra sentido mi vida todo problema se olvida…
Mirar con tu mirada es el deseo en mi
sentir tu corazón dentro de mi latir
vivir por tus anhelos y por tu sentir
es como quiero cada día yo vivir…
Que es lo que sueñas tu que mueve tu interior…Jesús Adrian Romero

TU CONOCES MIS SUEÑOS Paulina Aguirre

A dónde iré sin Ti Señor si Tú guias mis pasos
antes que fuera a nacer conocías mis años
Tus ojos ya me veían cuando aún no existía
mi corazón va confiado pues solo en tu abrazo
me alegro cada día

Tú conoces mis sueños y mi corazón, Tú conoces que pienso sabes donde voy
sin Ti nada deseo solo tuya soy porque estás a mi lado
Tú me has levantado En mi está tu mano

Nada me quita el valor cada cruz Tú pagaste
llevaste mi aflicción para hoy levantarme
Estoy maravillado de tus obras formidable son tus obras
hermoso Dios son sus pensamientos. solo Tu, llenas Tu Señor

HACIENDO CAMINO Ricardo Montaner
Yo reconozco que las cosas me han cambiado hace algún tiempo.
Hoy vendo cara mi sonrisa, tengo sueños a montón.
Hoy me detengo más en un momento y trato de vivir profundo lo que siento.
Hoy no me madrugo en decisiones y me va mejor.

Yo encuentro sueños enterrados y no cobro recompensa.
Hoy me preocupo por ganar algunos puntos a favor.
Hoy me conmuevo más con un detalle simple
y en lo cotidiano pongo el corazón.

Si el día de hoy he estado mal el de mañana no.
Haciendo camino, verás que no estás nunca solo.
Haciendo camino, sentirás que te acercas un poco al cielo,
y escucharás de nuevo latir tu corazón, y encontrarás amor, verás.

Veo mi dibujo en la pared si el sol me empuja por la espalda,
veo que mi sombra, más aprisa, llega al sitio antes que yo.
No intento apresurarme,
camino despacio porque el sol de tarde me encandilará,
verás mi sombra más cansada caminando atrás, verás…

El amor no es una porción: es la torta entera, es decir, la vida toda.
Hay también un déficit muy grande en la consideración de la vida: un sentimiento de mucha omnipotencia, porque como toda la sociedad se ha configurado al modelo adolescente, y una característica de “lo adolescente” o de la juventud es justamente el sentimiento de omnipotencia, el pensar que se lo va a poder todo, junto con eso está la sensación como flotando en el aire, de que vivimos eternamente, y en realidad la vida es corta. 4 o 5 años para probar con uno, 4 o 5 años para probar con otro….y ya después quizá se pasa la etapa más fecunda de la vida en posibilidades de armar pareja, de establecer un proyecto, en posibilidades de procreación. Este “tantear” tiene que ver también con la concepción de la vida ¿Tenemos realmente tanto tiempo para probar y medir tanto? ¿No pasa el tiempo más rápido de lo que uno cree? ¿No será que es necesario invertirlo definitivamente cuando nos llega la primavera de la vida en la parcela que hemos elegido para invertirlo, y sembrar allí todas nuestras semillas? Porque si las guardo “por las dudas” para otra parcela, es posible que me agarre el invierno…

Participan los oyentes
–    Un sacerdote nos decía hace poco que “el matrimonio por iglesia es querer poner a Dios en medio de los dos como unión”. Quiero decir por mi experiencia, que no tengan miedo al matrimonio, que el amor de Dios nos hace fuertes y nos regala ese día un montón de gracias y dones para poder afrontar. Lo único que tenemos que hacer es estar atentos para descubrirlos y recibirlos.

–    El tiempo para probar no existe cuando se trata del amor dentro del matrimonio o la pareja. Ambas tienen sus crisis y depende del amor que tengan el uno por el otro saldrán adelante o no.

GL: Yo digo: qué sabia es la Iglesia en esto!: pone prudencia-por no decir desconfianza- en la naturaleza humana donde la debe poner, y pone confianza donde la debe poner. La Iglesia, maestra en humanidad y conoce la naturaleza humana, pone prudencia cuando llega la hora de la crisis y la desaveniencia,: “si la puerta no está cerrada con llave te vas a escapar”, -nos dice-. Tendemos a lo más cómodo, a lo más rápido, a lo más sencillo. Necesitamos de alguna manera el cinturón, el cerco del compromiso para llevarnos de alguna manera por el sendero estrecho del cambio, del aprendizaje, y no fugarnos. Creo que el Magisterio de la iglesia es un magisterio muy valioso. El cerco del compromiso es un reaseguro para el amor: cierro la puerta con llave y le entrego la llave a Dios, porque si la tengo en el bolsillo, a la primera de cambio, voy a usar la llave. Hay que poner cierta dosis de desconfianza en nuestra naturaleza egoísta, pero al mismo tiempo, poner una gran dosis de confianza en Dios. Y esta es la esencia del matrimonio cristiano. La Iglesia cree en un compromiso definitivo, independientemente de que fracase o no, porque cree en Dios. Así como el amor no se recibe en porciones, la fe no se vive a medias. O apostamos o no apostamos. Hay instancias en la vida en que es o “encendido” o “apagado”. No se puede servir a dos señores. Escogemos y decidimos. Un proverbio indio lo dice “Dos espadas no caben en una vaina”. Amar , y por las dudas, no comprometerse. Escojamos el arma y luchemos con ella. Escojamos el camino del amor, y sirvámosle fielmente. No retrasemos, no esperemos, desterremos medias tintas, decidámonos a hacer las cosas de lleno, sobre todo las cosas que tienen que ver con Dios.

–    Hace 5 años me divorcié después de muchos años de matrimonio. Estoy sola y triste.

GL: Lo entiendo. La soledad es una experiencia dolorosa, pero aquí nuevamente hay distintos caminos. Si elegís la soledad como camino, que es una opción, ya que las circunstancias no te permiten otra opción, uno puede apropiarse de ella (a veces uno no la eligen pero las circunstancias se la imponen) Una vez que estoy en esa instancia porque no tengo otra alternativa, o si la tengo no la quiero considerar, una vez que la realidad me pone en ese lugar, puedo caminar el camino o quedarme empacada en la encrucijada de los caminos. La vida nos pone en esta encrucijada de elegir permanentemente. Y no hay forma de vivirla –porque la vida es tiempo, y el tiempo es devenir, es paso, y estar en la sala de espera no da fruto-. Lo que puedo hacer es abrazar la soledad e ir encontrándole la vuelta para que esa soledad sea fructífera. Conozco hombres y mujeres divorciados que viven con tanta plenitud la soledad, que muchas veces son envidiados por otros que están viviendo “mal casados” o que viven una vida vincular pobre o reducida, porque han logrado escarbar en la profundidad de sus almas y encontrar allí toda la riqueza nutricia con que el Espíritu Santo alienta y alimenta los corazones, y han podido enfrentar la soledad con mucha dignidad, plenitud,  y hasta diría, con alegría. Ojalá sea la tuya.
Gabriela Lasanta