No las palabras vacías,
engañosas, distractivas; las que envenenan, o las que envuelven.
No las disfrazadas ni las malintencionadas. Tampoco las lisonjeras, los falsos halagos ni las vanas promesas. No la mentira a la carta, el “sí” que es un no, o el “te quiero” sin ganas.
Sí la Palabra. De carne y vida, de sangre latiendo con fuerza, por las venas del mundo. Palabra hecha gesto, hecha obra, hecha entraña.
Palabra de Dios, convertida, en nosotros, en eco que retumba en cada rincón de la tierra. Palabra crucificada por alzarse contra lo injusto, lo abusivo, lo indigno.
Palabra eterna, por amor, resucitada.
José María Olaizola S.J.
01/05/2024 – Hoy es el Día Internacional de los trabajadores y trabajadoras, en conmemoración de las víctimas de la sangrienta…
06/05/2024 – Esta semana comenzamos un ciclo de programas junto a la Comisión de la Pastoral de Pueblos Originarios en…
30/04/2024 – “𝗟𝗲𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗼 𝗹𝗮 𝗽𝗮𝘇, 𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗼𝘆 𝗺𝗶 𝗽𝗮𝘇, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝗱𝗮 𝗲𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼. ¡𝗡𝗼 𝘀𝗲 𝗶𝗻𝗾𝘂𝗶𝗲𝘁𝗲𝗻…
El padre Humberto Gonzalez (Humbi) sacerdote jesuita nos ofrece sus “Reflexiones para el finde”, un espacio para masticar durante el…
02/05/2024 – Compartimos una propuesta que dará inicio en el viernes 3 de mayo y que se extenderá durante cuatro…