La maternidad de Dios

viernes, 23 de octubre de 2009
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Ven Espíritu Santo y mirá todos los miedos que guardamos dentro de nosotros, miedos concientes, miedos inconcientes, miedos que nos acompañan, temores en forma de angustias, ansiedades. Te ruego que sanes todo terror conciente o inconciente, todo miedo a avanzar, a crecer, a decidir, a elegir, a dar un paso, a convertirnos, a entregarnos. Vení Espíritu Santo para que podamos caminar seguros en tu presencia con la libertad de los hijos e hijas de Dios, sin temores, sin miedos. El miedo produce neurosis y fobias desequilibrios de todo tipo, enfermedades. Míranos Señor, míranos Espíritu Santo, míranos a cada uno allí donde nos encontremos, en casa, en el trabajo, viajando. Míranos Señor, no nos abandones, vos sos como un escudo protector y si tu fuerza nos rodea, no tenemos nada que temer, ni a la pérdida del trabajo, ni a la enfermedad, ni a salir mal en el examen ni a la crisis matrimonial, ni a que los hijos se nos pierdan en las adicciones

 Cubridnos con tu potencia Espíritu Santo de Dios y no permitas que ningún violento de este mundo nos haga daño con su injusticia, con su mentira, con su corrupción, con su doble discurso, con su doble moral, con sus patrañas, con sus argucias. No dejes Espíritu Santo que ningún espíritu dominante pretenda adueñarse de nuestra vida con sus mentiras, aleja de nosotros s todos los que quieran aprovecharse de nosotros, en el trabajo, en la familia, en la escuela, en el barrio, en la comunidad Vos  me proteges de los envidiosos, de los calumniosos, de los que no se alegran con nuestros éxitos y alegrías, vos me proteges de los peligros imprevistos. Deposito en vos toda nuestra confianza, toda mi confianza. Vení Espíritu Santo y derramate muy especialmente a través del Corazón Inmaculado de María en este día, sobre cada mamá.

 Sobre todas las madres especialmente aquellas que están llenas de miedos y temores por sus hijos porque sus hijos están replegados, están cerrados, están atrapados por la violencia, por el sin sentido, por el alcohol, por las drogas, por las adicciones, sin ideales, sin valores. Ven Espíritu Santo a fortalecer el corazón de esas madres que tiemblan ante la enfermedad de un hijo, ven Espíritu Santo por esas madres que tienen a sus hijos en la cárcel o en psiquiátricos o en comunidades de recuperación de toxico dependientes sobre todo tipo de adicciones. Ven Espíritu Santo por esas madres que tienen sus hijos perdidos y no hallados. Ven Espíritu Santo, hoy dejamos ante vos todos nuestros temores. Amen

Hoy tenemos un testimonio que nos manda Nancy de Marchi de la ciudad de Santa fe, testimonio del presbítero misionero Humberto Telem de la congregación del Verbo Divino venido de Alemania donde había participado de la segunda guerra mundial. Llegó a Guanqueros un pueblito de 2000 habitantes en el departamento San Cristóbal en el norte de Santa fe. Dice Nancy “Ese día fue luminoso y de bendición porque no había sacerdotes la capillita San Francisco de Asís no tenía comodidades pero no tuvo inconvenientes el padre Humberto para dormir en los bancos de ella hasta que le consiguieron un catre para su descanso. Después de muchos sinsabores formó el comedor Ceferino Namuncurá y hacia llevar la comida a algunos ancianos.

Fundó un instituto técnico para mujeres, corte y confección, manualidades, carpintería y electricidad para varones, promocionó el combate contra el mal de chagas en todo el distrito justamente esta enfermedad que era desconocida hasta entonces y que atacaba mucho a la gente, hacia los traslados de las personas en su camioneta para los controles en el instituto Malbrán en Buenos Aires, proveía de medicamentos a los más necesitados, hizo construir una sala de velatorio para todo el distrito que evangelizaba, los salones para los institutos, un aljibe donde los vecinos en forma moderada se proveían de agua, la casa parroquial, la compra para un comedor de la casa, la nueva capilla octogonal, en fin, habla de muchas obras materiales se ve que este padre Humberto era un arquitecto de Dios, como solemos decir.

