El desafío de amar siempre

sábado, 3 de octubre de 2009
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Palabra de Vida                                          Octubre 2009

 

El desafío de amar siempre

 

 

“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”

 (Lc.. 21, 19)1

 

 

[] “Constancia”. Ésta la traducción de la palabra original griega, que es rica en contenido. Incluye también paciencia, perseverancia, resistencia, confianza.

La constancia es necesaria e indispensable cuando sufrimos, cuando somos tentados, cuando somos proclives a desanimarnos, cuando somos atraídos por las seducciones del mundo, cuando somos perseguidos.

Pienso que tú también te has encontrado, al menos, en una de estas circunstancias y has experimentado que, sin constancia, podrías haber sucumbido. A veces quizás has cedido. Ahora tal vez, justamente en este momento, te encuentras inmerso en alguna de estas dolorosas situaciones.

 

Y bien, ¿qué hacer? Recomienza y… persevera. De otro modo, no puedes llamarte “cristiano”. Lo sabes: quien quiere seguir a Cristo tiene que tomar cada día su cruz, debe amar, al menos con la voluntad, el dolor. La vocación cristiana es una vocación a la constancia. Pablo, el Apóstol, muestra a la comunidad su perseverancia como signo de autenticidad cristiana. Y no duda en ubicarla en el plano de los milagros. Si además se ama la cruz y se persevera, se podrá seguir a Cristo que está en el cielo y, por lo tanto, salvarse.

 

“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

 

Se pueden distinguir dos categorías de personas: las que sienten la invitación a ser verdaderos cristianos, pero esta invitación cae en sus almas como la semilla sobre el pedregullo. Mucho entusiasmo, como fuego de paja, y después no queda nada.

 

Las segundas, en cambio, reciben la invitación, como un buen terreno recibe la semilla. Y la vida cristiana germina, crece, supera dificultades, resiste a las tormentas. Éstas tienen constancia y… “gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

 

Naturalmente, si quieres perseverar no te bastará apoyarte sólo en tus fuerzas. Te hará falta la ayuda de Dios. Pablo llama a Dios: “El Dios de la constancia”2. Es a Él, entonces, que tienes que pedirla y Él te la dará. Porque si eres cristiano no te puede bastar el haber sido bautizado o alguna esporádica práctica de culto y de caridad. Te hará falta crecer como cristiano. Y todo crecimiento, en campo espiritual, no puede acontecer si no en medio de las pruebas, los dolores, los obstáculos, las batallas.

 

Hay quien sabe ser constante de verdad: es el que ama. El amor no ve obstáculos, no ve dificultades, no ve sacrificios. Y la constancia es el amor probado.

[]

María es la mujer de la constancia. Pide a Dios que te encienda en el corazón el amor por Él; y la constancia, en todas las dificultades de la vida, te llegará como consecuencia, y con ésta habrás salvado tu alma.

 

“Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

 

Pero hay más. La constancia es contagiosa. Quien es constante da ánimo también a los demás para seguir hasta el final.

[]

 

Apuntemos alto. Tenemos una vida sola y es también breve. Apretemos los dientes día tras día, afrontemos una dificultad tras de la otra para seguir a Cristo… y salvaremos nuestras almas.

 

Chiara Lubich

 

 

Publicación mensual del Movimiento de los Focolares

 

1. Este texto fue publicado en junio de 1979.

2. Carta de Pablo a los Romanos, 15, 5.