24/05/2017 – “Hacer duelo implica reconocer y aceptar las heridas. Es un proceso en el que tenemos que ser muy activos. Por eso empleamos la palabra elaborar, que quiere decir trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestras heridas”, dijo el Padre Mateo Bautista, máster en Pastoral de la Salud y Licenciado en Teología Moral y Espiritual.
El especialista participa todos los lunes en el programa “Hoy puede ser” donde está desarrollando el tema del duelo desde el personaje bíblico de Zaqueo, en el Evangelio de Lucas 19, 1-10. “Con Zaqueo estamos ante un ejemplo bíblico de cómo Jesús acompaña los duelos de las personas. El Evangelio de San Lucas muestra que Jesús ha ido a buscar lo que estaba perdido. Jesús viene a sanar nuestras heridas, a coadyuvar con el proceso de duelo”. En este sentido, el sacerdote camilo sostuvo que “no tenemos que trabajar solos sobre nuestras heridas. Dios está con nosotros y nos ayuda descubrir el poder sanador que hay que cada uno”.
Es importante descubrir que el encuentro entre Jesús y Zaqueo se da en la ciudad de Jericó, donde se derrumban las murallas. “En el encuentro con Jesús, se caen las murallas de Zaqueo, se caen sus mecanismos de defensa. Nuestros mecanismos de defensa que son una falsa protección. Hay que aceptar las heridas, saberlas ver, reconocerlas”, expresó el Padre.
Por otro lado, el padre Mateo explicó que los duelos afectan la biología, la biografía y la biofília de las personas. En la biología se puede ver que el duelo está relacionado con la corporeidad, las enfermedades, todo lo que tiene que ver con lo físico. Además, el duelo provoca una herida en nuestra biografía. “Las heridas tienen un tiempo y un tamaño. Por eso, tenemos que hacernos dueños de nuestras heridas. O yo domino al sufrimiento o el sufrimiento me domina. Ojo con dejar al tiempo las heridas. El el tiempo no cura nada. Si no actuamos la herida crece, se hace mas grande, se deteriora”, afirmó el especialista. Por último, la biofilia es el gusto por la vida y un duelo es una espada que hace un tajo profundo en las ganas de vivir.
Muchas personas viven un gran sufrimiento, crónico y permanente. Sin embargo, el sacerdote destacó que no sufrimos solos sino que nuestro dolor también afecta a los que están con nosotros. “Los duelos son muy personales pero no individuales. Si usted no está bien, sus relaciones no estarán bien. Si no trabajamos con nuestras heridas terminamos ahogados en el dolor”.
Para finalizar, el padre Mateo manifestó que “el sufrimiento ocupa un lugar terapéutico en nuestras vidas, incluso es muy necesario. No me puedo quedar en la herida; Dios no me ha hecho para la ruina, yo soy más que mi sufrimiento. Al duelo hay que sacarle resultado”.
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