Ermitas en todos los lugares, para atraer a los hombres a las distintas actividades evangelizadoras y de catequesis de la capilla, participaba en distintos deportes, campeonatos de bochas, truco, foot ball, era muy feliz y se ganó la simpatía de todos y el rebaño llego al amor de Dios y a María Santísima. La atención como misionero era muy grande. Evangelizó, unió familias, fue querido por todos y todos los que podían ayudaban. Por el año 1972 recibió el premio Florián Pauquen en la ciudad de Santa Fe. Era de corazón desinteresado al máximo, cuentan una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Antes de que le construyeran su casita dormía en su catre, como dijimos. En una de sus recorridas por las familias, observó que una necesitaba una cama. Entonces se volvió, tomo su catre y se lo llevó. Lo mismo hacía con su ropa y calzado.

Después de trabajar por el prójimo mucho, mucho, enfermó, quedó ciego, era diabético. Falleció en Buenos Aires en Rafael Calzada, más o menos, dice Nancy en 1985. Dice ella, gracias padre Humberto que Dios lo bendiga abundantemente. Entonces hoy Nancy de Marchi nos comparte el testimonio del sacerdote Humberto Telem que trabajó en el norte de Santa Fe Gracias por el testimonio y gloria a Dios por la vida del padre Humberto, y yo pienso también cuantos sacerdotes misioneros que han venido de muchas partes a la Argentina en el siglo XX  y han dejado allá familia, papá. mamá, hermanos, amigos, sobre todo a la mamá, también los que ahora van al África o a otros países  de América y la mamá tiene que ser aquella que con un corazón desapegado lo entrega al servicio del reino por eso para todas las mamás de sacerdotes, para mi mamá vaya un beso, un abrazo, una bendición

En medio de tanta invasión de saluditos lacrimógenos de estos días, promociones publicitarias, que le regalamos a mamá y que se yo cuantas cosas más, quiero volver a reencontrarme con mi padre Dios creador que se me presenta también con corazón de madre. Hoy hablar de Dios como madre puede disgustarnos al principio por estar acostumbrados a llamarlo Padre, Abba, para nosotros, en efecto, los dos papeles no se pueden confundir. Diciendo padre parece que automáticamente excluimos la categoría de madre, sin embargo ya el profeta Isaías había atribuido a Dios una ternura femenina más grande que el de una madre que lo canta muy bien el canta autor rosarino Pablo Martínez en su primer CD “¿Se olvida una mujer de su bebe de tal forma que no se conmueva por el hijo de sus entrañas? Aunque así fuera yo no te olvidaría jamás” Isaías 49-15

Claro, el que me esta escuchando quizás no llegue a captar la fuerza  que tiene este texto originalmente porque donde se habla de conmoción no capta la alusión al útero materno y  justamente cuando dice, no se conmueva, esa palabra conmover, habría que traducirla del hebreo más bien por rajadura e indícale útero y se traduce con misericordia. Hace alusión a las entrañas, a lo que llamamos compasión también, ternura, símbolo eficaz de amor, sensibilidad, donación. De este modo cuando el hebreo habla de misericordia, más que un concepto, una idea abstracta como nuestras lenguas modernas, se refiere a una parte anatómica determinada o sea una parte de nuestro cuerpo que es símbolo concreto del amor. En esta línea el nuevo testamento encarna históricamente el amor divino en la persona de Jesús

En la parábola del padre bueno falta la figura femenina de la madre porque está incluida en la del padre. Cuando el texto dice que el padre se conmovió Lucas 15-20 alude al concepto de ternura materna propia de la mentalidad hebrea. No es necesaria por tanto, la presencia femenina que esta implicada en la figura del padre. El mismo verbo aparece en la parábola del buen samaritano Lucas 10-33 “tuvo compasión” también para aludir a los sentimientos de Jesús, el verdadero samaritano que se inclina hacia la humanidad herida y abandonada. El evangelista Lucas, sin sombra de duda, atribuye a Jesús el verbo de la compasión cuando con ocasión del funeral de la viuda de Nain, señala que Jesús, al ver a la mujer, tuvo compasión Lucas 7-13  “Nuestro Dios y Señor es un padre que sabe también ser madre”. Maravilloso.

