03/04/2018 – En el primer programa del ciclo “Conociendo a Francisco” (lunes, a las 22.30), el jesuita cordobés “hijo espiritual” del actual pontífice, describió a Bergoglio como “un hombre de profunda oración, un místico con aptitud y capacidad de gobierno, pero de gobierno espiritual”, aclaró.
El padre Ángel Rossi, actual superior de la Residencia Mayor de la Compañía de Jesús en Córdoba, conoció a Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, hace 42 años. En 1976, cuando era un joven de 18 años que quería ser jesuita, Rossi fue admitido en la Orden ignaciana por el “padre Jorge”, por entonces provincial (superior) de la Compañía de Jesús en Argentina.
Desde entonces edificaron una amistad que incluye una admiración mutua y el cariño paternal de un hombre que ahora es el Papa y que reconoce a Rossi como un “hijo espiritual”. Y como buen “hijo”, el padre Ángel tiene un conocimiento profundo de Bergoglio a quien describe como “un hombre de oración, un místico con capacidad de gobierno”.
Como invitado principal del primer programa del ciclo “Conociendo a Francisco”, que emite Radio María Argentina todos los lunes desde las 22.30, Rossi exploró todas las aristas de la personalidad del Papa, incluso la de sus inquietudes políticas. Y cuando le preguntamos qué siente cuando escucha o lee que Bergoglio es un operador peronista, respondió: “Siento que no lo conocen. Y que ojalá algún día lo pudieran conocer, porque decir que Bergoglio es un operador peronista o que es kirchnerista es un ‘bolazo’”.
“Él siempre escuchó y recibió a todos, y es capaz de cualquier cosa para poder ayudar a quien le pide ayuda, sin importar cómo piensa o qué hace”, dijo acerca del Pontífice.
Admitió que le da un poco de vergüenza cuando constata que en otros países aman tanto al papa Francisco y que en Argentina algunos lo rechazan porque “algunos opinadores sólo ven lo que quieren ver, una parte de Bergoglio, y no lo que es”.
Repasó también los gestos que lo hacen “santo”, dijo. Y aclaró: “Porque los santos pueden ser imperfectos, pero santos al fin y al cabo”. En este sentido, al recordar la siempre esforzada rutina de trabajo espiritual y solidario de Bergoglio, destacó: “Bergoglio se levantaba a las 4 y media de la mañana, rezaba dos horas y cuando nosotros nos preparábamos para empezar el día con sus misas, a las siete de la mañana, él ya había lavado y puesto a secar las sábanas y la ropa de cama de 80 jesuitas para aliviarle el trabajo a la señora que se encargaba de eso en la casa de San Miguel, en Buenos Aires”.
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