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Decir “si” a Dios como lo hizo María
miércoles, 29 de noviembre de 2006
Se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá grandes terremotos y en diversos lugares hambre, pestes, cosas espantosas y grandes señales en el cielo, pero antes de todo eso los detendrán, los perseguirán, los arrastraran a las sinagogas y a las cárceles y los harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre. Esto será ocasión para que den testimonio. Hagan el propósito de no preocuparse por su defensa por que yo les daré un lenguaje y una sabiduría a lo que no podrá resistir ni contradecir ninguno de sus adversarios. Serán entregados incluso por sus padres, hermanos, parientes y amigos y a alguno de ustedes los matarán. Todos los odiarán por mi causa pero ni un cabello de su cabeza se perderá. Si perseveran se salvarán.
Marcos 13, 8 – 13
Y hablando de no tener miedo a las grandes palabras como dice Anselm Grun aquí estamos frente a una gran palabra como es en realidad todo momento de la vida del hombre con una gran Palabra. El Padre Dios siempre dijo palabras importantes. La primer Palabra la dijo hacia adentro: es su propio Verbo, es Jesús para nosotros.
Es el Hijo eterno del Padre que en comunión con el Espíritu hacen esa familia que da razón, existencia y destino, que da crecimiento, sostenimiento y búsqueda a toda existencia, especialmente a la nuestra, la del ser humano. Después abrió su corazón y en esa Palabra quiso decir la creación el Padre. Y la dijo de éste modo tan variado, tan rico, y la dijo de tal manera que la contempló para gozarse de ella y contemplándola y gozándose de ella dijo:
esto es muy bueno
.
Y Dios gozó contemplando la creación. Pero tuvo un gozo especial cuando proyectó su propio Verbo en la creación del hombre porque dijo: la libertad va a ser rebelde, el hombre me va a querer dar la espalda y se va a autodestruir, pero yo no quiero que se pierda porque lo hice bueno y quiero que nunca pierda esa aspiración a lo bueno. Por eso cuando creó al hombre, lo creó como El.
Nos hizo a su imagen y semejanza, nos dio un corazón. Este corazón que hoy siente, sufre, goza, éste corazón que tiene proyectos, que tiene ganas de servir, que se enoja, que se pone duro como la piedra. Este es el corazón hecho por Dios con tanto cariño y respeto, con un sueño muy grande: Dios soñó con mi persona.
Que maravilla, me gozo pensar en esto, sacado de la revelación, pasado por mi mente y mi corazón, por la oración. El Señor me eligió, me predestinó, dirá Pablo. Desde siempre pensó en el hombre, soñó en el hombre y quiso la existencia del hombre y la quiso tanto que lo quiso a su hijo y quiso para su propio hijo natural esa condición de hombre. Por eso Jesús caminó los caminos de la Palestina, de la Judea, de la Samaria. Por eso Jesús habló con todas aquellas lenguas ,se conectó con todos aquellos corazones y lo sigue haciendo.
Con todos sus sentimientos y esas maneras aparentemente tan diferente de concebir la vida, de buscar la felicidad, de relacionarse, de lograr sus propósitos. Es todo ese hombre tan variado, tan rico fue hecho por Dios. Ciertamente nos agobia la experiencia del pecado. Heridos en lo más neurálgico de nuestra existencia, en nuestro ser íntimo, heridos por la soberbia y seducidos para ser heridos, seducidos por el maligno. Nuestra experiencia de vida como hombres se desarrolla en una búsqueda llena de insatisfacciones y no podemos llegar a Dios sin Dios, por eso Dios ha venido a nuestro encuentro.
Pero cuando Dios pensó en el corazón del hombre, en la existencia del hombre y pensó que su propio hijo, el Verbo, también fuera un hombre de verdad, y pensó una madre con un corazón. Ahí esta María ésta obra de arte, de la gracia, de la providencia del Padre, preservada del pecado, limpia para que haya más humanidad, pura y abierta a la escucha, siempre con un si guardado, pronto ese si. La capacidad de bien y de apertura a Dios y a la humanidad. María fue pensada para que haya un hombre nuevo, para que nuevamente haya una nueva creación, para que el Padre vuelva a contemplar, vuelva a gozar y vuelva a decir todo esto es muy bueno. Maria, la de un corazón nuevo, lleno de novedades, un corazón lleno de amor y lleno del proyecto del Padre. Eso es un corazón sano, puro, un corazón lleno del proyecto y del sueño de Dios. Así todos somos recreados en Cristo y por María.