La altísima dignidad conferida al hombre creado a imagen de Dios, se engrandece con la nueva e incomparable dignidad de su filiación, de ser hijo. Estamos en presencia de una expresión explosiva, que gran amor nos ha dado el Padre que no solamente nos llamamos hijos de Dios sino que lo somos. Ser hijos entonces de tal Padre, significa ser divinizados junto con la alegría y el agradecimiento por el don de la filiación obtenido por Cristo Jesús y continuamente recordado por el Espíritu, brota un pesar que se convierte incluso, en nuestra confesión de hijos a menudo ingratos, no agradecidos. Para remediarlo el Papa Juan Pablo II sugiere el sentido del camino hacia el Padre deberá impulsarnos a todos, a emprender adhiriéndonos a Cristo Redentor del hombre, un camino de auténtica conversión.

El camino para volver a ser hijo y descubrir el corazón materno del Padre, para nosotros es una sincera y perseverante conversión. Para nosotros, para ustedes, para mi será una renovada oportunidad de descubrir al Padre de las Misericordias 2º Corintios 1-3 y así llevar a cabo con renovado entusiasmo nuestro peregrinar hacia la casa del Padre. Sabiamente instruidos por la abundancia de textos bíblicos vamos a considerar la misericordia del Padre en algunos pasajes propios de San Lucas, por ejemplo, la parábola más hermosa que Jesús a regalado a la literatura universal, la del hijo pródigo o el padre misericordioso. En ella habla del padre, lo coloca como ser principal en la esenografía de la vida, lo presenta como el padre bueno, la madre acogedora que engendra la vida nueva. Hay ideales inéditos y adormecidos en lo profundo del ser.

En la figura del padre Jesús ha escondido su modo de actuar, el modo de intervenir en medio de los seres humanos, se ha mostrado como manifestación, como epifanía es decir signo visible de la ternura materna de Dios. Llena también de gran ternura en la parábola del buen samaritano como dijimos. Podríamos seguir pero más que nada yo quería remarcar y quería hacerlo con el trasfondo de los textos bíblicos este corazón materno de Dios para poder hablar también, de la gracia de mamá en nuestras vidas, de la gracia de la maternidad en el mundo, del don, del regalo de la maternidad en el proyecto del Padre Dios, es decir, en el proyecto de la vida, de la vida y no de la muerte. Por eso en vísperas del día de la madre uno podría hacer muchas alusiones pero yo quería empezar con esta experiencia de reconocer, vos y yo, a Dios como madre también y de reconocernos, vos y yo, como hijos muy amados

Reconocerte como hijo como hija. Tengo un testimonio muy iluminador que te quiero compartir, le puse como título “Madre coraje”  Juan Pablo andaba por los 16 años alumno aplicado, bien integrado, en un equipo deportivo. Sus padres, en los períodos que tenían que pasar fuera de la ciudad por el trabajo del papá se habían preocupado por encontrarle amigos. Una mañana, durante el desayuno Juan Pablo quiso hablar inesperadamente con su madre, con la cabeza gacha sobre la taza le confesó que estaba haciendo un tratamiento para dejar de consumir drogas. Se me vino el mundo encima, cuenta Juana, la madre. Nuestra familia era una familia normal. Mi marido amante de la vida, ordenado, Juan Pablo, Francisca y yo. Juana había quedado como aturdida, comenzaba a comprender las noches de Juan Pablo pasadas fuera de casa.

¿Cómo decírselo a mi marido, tan bueno, un poco severo, dedicado de lleno al trabajo y la familia? ¿Cómo tomaría el hecho de que su hijo para comprar droga había llegado a vender joyas de la familia? La reacción de los dos fue muy distinta, Juana siguió esperando que el tratamiento siguiera su curso y el muchacho se recuperara. El padre, después de un momento de reacción, pareció quebrado. En ese período, continua Juana sin interrupción mi confianza en el amor de Dios se vio puesta a prueba. Tenía que hacer de puente entre padre e hijo, colmar a los dos de afecto para que se reencontraran entre ellos. No sabía si lo lograría. Juan Pablo concluyó el tratamiento pero no se animó a prometer que cambiaría de vida. El padre, desesperado, no quiso aceptar una situación que también lo humillaba delante de colegas y conocidos. El joven se tuvo que ir de casa

