25/10/2018 – En una aldea remota de la India donde casi no se conocen las frutas, un niño le hizo cierto trabajo a una señora y ésta, en retribución, le obsequió un hermoso racimo de uvas. El chico acarició entre sus manos el racimo. En esa tarde calurosa ¡cuán bien le venían esas uvas! Pero el niño pensó: «Mi padre está trabajando en el campo y estará cansado y sediento. Le voy a llevar las uvas a él». El padre las recibió con mucha alegría, pero pensó: «Las guardaré para mi hija, para cuando me traiga la merienda. Ella está un poco inapetente y quizás las coma con agrado». Cuando la niña recibió el racimo de manos de su padre, dio un grito de felicidad. Pero de regreso a su casa, durante el trayecto se dijo para sí: «Guardaré estas uvas para mi madre, porque la pobre está tan cansada, y tan pocas veces podemos comer fruta…». Aquella noche, cuando la humilde familia terminó de cenar, la madre anunció: «¡Tengo una sorpresa de postre!» Y al instante colocó sobre la mesa aquel hermoso racimo de uvas que ninguno había comido durante el día. «Si quieres cambiar el mundo, cambia tu ciudad y para ello cambia a tu familia y para cambiar tu familia tendrás primero que cambiarte a ti mismo».
25/10/2018 – En una aldea remota de la India donde casi no se conocen las frutas, un niño le hizo cierto trabajo a una señora y ésta, en retribución, le obsequió un hermoso racimo de uvas.
El chico acarició entre sus manos el racimo. En esa tarde calurosa ¡cuán bien le venían esas uvas! Pero el niño pensó: «Mi padre está trabajando en el campo y estará cansado y sediento. Le voy a llevar las uvas a él».
El padre las recibió con mucha alegría, pero pensó: «Las guardaré para mi hija, para cuando me traiga la merienda. Ella está un poco inapetente y quizás las coma con agrado».
Cuando la niña recibió el racimo de manos de su padre, dio un grito de felicidad. Pero de regreso a su casa, durante el trayecto se dijo para sí: «Guardaré estas uvas para mi madre, porque la pobre está tan cansada, y tan pocas veces podemos comer fruta…».
Aquella noche, cuando la humilde familia terminó de cenar, la madre anunció: «¡Tengo una sorpresa de postre!» Y al instante colocó sobre la mesa aquel hermoso racimo de uvas que ninguno había comido durante el día.
«Si quieres cambiar el mundo, cambia tu ciudad y para ello cambia a tu familia y para cambiar tu familia tendrás primero que cambiarte a ti mismo».
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS