28/09/18 – Jesús en el Evangelio de hoy comienza a revelar e rostro real de su acción mesiánica; el siervo sufriente que carga sobre sí las culpas de todos y las transforma en gracia de resurrección después de morir. Es la gracia de su amor pascual la que nos ofrece hoy.
“Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. «El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día»”.
Lc 9,18-22
Las preguntas existenciales tienen una gran respuesta, el camino de entrega de la vida desde el amor hasta el extremo. El Señor nos invita a entregar la vida sabiendo que mientras vamos avanzando en la ofrenda de la vida se van allanando los caminos. Ante la entrega de Jesús, aparecen las respuestas con peso, la de la cruz propia que el Señor nos invita a llevar con Él.
La elección supone siempre un análisis y discernimiento buscando lo mejor. A veces lo mejor es lo posible, no lo ideal.
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