Solo Dios, asegura Juana, me dio la fuerza de sobrellevar el dolor que sentía mientras preparaba las valijas. Juan Pablo no volvió con nosotros a la ciudad sino que se quedó en lo de un amigo. Lentamente, compartiendo junto a mi marido esa tragedia que nos había trastornado toda la vida, la relación se fue afinando. Me acompañaba todas las tardes a la iglesia, me consideraba el único punto firme de su vida ante el derrumbe de nuestros ideales de honestidad, de integridad humana hasta que de improviso mi marido tuvo que ser internado de urgencia por una enfermedad grave. Mientras tanto Juan Pablo estaba tratando de recuperarse hasta había hecho un curso de capacitación laboral en un gesto de reconciliación con su padre que moriría unos meses después del retorno de Juan Pablo entre nosotros

Todo parecía volver a la normalidad como una pesadilla que finalmente se disipaba, o el premio a una madre que no lo había dejado de amar en ningún momento. En cambio comenzó otro periódo aún más difícil. Pocos meses después de la muerte de su padre Juan Pablo había conocido una chica y estaban esperando un hijo. Sin embargo no era un hijo querido por ellos ni tampoco se planteaban siquiera el matrimonio. Precisamente en esos meses de incertidumbre, me caso, no me caso, se aborta, no, me di cuenta de que Juan Pablo había vuelto a caer en la droga. Al principio quise creer que me había equivocado, de hecho, si hubiera tenido la certeza de que se drogaba me hubiera opuesto al matrimonio. Ellos mientras tanto, habían decidido casarse y se fueron a vivir con la criatura. Cada tanto, cuando mi nuera me llamaba, corría enseguida a visitarlos cargando de todo en mi bolso

La chica sufría, al final logramos convencer a mi hijo de que se internara en una comunidad de recuperación. Más tarde nos dimos cuenta de que no había sido la alternativa adecuada. A los directivos de esa comunidad lo único que les interesaba era hacer plata. Convencida entonces, de que debía estar realmente dispuesta a dar la vida por estos muchachos, los invité a mudarse a casa en la ciudad. Fueron 5 años muy duros para Juana y su hija Francisca. Juan Pablo trabajaba como albañil y su esposa se quedaba en casa. La relación no era siempre idílica. Una luz de esperanza se abrió cuando Juana, que no se daba por vencida, tomó contacto con una asociación muy seria. Juan Pablo aceptó y pasó 9 meses en esa comunidad. Al volver sin embargo, la relación con la esposa continúo deteriorándose. No se podía seguir viviendo junto y la pareja volvió a su pueblo.

El matrimonio duró poco, sigue contando Juana, Juan Pablo se quedó solo, yo lo seguía de cerca, le pasaba dinero para vivir, estaba muy deprimido. Por suerte ya no se drogaba. Convivía con otra joven, yo lo iba a visitar y a veces cuando tocaba el timbre no me atendía porque a lo mejor bebía o estaba deprimido. No quería que lo viera en ese estado. Lo que sostenía a Juana era un amor cada vez más sin medida. Más tarde se descubrió que Juan Pablo estaba gravemente enfermo. Estaba sin salud, sin afecto, sin trabajo. En mi, dice Juana, se iba derrumbando la esperanza de una recuperación espiritual y física en el. Me costaba pero hice el esfuerzo de aceptar hasta el fondo este dolor terrible de creer en el amor de Dios y a pesar de los consejos que me daban personas bien intencionadas para que no lo hiciera, le propuse a mi hijo que volviera otra vez a casa

Juan Pablo aceptó pero sin comprometerse a nada, casi como si le estuviera haciendo un favor a su madre. El vacio que tenía en el alma, su incapacidad de darle un sentido a la vida era quizás el sufrimiento más fuerte para Juana, su actitud conmigo era dura, hostil a veces insoportable, rechazaba su situación, se dejaba estar, invitaba gente a casa sin avisarme en cualquier horario, podría decir que yo ya no podía disponer de mi casa ni de mis cosas personales. Incluso mis vecinos comenzaban a evitarme o lo evitaban a él. En fin, no me quedaba más nada que perder delante de nadie. Juan Pablo parecía indiferente a lo que lo rodeaba, por lo menos exteriormente, a veces estaba desesperado, al final quiso abrir un negocio de venta de regalos para estar ocupado en algo, además tenía talento para el comercio pero se necesitaba mucho dinero