La función de maternidad sobre Cristo, el Verbo, la Palabra eterna del Padre para que en el tiempo fuera asumida la historia humana como un proceso de Dios en el hombre, como un proceso del hombre en Dios y con la mediación de Dios hecho hombre y con la mediación fundamental, necesaria, absolutamente necesaria y así deseada por Dios: la mediación de María. Por eso somos tan reconocedores de la madre.
No podemos hacer la vida sin ella porque la descubrimos en éste plan de Dios. Ella tiene pocas palabras pero no le tiene miedo a las palabras importantes. María es capaz del si, del si a Dios, pero también del si a si misma. Es capaz del si a esas cosas profundas que siente en su corazón. Que bueno cuando tenemos esos impulsos del corazón, esas cosas del bien, de las grandes obras, de la actitud de generosidad como la de perdonar al enemigo, la de dedicar un tiempo a éste enfermo que está solitario y de darme cuenta de algo y animarme a dar el paso que tengo que dar, tomar la decisión, ser fiel también a esos impulsos que tienen que ver con las cosas buenas y que nos pasan por la mente y el corazón. Son gracias, Dios nunca dejar de hablarnos como no le dejó de hablarle a María palabras importantes.
Pensemos todas nuestras cosas son importantes pero hay palabras que no se pueden dejar de escuchar y de decir. Cuando uno recibe el llamado del Señor a algo tiene que estar atento. María fue capaz de decir si al proyecto de la maternidad mas allá de toda comprensión. María dice si también a la fidelidad a esa Palabra. María dice si a un llamado a darlo todo. No arruga, no se asusta, no entiende, no se siente capaz, no cree que en ella pueda suceder algo así?, pero cree y su fe se hace algo esencial, se hace confianza. María cree y ahora espera. Esa palabra dada a Dios es la Palabra que primero Dios le da a ella.
Por eso ella ve surgir en si la necesidad en su interior desde su corazón, la necesidad de decir un si grande a Dios porque lo primero que descubre es que Dios la ama, que Dios la llama, que el Señor la ha elegido, que la participa. Ese si guardado en la manga que ella tiene, ese as de espada que tiene en la manga es el si al proyecto de Dios, lo saca en el momento inesperado para si misma y para los demás. Pero era el momento que el Padre tenía pensado para ella. La fidelidad de María a la Palabra que Dios le da, la fidelidad de María a su Palabra y a si misma es nada más ni nada menos que un mismo acontecer entre Dios y el hombre.
Cuando el hombre dice si a Dios es porque Dios ha podido manifestar y ha podido ser escuchado y ha podido hacer fecundo su proyecto en el corazón de esa persona. El Señor tiene muchos sueños con nosotros como los tuvo con María. Esos sueños se realizan no solo porque Dios lo quiere sino porque esa Palabra, ese sueño se manifiesta y debe ser escuchada esa Palabra y el hombre debe decir si a Dios. Decir si a Dios produce temor, estupor, verse superado, produce miedo.
Decir si a Dios no significa comprender, no significa tener claras las cosas para decidir, pero hay algunas cosas que son fundamentales cuando uno tiene que escuchar y decir si a Dios para que se realice la vida. El si es una confianza en aquel que nos llama. Eso es lo que hizo María. No le tuvo miedo al si porque no se confió en la comprensión de las cosas. No busco primero manejar, entender todo. Solo comprender que Dios llamaba y segundo priorizó confiar antes que entender, antes que manejar y fue absolutamente confiada en el Padre. Preguntó lo que tenía que preguntar, pero su si a la gran Palabra de la vocación en la vida lo dio confiando en El. Cuanta gente escuchará el llamado.
El llamado a la vida consagrada, el llamado a la vida matrimonial, el llamado a un cambio de vida, a ordenar cosas, a tomar decisiones, el llamado a orar y cuantos les cuesta la confianza. Esta mañana quizás haciendo ésta semblanza, ésta pintura de María, la mujer que escucha y responde con fidelidad, que cree y espera. Quizás esto nos de ánimo para decirle un si más grande a ésta gran Palabra que es la vocación a vivir y a crecer.
El proyecto de la redención se realizó por el si de María ese si a la Palabra, no tenerle miedo a las grandes palabras, pasó también por un si a la cruz en María. En aquella presentación del niño en el templo Simeón le va a decir aquellas palabras que tampoco ella comprende del todo y en las que también se ve superada pero María guarda, acoge, medita y espera. Una fe que espera que hace que María espere y confíe en Dios y siga dando tiempo a la manifestación que cada momento ésta sintiendo por la gracia de Dios. María cree en Dios. Esa es la invitación a nosotros que nos hace la Virgen. Testimonio de fidelidad a la Palabra dada. Esa Palabra que es un si también a la cruz que también es la gran Palabra del Padre porque a través de ella se realiza el misterio de la salvación en la manifestación suprema del amor.
En el mundo no existió ni va a existir un amor más grande que éste, el de la cruz. Esa cruz que tantos desprecian y tantos buscan evadir en la vida espiritual están locos. No se puede evadir la cruz. La cruz es fundamental. Ha sido el gran instrumento de la redención. Simeón le dice movido por el Espíritu le dice a María:
y a ti una espada te atravesará el corazón porque éste niño será causa de elevación y caída para muchos en Israel.
Decir si a Dios era dar los pasos que tenía que dar. María detrás de ese si empezó a caminar y ese si no fue solo alagos como los saludos de Isabel:
bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme.
Estaba todo bien hasta ahí, todo lindo, todo superador, todo agradable pero después una palabra desorientadora:
una espada te atravesará el corazón
. María si bien no entiende y le llama la atención todo esto tiene una cosa clara me parece la Virgen, tanto que es estar en las manos de Dios.
Este guardar y meditar las cosas en su corazón que tiene como expresión la Sagrada Escritura. Acción del Espíritu Santo dice la Escritura. Esta expresión manifiesta como María está en las manos de Dios. Ella sabe que Dios es el Dios de la historia porque conoce la historia de Israel y se acuerda porque tiene una memoria fresca sin pecado, no tiene olvido la Virgen, por eso tiene mucha memoria, tiene mucho amor y se acuerda muy bien de lo que le enseñaron sus padres y de lo que fue la catequesis de los judíos y como fue presente Dios en la historia y como obró grandes signos y prodigios y como el Señor quería cumplir su promesa y ahora ella sabía que la promesa se cumplía en ella, no del modo como se lo imaginaba pero sino del modo como sucedía concretamente.
Como lo que sucedía no coincidía con lo que se imaginaba, un Mesías poderoso, guerrero, triunfalista. Nació, se metió en el seno de una mujer y tenía que ser madurado allí y María era testigo de eso. Así que comprendía perfectamente que era lo que Dios iba obrando, lo concreto de la historia. Entonces sabía por la historia y la vivencia propia que significaba que Dios era el Dios de la historia. Por eso no le tiene miedo a la Palabra grande, a la Palabra del Evangelio de la vida que le va a pedir un corazón que se abra para ser traspasado. Necesitamos esas gotas de sangre del corazón de María para ser corredimidos. Sin maternidad no hay redención en la historia de Dios y en la historia del hombre.
Por eso Radio María propone la Virgen tan claramente. No es un fundamentalismo es algo natural. En el mundo de la fe es algo natural María. Es algo esencial. A nosotros ni se nos ocurre pensar el proyecto de Dios sin María. Es una locura pretender limpiar los embarazos, matar al ser humano para que no nazca, es una irracionalidad.
