Desde Buenos Aires al corazón de Mozambique

lunes, 26 de junio de 2017
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26/06/2017 – Mangundze se encuentra a más de 8.500 kilómetros de Buenos Aires, en el corazón de Mozambique. Allí, el  padre Juan Gabriel Arias, llevó su experiencia parroquial, con el objetivo de ayudar a las comunidades en temas de salud y educación. El padre viajó varias veces a Mozambique hasta que decidió dejar la parroquia que tenía en Buenos Aires e instalarse definitivamente en el continente africano.

El padre Juan Gabriel Arias, en diálogo con Radio María Argentina, relató que uno de los momentos que más le quedó grabado fue en una de sus vueltas a Buenos Aires. En ese momento, en su primer año en Mozambique, debió regresar a la Argentina por un mes, a pedido del Papa Francisco y se enteró de la muerte de una joven a causa de la malaria ya que no hubo alguien que la pudiera llevar al hospital.”Me puse mal porque sabia que si yo hubiera estado, esa persona no se moría” expresó el padre y agregó: “mucha gente se muere por malaria no porque no tenga cura, sino porque no tiene acceso a los medicamentos”. El padre contó que la experiencia lo angustió tanto al punto de recriminarles a los padres de la fallecida, el motivo por el cual no acudieron al cura que se encontraba en el lugar. La respuesta de la madre fue que el sacerdote no tenía la actitud para pedirles cosas; “es una responsabilidad muy grande, si uno no tiene actitud de apertura al corazón, el pobre no se acerca a pedirte” manifestó el padre Juan.

Con respecto a la situación en Mozambique, el padre expresó: “yo veo mucha miseria y pobreza y tengo posibilidad de ayudar a la gente, si no lo hago siento que estoy pecando”. Entre las tareas que realiza el sacerdote es aportar ayuda en los hospitales, llevar los enfermos a que los atiendan y formar a las comunidades para que puedan profesar y misionar.

La misión a través de la acción

Con respecto a la misión entre las comunidades de Mozambique, el padre sostuvo que no espera formar a las personas para que luego salgan a misionar, para él aprenden mediante  la acción, en la medida en que trabajan, misionan y anuncian el evangelio: “a las comunidades hay que brindarles este espíritu y las que están más avanzadas ayudan a las que están más atrás a caminar y así van creciendo juntas”. En las 42 comunidades, donde el 98% no tienen misa todos los domingos, el sacerdote celebra tres misas los sábados y domingos pero no llega a todas las comunidades. De manera que éstas hacen celebración de la palabra los domingos, leen las lecturas, cantan las oraciones, lo que les permite tener celebración sin la presencia de un sacerdote, a través de la ayuda recíproca para dar catequesis. “Oración y contemplación no pueden separarse” aseguró el padre y agregó “una comunidad que está viva es aquella que trabaja, tiene catequesis, se preocupa por los demás y que tiene vida exterior”.

Ayudar a los demás

“A veces tenemos imágenes nuestras de personas de mucha fe pero debemos ver lo que los demás nos devuelve de nuestra imagen” remarcó el sacerdote Juan y advirtió que es necesario que cada uno se haga un examen de conciencia de su vida espiritual a través de la relación con los demás : “si estoy verdaderamente unido a Dios, estoy unido a todos”.