Me costó privarme de lo que había ahorrado con tanto esfuerzo pensando en mi futuro y en lo que podría haber hecho Juan Pablo. No obstante Juana decidió dárselo. Luego, una noche en la que tomó mucho frió Juan Pablo cayó en cama con gripe. Para él que estaba tan débil resultó fatal. Ya no se levantó más, fueron días de dolor intenso pero también de alguna alegría. Juana pudo reconstruir la relación entre Juan Pablo y su hermana Francisca, la enfermedad parecía purificarlo, no apareció ninguno de sus viejos amigos ya que se pensaba era solo una gripe. Juana, en silencio, estaba a su lado día y noche. Solo al final se dieron cuenta de la gravedad de su estado. Cuando lo internamos, prosigue Juana, los médicos le recriminaron por no haberlo hecho antes. Era demasiado tarde. Esa noche me estaba yendo a casa, agotada por el cansancio mientras venía su hermana a reemplazarme.

Me di cuenta que era el momento de rezar. Me hubiera gustado pedirle a Juan Pablo que me acompañase pero temía su respuesta. Al final, no pude más y se lo sugerí apenas, “Juan Pablo, yo vine a rezar, si querés acompañarme” Juana comenzó a recitar el Ave María. Él con un gesto asintió. Juan Pablo terminaba su vida en la tierra a los 30 años. Dice Juana, esta experiencia me ha abierto al sufrimiento de mucha gente. Y termina con una frase del evangelio, lo que le dio sentido a su entrega, sobre todo en los momentos más duros “Habiéndolos amado los amó hasta el fin” Por eso ¿hasta donde es capaz de llegar el amor de una madre? Y es eso lo que me gustaría que compartamos en este día

A partir del testimonio que he leído de esta madre coraje y a partir de lo que dije como enseñanza bíblica, Dios con un corazón de madre, podríamos hablar también de lo que muchas veces es la cruz familiar, la cruz del perdón, como muchas veces la mamá en el hogar, tiene que ser, justamente por esa compasión, por esa misericordia el árbitro, la mediadora, el puente, el canal de gracia, el canal de misericordia, el canal de perdón y que tiene ella misma abrazar fuertemente la cruz de Cristo y abrazarse a Cristo eucaristía para poder ser fiel a su misión de esposa y de madre, se le está pidiendo ser canal de gracia, canal de amor incondicional, canal de amor gratuito, canal de amor desinteresado que se olvida de si mismo. Por eso, todo esto implica ciertamente, la cruz y la entrega, con alegría, con paz interior, con gran libertad, como alguien que se olvida de si mismo

Por eso cruz y eucaristía, la presencia viva de Jesús en la hostia consagrada significa la vida entregada por los demás y en esto María, mamá María, la mamá de Jesús y madre nuestra nos enseña tanto ¿no? Cada uno de nosotros con frecuencia, somos tentados a vivir motivados por el egoísmo, también muchas mamás por el pos modernismo, por el no te metas, por la indiferencia, tengo que hacer mi vida, a mi que no me embromen, yo también quiero hacer mis proyectos, mi estudio, mi profesión y que se yo cuantas cosas. En fin, el yo, el yo, el yo está fuerte en todo porque es fruto del pecado, el egoísmo, el individualismo. Sin embargo la eucaristía es tomen y coman mi cuerpo es para ustedes, mi sangre es su bebida, distribuyan entre ustedes mi Espíritu y mi Amor. Cruz y eucaristía son sacramentos de la entrega amorosa, no se pueden separar

Ante la cruz de Cristo Jesús ampliando el sentido verdadero del sufrimiento, de la entrega, del servicio, de la generosidad, de la disponibilidad, de la perseverancia diaria, de la constancia diaria y ahí recibió fuerza y poder para aceptarlo. ¿Tiene valor la cruz? ¿tiene valor el dolor? ¿tienen valor tus lágrimas mamá que me estás escuchando? Adquieren un valor inmenso, te lo puedo asegurar cuando se unen a las de Cristo Jesús y se une tu vida a la Suya en la eucaristía, en esa entrega que vos haces en cada misa cuando junto con el pan y el vino amasas tus lágrimas, tu impotencia pero también tu servicio, tu desgaste, tu entrega generosa que muchos no valoran, no tienen en cuenta, que no reconocen, que no agradecen pero allí, en ese momento, en la ofrenda de cada misa es donde estás recibiendo todo, todo lo que necesitas para poder vivir, servir y dar la vida

