22/05/2018 – Esta breve anécdota en la vida del p. Pedro Arrupe SJ, nos hace ver cómo los gestos y la mirada pueden decir, en ocasiones, mucho más que las palabras:
Se cuenta que un anciano, con dificultades para oír, asistió durante seis meses a las clases de catecismo del padre Arrupe. Alguien, observando su perseverancia, le preguntó: “¿Entiende usted lo que dice el padre Pedro?” El anciano contestó: “Yo soy completamente sordo. Pero lo miro a los ojos. Ellos no mienten. Yo creo en lo que ese hombre cree.”
Se cuenta que un anciano, con dificultades para oír, asistió durante seis meses a las clases de catecismo del padre Arrupe.
Alguien, observando su perseverancia, le preguntó: “¿Entiende usted lo que dice el padre Pedro?”
El anciano contestó: “Yo soy completamente sordo. Pero lo miro a los ojos. Ellos no mienten. Yo creo en lo que ese hombre cree.”
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