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El jesuita mendocino, filósofo y actual redactor de la revista Civiltà Cattolica, conoce a quien hoy es el Papa desde hace 43 años. Asegura que el pontífice argentino tiene la gracia especial del discernimiento y que por esa gracia conoce el corazón de la gente y los signos de los tiempos.
24/04/2018 – El padre Diego Fares es otro de los hijos espirituales de Jorge Bergoglio, el papa Francisco. Fue, precisamente, el actual pontífice quien lo recibió en 1975, en el noviciado jesuita de San Miguel, en Buenos Aires, cuando el joven mendocino pidió ingresar a la Compañía de Jesús. Y desde entonces, cuando tenía sólo 20 años, hasta este presente que lo encuentra viviendo en Roma y sirviendo como redactor de la revista Civiltá Cattolica, Fares admira a quien fue y sigue siendo su maestro, su mentor y, sobre todas las cosas, su amigo.
Bergoglio no sólo lo recibió en la Compañía, sino que fue su profesor y su director espiritual. “El me enseñó a predicar los Ejercicios Espirituales”, dijo el padre Fares en una profunda entrevista en el programa Diálogos de Actualidad, de Radio María Argentina-. Y hoy advierte que aquel jesuita sigue siendo “el mismo que entonces…una persona de una sola pieza, aunque ha crecido en paciencia, a pesar de que hace 40 años ya tenía una paciencia muy grande”.
“Ya cuando era profesor del teología pastoral hablaba de ser ‘pastor con olor a oveja’, y nos enseñaba San Agustín, Job, Von Balthasar con una claridad que impresionaba…Un día escribió en el pizarrón 30 o 40 citas de memoria, y cuando le pregunté cómo hacía para recordarlas, me dijo que se había levantado a las 4 de la mañana para aprenderlas”.
Fares, autor de varios libros que el propio Papa recomienda, asegura que antes de que Bergoglio fuera obispo, nunca se imaginaban que podría llegar a ser papa. Pero que cuando lo crearon Cardenal, sí: “Bromeábamos y decíamos…’¿te imaginás si Jorge fuera papa?’, como diciendo ‘si a Dios se le ocurriera hacer una de esas picardías, ¡qué bueno que sería para la Iglesia!’, pero era como un sueño. Realmente es algo inolvidable cómo el Señor nos ha cumplido este sueño”.
Lo que más admira el padre Fares de Bergoglio-Francisco es su capacidad de discernimiento, aunque no de cualquier tipo de discernimiento: “El discernimiento (como lo hace Francisco) se hace poniendo el pellejo. No es una operación intelectual. No es ver dónde me conviene, sino dónde me pide el Espíritu Santo que dé testimonio. El coraje de discernir lo que Dios quiere para el bien de su pueblo es una gracia que uno tiene en la medida en que se juega por ese pueblo. Porque si uno elije desde afuera a ver quién ganó y no se expone, no es discernimiento. Bergoglio es una persona de ese discernimiento. Su conducción espiritual y pastoral en el discernimiento está abierta al Espíritu Santo. Él conoce el corazón de la gente y los signos de los tiempos. Bergoglio es un tiempista de la espiritualidad, sabe cuándo tiene que cuidar un límite con misericordia y paciencia, y cuándo tiene que dar el pasito para poder ganar una batalla para Dios. Tiene un sentido del tiempo, y es único en eso. No todos tienen esta gracia. Dios da esas cosas a algunos y se las da a uno para que sea el pastor de todos”, dijo Fares.
Consultado acerca de qué manera marcó su propia vida el testimonio de Bergoglio, Fares respondió: “Me marcó en todo, pero en lo espiritual me enseñó a predicar los Ejercicios y eso es muy importante. En lo intelectual me abrió a la lectura de (Romano) Guardini, de (Hans Urs) Von Balthasar, y, pastoralmente, con Bergoglio conocimos el valor de nuestros barrios, porque en los barrios te encontrás con la ‘patria grande’, el lugar donde el ‘pueblo fiel de Dios’ nos forma a los curas, nos hace pastores”.
Fares contó que Bergoglio les enseñó a encontrarse “con el pueblo fiel de Dios”. Y explicó: “La categoría de ‘pueblo fiel’ no es algo que esté presente todo el tiempo. Hay momentos que aparece. (la peregrinación a) Luján es uno de ellos. La experiencia de la peregrinación a Luján, que es una experiencia única, muestra al pueblo fiel caminando hacia la Virgen. Eso nos hacía vivir Bergoglio”.
Consultado acerca de quiénes conforman “el pueblo fiel”, según el Papa, el padre Fares respondió: “El pueblo de Dios somos nosotros caminando a Luján. La gente común, la gente de a pie, solidariamente unida cuando hay una inundación o en una marcha donde se reclama por algo bueno; cuando nos unimos buscando el bien común. Por el contrario, dejamos de ser ‘pueblo fiel’ cuando nos dividimos, cuando nos chicaneamos, cuando buscamos el interés particular”.
Agregó que “la categoría de ‘pueblo fiel’ no es una cosa sociológica o política. Bergoglio -añadió- dice que es una categoría mítica, que aparece cuando surge lo más hondo del ser humano, por ejemplo en la resistencia contra el mal, en la defensa de los valores, allí sale el alma del pueblo de Dios. Pero no se lo puede definir desde afuera. Y uno comprende a ese pueblo trabajando por y con los más pobres, involucrándose con ellos. Por eso es inútil tratar de explicárselo a uno que usa al pueblo para ganarse un voto y después le roba. Nunca lo entenderá”.