Ser auténticamente madre a imagen de Dios, padre y madre, a imagen de Jesús, a imagen de María. Entonces allí en ese momento, tu cruz y tus lágrimas son capaces de interceder y cambiar a tus hermanos, a tus hijos. Pueden convertir el mundo. Que importante y la Virgen nos está enseñando mucho esto. María nos enseña en la oración a vivir esto, vivir esta entrega de cruz y de eucaristía. Por eso Jesús viendo a su Madre y junto a ella al discípulo a quien amaba dice a su Madre “Mujer, ahí tienes a tu hijo” y luego dice al discípulo “Ahí tienes a tu Madre” y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa Juan 19-26-27 Ahora te quiero recordar a vos que me estás escuchando, no importa la edad que tengas si no tenés más a tu mamá físicamente cerca de ti porque a partido de este mundo o porque tu mamá te abandonó, o porque está lejos física o espiritualmente

A vos te hablo, a vos que en el fondo de tu corazón tenes una herida profunda, una herida que aunque la querés tapar, ocultar, disimular no te deja respirar muchas veces con libertad interior para poder entregarte sin miedos, sin retaceos con generosidad. A vos te digo entonces, aquí está tu Madre, mamá María. ¿Vos tenés entre las manos una imagen de María? ¿Tenés cerca de tu casa, en tu Biblia, en tu mesa de luz una imagen de María que nos recuerda la presencia espiritual de la Madre de Jesús? Entonces recordá que Jesús no dijo a Judas ahí tenes a tu madre, no el Señor se lo dijo al discípulo amado. Era el hambre al que Jesús podía confiar su madre porque lo amaba y por eso ahora te la quiere confiar a vos. Vos tenés una madre que ciertamente sobrepasa todas las limitaciones, las misérias, pecados, escándalos, abandonos, imperfecciones de las madres biológicas

Tenés que decir en este momento, Jesús, yo amo a tu mamá, Jesús yo te amo, Jesús yo acepto en mi corazón a mamá María como mi madre y ahora en más no me sentiré huérfano porque tengo una madre que me ama con corazón tierno, una madre cercana que me acompaña, una madre que me trae Jesús, continuamente a tu presencia, tu gracia. Jesús te confía su madre. Juan acompañó a la Virgen desde el calvario hasta su casa, hoy María quiere entrar a tu casa, hoy mamá María quiere entrar a tu vida, a tu corazón, a tu afectividad, a tu emotividad, a tu trabajo, a tu estudio, a tu apostolado, a tus proyectos. Hoy quiere entrar a tu casa y bendecir tu vida. Ella desea enseñarte a amar la cruz, a aceptar la cruz con libertad interior, con alegría, con paz. Gracias Señor por mamá María, gracias porque como decía la canción tenemos dos mamás

Una aquí en la tierra, una en el cielo. La mamá de Jesús es también tu mamá y mi mamá y la mamá de mi mamá así que con mucha alegría hoy nadie se siente huérfano, nadie se siente triste y si tu mamá ya partió de este mundo, en este momento ponela en el corazón de mamá María con confianza, entrégasela al corazón de mamá María para que ella la entregue a Jesús y al Padre y vos quédate con mucha paz y con profunda y serena alegría, con un gozo que nada ni nadie te podrá quitar. Porque te digo, mamá María esta siempre a tu lado aunque mañana no aparezca ningún hijo, ninguna hija tuya en tu casa, ni siquiera te llamen por teléfono, ni te manden flores ni bombones, ni una tarjetita no importa, vos seguís siendo mamá que da la vida con María y como ella y además el amor de Jesús hijo te abraza y te derrite más fuertemente que el amor de uno, cinco, diez hijos humanos

No te olvides de esto, cuando uno ama de verdad nunca puede estar frustrado, nunca puede estar insatisfecho, nunca puede estar triste porque el amor de Dios está presente en nuestra vida. Que maravilloso ¿no? Por eso feliz día mamá a todas las mamás. Y ahora quiero leerles esto que escribió una madre a su hijo
“Querido hijo, hoy en el día de la madre soy yo la que quiere escribirte estas líneas para expresarte cuanto te amo. No siempre nos resulta fácil mostrar lo que nuestro corazón contiene y las palabras reducen al mínimo todo lo que quiero decirte. Sos lo más importante para mi sin embargo, muchas veces, tal vez demasiadas, me has notado preocupada o distraída en otras cosas. A veces tensa, a veces triste, a veces distante por eso hijo quiero decirte cuanto te amo, a pesar de mis límites, a pesar de mi forma de ser e incluso a pesar de mis estados de ánimo quiero decirte hijo cuanto te amo.

