20/03/2018 Bellísimo escrito del poeta indio Rabindranath Tagore.
-¿De donde venía yo cuando me encontraste? -preguntó el niño a su madre. Ella, llorando y riendo, le respondió apretándolo contra su pecho: -Estabas escondido en mi corazón, como un anhelo, amor mío: estabas en las muñecas de los juegos de mi infancia, estabas en todas mis esperanzas y en todos mis cariños. Cuando mi corazón adolescente abría sus hojas, flotabas tú, igual que una fragancia, a su alrededor; tu tierna suavidad florecía luego en mi cuerpo joven como antes de salir el sol la luz en el Oriente. Primer amor del cielo, hermano de la luz del alba, bajaste al mundo en el río de la vida y al fin te paraste en mi corazón… ¡Qué misterioso temor me sobrecoge al mirarte a ti, hijo, que siendo de todos, te has hecho mío! Y qué miedo de perderte! ¡Así, bien apretado contra mi pecho! ¡Ay! ¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?
-¿De donde venía yo cuando me encontraste? -preguntó el niño a su madre.
Ella, llorando y riendo, le respondió apretándolo contra su pecho:
-Estabas escondido en mi corazón, como un anhelo, amor mío: estabas en las muñecas de los juegos de mi infancia, estabas en todas mis esperanzas y en todos mis cariños.
Cuando mi corazón adolescente abría sus hojas, flotabas tú, igual que una fragancia, a su alrededor; tu tierna suavidad florecía luego en mi cuerpo joven como antes de salir el sol la luz en el Oriente. Primer amor del cielo, hermano de la luz del alba, bajaste al mundo en el río de la vida y al fin te paraste en mi corazón…
¡Qué misterioso temor me sobrecoge al mirarte a ti, hijo, que siendo de todos, te has hecho mío! Y qué miedo de perderte! ¡Así, bien apretado contra mi pecho!
¡Ay! ¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?