Para nosotros es una locura pensar en el proyecto de Dios y no pensar en María. María es fundamental, lo fue para Jesús imaginen para nosotros. Ese si a la gran Palabra de la redención, de la cruz, esa palabra de Simeón:
una espada te atravesará el corazón
. Las gotas de sangre de María decíamos, corredentora. Necesitamos de la sangre de la madre. Así es la naturaleza, así es la obra de la redención. Es con maternidad, no es sin maternidad. Dios también tiene corazón de madre. Dios es Padre y madre pero también es hijo, pero Dios proyecta en la maternidad de María la obra redentora esa es la sabiduría del Padre.
Por eso tenemos este don tan grande, éste aprendizaje para nuestra vida. Necesito de la mediación de María, necesito contemplar su mediación, necesito aprender a unirme a esa mediación. No tener miedo de abrir mi corazón. La bienaventuranza final, ese si a las grandes palabras pasa también por ésta bienaventuranza:
bienaventurados…Mt5 cuando los persigan, los insulten en toda forma a causa de mi. Bienaventurados
dice el Señor, bendecidos, van a ser perseguidos.
Y en la Palabra de Dios también en vez de pensar en las grandes cosas, pensemos en las concretas de ahora, las pequeñas luchas de ahora, los combates que tengo que establecer aquí y ahora
: antes que todas las grandes señales los detendrán, los perseguirán, los arrastraran hasta las sinagogas y las cárceles, los harán comparecer antes reyes y gobernadores por causa de mi nombre.
Como dice la bienaventuranza:
bienaventurados cuando los calumnien en toda forma a causa de mi.
Y creo que el hijo de María, el que vive el camino de María necesariamente es conducido por María hacia la experiencia de la redención y es unido a la obra corredentora. Por eso un corazón mariano es un corazón corredime. Pudiendo así acudir hacia la madre, ese estar unido con la obra redentora de Jesús es empezar a entender y decir la vida en clave de donación.
Empezamos a vivir para dar, empezamos a sentir como propia venciendo la locura de la indiferencia, de la apatía, del individualismo. El amor nos hace solidarios. Nos duele la droga de los chicos, la ruptura de los matrimonios, nos duelen las leyes alocadas y esquizofrénicas que destruyen al hombre, nos duelen la falta de educación, el hambre, nos duele la falta de fe, nos duele la idolatría, la estupidez detrás de la materia de tantos hermanos, nos duele el fracaso, la depresión de los que piensan quitarse la vida, nos duele el pecado y la muerte como fracasos.
Por eso nos unimos a la madre para experimentar éste dolor gozoso de darle la vida como Jesús y como María, como María no tener miedo de la gran Palabra, abrir mi corazón para que también una espada me atraviese para que las gotas de sangre de mi corazón que son la sangre del corazón que ama con el amor de Dios que ha aprendido en la escuela de María sea también gotas de sangre que transformen y hagan nacer el mundo nuevo y el hombre nuevo.
En la experiencia de la fe lo que vemos en la catequesis haciendo éste camino de la fe a través del amor de nuestros padres, de nuestros catequistas, nutridos en las comunidades, María es algo tan natural, tan fundamental, por eso hoy nos animamos a empezar el día en las manos de María y lo hacemos así con ésta decisión de María pidiéndole a ella ciertamente la gracia de no tener miedo de las grandes palabras de las que nos hablaba Anselm Grun para éste día y no tener miedo de la última de las bienaventuranza Mateo5:
cuando los persigan, cuando los calumnien…
no tener miedo de la cruz, éste corazón debe ser traspasado para alargar la belleza del amor.
Cuando se hace de Dios el corazón se hace capaz de la cruz. Porque solo con la cruz se puede redimir el amor humano, solo con el amor de la cruz se puede cargar sobre las espaldas el fracaso del pecado, la indiferencia de los poderosos, la injusticia, el producto de la droga, el desecho de la humanidad.
Solo puede cargarlo un corazón que viene de la cruz. No lo carga la plata, la política, el poder. Podrá colaborar, bendito sea Dios si lo hace, pero creo que aquí hace falta amor y hace falta el amor de Dios. Por eso contemplamos a María para ver como se ama empezando por el si a las grandes palabras.
El si está anticipado por la escucha de ese Dios que siempre tiene la Palabra necesaria para cada persona.
Padre Mario Taborda
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