Una madre ama a su hijo antes de tenerlo en sus brazos, antes de conocer su rostro, antes que pueda balbucear la palabra mamá pero vos no lo sabes hijo, por eso quiero decirte cuanto te amo. Si, antes de todo esto yo ya te amaba, te cuidaba, te alimentaba, te cobijaba, te acunaba en mi seno. Quiero que lo sepas hijo para que sientas cuanto te amo. Antes siquiera de elegirte un nombre, me corrían lágrimas de emoción cuando en el consultorio del médico escuchaba los pequeños y apurados latidos de tu corazón que me gritaban desde el fondo de mi ser, quédate tranquila mamá, estoy vivo y yo te respondía hijo, cuanto te amo, cuanto te amo” Que hermoso que también los hijos sepan cuanto mamá los ama.

Muchos habrán visto hace tiempo en alguna casa ese pergamino colgado con la oración de aquel obispo Chileno ya fallecido en la década del 60 Ramón Ángel Jara, ¿se acuerdan? Vamos a recordarlo hoy de una manera especial
“Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor
Y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados
Una mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana
Y en la vejez trabaja con el vigor de la juventud
Una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio
Y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños
Una mujer que siendo rica daría con gusto su tesoro
Para no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud
Una mujer que siendo débil se reviste a veces con la bravura del león
Una mujer que mientras vive no la sabemos estimar
Porque a su lado todos los dolores se olvidan
Pero después de muerta daríamos todo lo que somos
Y todo lo que tenemos por mirarla tan solo un instante
Por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios
De esa mujer no me exijan el nombre
Si no quieren que empape de lágrimas su álbum
Porque yo la ví pasar en mi camino
Cuando crezcan sus hijos léanle esta página
Y ellos cubriendo de besos su frente les dirán
Que un humilde viajero, en pago del suntuoso hospedaje recibido
A dejado aquí, para ustedes, y para ellos
Un boceto del retrato de su madre”

También hoy, como en su momento el obispo Ramón Jara a través de este retrato de una madre yo también les dejo a ustedes este regalo para que lo compartan con sus hijos y con sus nietos

Oración final

Entonces, te alabo, te bendigo y te glorifico Padre Dios, papá Dios por tu corazón de madre lleno de ternura, de compasión, de misericordia. Te alabo, te bendigo, te doy gracias en el nombre de Jesús por nuestras mamás y por mamá María. Te doy gracias a vos que me escuchas mujer madre que te convertís en signo del ser humano con la alegría y los dolores del parto una experiencia única la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida. Te doy gracias mujer esposa que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre mediante una relación de recíproca entrega al servicio de la común unión y de la vida. Te doy gracias, mujer hija y mujer hermana que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social, las riquezas de tu sensibilidad, intuición, generosidad, constancia y perseverancia.

Y también a vos, mujer consagrada que aunque no sos mamá biológica sos madre del corazón por tu entrega cotidiana generando vida, engendrando vida y dando a luz en el servicio tierno tantas vidas que se cruzan en tu camino en hospitales, en cárceles, en hogares de ancianos, en escuelas, en barriadas pobres. Gracias Padre Dios por haber abierto tu corazón de madre y haberlo derramado en tantas mamás que tenemos a nuestro lado, en nuestras parroquias. Esas mamás que son el sostén de nuestras comunidades, esas mamás ancianas que interceden por sus hijos, nietos y bisnietos y también por toda la comunidad. Esas mujeres mamás en la cual uno no puede dejar de sentirse y experimentarse hijo. Gracias entonces también, por mamá María que nos acompaña en el camino de la vida y nos conduce hacia el buen puerto que es Jesús, camino, verdad y vida. Que a través del Corazón Inmaculado de María los bendiga a todos y muy especialmente a todas las mamás el buen Dios Todopoderoso que es Padre, Hijo y Espíritu Santo Amen

                                                                                  Padre Rubén Francisco Bellante