09/08/2018 – En el Evangelio de hoy vemos a Jesús en Cesarea de Filipo dialogando con los discípulos sobre su identidad. Jesús indaga qué dice la gente sobre quién es Él para llegar a conocer la respuesta que habita en cada uno de los 12.
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Mt 16,13-23
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos:«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.» Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
Mt 16,13-23
El Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la divina Revelación Dei Verbum, afirma que la íntima verdad de toda la Revelación de Dios resplandece para nosotros «en, mediador y plenitud de toda la revelación» (n. 2). Cristo Jesús, en la persona de Jesús Dios ha dicho TODO y al mismo tiempos todo está para ser revelado. En Jesús esta el tesoro que estamos buscando. Jesús aparece muchas veces en la vida de las personas, provocando a través de una pregunta, que tiene como respuesta a él mismo, es lo que ocurre en el Evangelio de hoy.
Todos los días se debate la vida y la muerte: en el ámbito de la educación, en el derecho a la tierra, al trabajo, al techo. Son 10000 los hermanos que viven en la calle. El problema de la desnutrición. Todo esto es en lo que tenemos que trabajar; y parte de esta tarea supone un encuentro personal con Jesús, que transforma, que pone de pie. La lucha se da desde la oración, en el espíritu. Que este encuentro con el Señor vuelva, en este día, en este tiempo, a fascinarnos.