25/04/2018 – Esta semana el símbolo elegido por la profesora María Gloria Ladislao fue el de los carros y las carretas, que se asocia con el poder de mando y el conocimiento del camino. “En la Biblia leemos que Elías, prototipo del profeta, es elevado al cielo en carro de fuego y que el diácono Felipe debe correr para alcanzar el carro del eunuco etíope”, compartió la biblista al justificar el tema. Ladislao agregó que “las carretas o carros de viaje, donde se pueden cargar los bártulos y viajar sentado, representan el viaje y el camino. En cambio, los carros de guerra tirados por caballos son símbolo de los ejércitos invasores y del combate. En la Edad Media, el carro tirado por dos caballos tenía una simbología ambivalente. En su aspecto positivo, hace alusión a la capacidad para gobernar y dirigir, a la superioridad, a la dirección competente, a la inteligencia, a la evolución continua, al progreso y al carácter protector. También simboliza el control sobre las pasiones, el éxito legítimo, el avance merecido, la voluntad firme, y la claridad de los deseos. En su aspecto negativo, se refiere a la ambición desmedida o injustificada, a la dirección usurpada, al gobierno ilegítimo y al oportunismo”.
La especialista en sagradas escrituras también destacó que “en el capítulo 8 del libro de los Hechos de los Apóstoles nos encontramos con Felipe, diácono evangelizador, que predica en Samaria, con milagros, exorcismos y grandes conversiones hasta que el escenario cambia y lo vemos en el camino que baja desde Gaza hacia el desierto. Allí, el Espíritu le indicará que corra para alcanzar el carro donde viaja un funcionario etíope. Ese varón sin nombre está claramente caracterizado. Ser etíope en la Biblia equivale a decir de raza negra, ser eunuco, castrado al servicio de la reina. Además, este etíope viene de adorar en Jerusalén, lo cual lo ubica o bien entre los temerosos de Dios o directamente un prosélito, un pagano convertido al judaísmo. Cuando Felipe logra convertir al etíope, entonces remonta el camino a casa”.
En relación al texto de los Hechos de los Apóstoles, Ladislao reflexionó: “Siento que muchas veces vamos a paso de hombre mientras la sociedad vuela en carro. Y no hay viento que nos haga poner a tiro, nos quedamos atrás y nos pasa por encima la realidad. Se me ocurrió que, si hubiera registro, habría que tomar el boletín parroquial u otra fuente, y comparar qué actividades y propuestas tenía una parroquia urbana hace 40 años y cuáles tiene hoy. En esto me interpela el Papa Francisco, cuando que nos dice que sueña con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.
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