La Sagrada Familia

sábado, 2 de enero de 2010
image_pdfimage_print

Ven Espíritu Santo, ven Ruaj Santa ven a darnos la presencia del Salvador, ese Dios encarnado, solidario, ven a darnos la visita de Dios que nos trae luz, que disipa toda oscuridad, toda tiniebla, ven Espíritu Santo, derrámate sobre cada familia, sobre cada hogar, sobre cada ciudad, sobre cada pueblo, sobre toda nuestra patria, derrámate Espíritu santo en los hospitales, en las cárceles, en los geriátricos, allí donde hay gente que está sufriendo, hay gente angustiada, gente que está al borde del suicidio, hay gente que no tiene ganas de vivir desalentada, ven Espíritu de Dios. Estoy soñando con volver a ser un niño, creo que soy capaz todavía de admirar, de penetrar algo de tu misterio en la sonrisa de un niño y creer que hay un porvenir posible para los seres humanos, de no extrañarme que los árboles florezcan, que el río cante una canción cristalina y que el invierno del amor sea todavía más lindo que su primavera. Si Señor, celebrando tu nacimiento quiero decirte que creo, creo que podés resucitar  en mi y en cada uno la mirada del niño para que más allá del pesebre y de los pañales en que estás envuelto perciba tu mirada de ternura y adivine que vos me sonreís y que mendigas mi sonrisa de niño de ese niño que duerme en mí y que grita por nacer.

Señor, al cruzarme con tus ojos, con tu mirada allí en el pesebre no pido más otro signo, acepto el signo que vos me das, no digo más, dame otro signo, no digo más, si fuera cierto, porque tus ojos me dicen que es cierto. Señor, Niño de Belén, no me des otro signo que el signo de un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, allí con María, con José, con los pastores, con los animales este signo pobre, frágil, vulnerable, este signo que desestabiliza a los grandes y poderosos en este mundo, que hace caer a los orgullosos y auto suficientes. Es lo que necesito Señor, reencontrarme Espíritu Santo, por medio de tu presencia con el espíritu de la sencillez, de la simplicidad, de la pobreza, de la fidelidad, del silencio contemplativo, de la virginidad, de la pureza, de la alegría profunda que el mundo no puede dar. Ven Espíritu Santo, ven a prolongar esta Navidad en nuestra vida, ven a través de la poderosa intersección del Corazón Inmaculado de María Amen

Hoy vamos a dejar de lado los testimonios sacerdotales y en cambio voy a leerles una carta a Jesús escrita por el padre jesuita Jonh Sobrino inspirado por el Espíritu Santo.”Querido hermano Jesús, siempre es bueno preguntarnos quien sos, Navidad parece que nos lo facilita. Naces en una familia pobre y honrada, pastores y sabios llegan a visitarte, los ángeles cantan como buenos poetas y sin embargo, mucho me temo hermano Jesús, que Navidad no ayuda mucho a conocerte, a veces ocurre lo contrario. A esta ignorancia y peor aún al engaño nos induce el aire que respiramos día a día. Quien de verdad se ha acercado es el dios mercado, el más activo juez que decide sobre salvación y perdición. Es evidente que en estos días nos empuja el consumo pero no es solo eso lo más pernicioso. Quieren configurar nuestro modo de pensar y esperar y ponernos lo que es normal y lo que no lo es, forzarnos a ser competitivos aunque la fraternidad muera con ello. Promete bendición, hoy por hoy su oferta más clara es el buen vivir y el éxito para relativamente pocos y ojalá tampoco ocultemos las tradiciones religiosas de estos días o por exceso de sentimentalismo cuando lo reducimos a un infante sin una palabra seria que decirnos y por eso con el peligro de infantilizarnos

O por exceso de solemnidad cuando lo presentamos como descendiente de algún rey o pretendiente de algún trono, alguien que quiere reinar y hacernos súbditos y no hermanos y hermanas. Francisco de Asís a base de locuras llegó a ser el más cuerdo de todos. Para celebrar Navidad inventó el nacimiento, nada de Santa Claus, trineos, ni nieve que no los hay en Palestina sino seres humanos llenos de vida, de trabajo y de amor. Las figuras de José y María nos dicen bien de donde venís. De tu padre José hombre justo aprendiste a ser trabajador y honrado, soñador de libertad y luchador por la justicia. De tu madre María, la buena vecina, aprendiste el cuidado cotidiano y la ternura y aprendiste a alegrarte en el Dios de los pobres. Para sorpresa y espanto de muchos hasta el día de hoy, decía María que Dios derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes, que a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Hermano Jesús, vos que ves en lo escondido más allá de apariencias e hipocresías estoy seguro que al mirar a este, nuestro mundo, vos también ves lo que hay en él de un gran nacimiento.

No me refiero a esa construcción que llaman el mundo globalizado sino a lugares, grupos y personas que con sus vidas mantienen al mundo en pie. Con ojos limpios amantes de la verdad, con hambre y sed de justicia, con trabajo por la paz y me parece muy importante recordarlo en nuestros días para conocerte bien, también a través de leyendas vivientes, tus testigos de hoy y para renacer nosotros en Navidad. Marías hay muchas, en las esquinas, en los mercados populares como las hubo en refugios y como las hay en muchos hogares cargando con el peso de los hijos y de la casa y hay otras Marías como las 4 religiosas mártires norteamericanas o las que sufren en Sudán o los que son perseguidos y muertos en Paquistán Que si son madres llenas de esa inmensa riqueza de ser mujer. También hay Josés, campesinos y obreros que se rebuscan para vivir y llevar vida a la casa. Con frecuencia abandonan tierra y hogar para poder mantenerlos desde lejos. Pero Herodes sigue matando sin piedad. Según la ONU la mitad de los 2.000 millones de niños en el mundo viven en extrema pobreza y al año mueren de hambre 5.000.000 de niños

Y bien sabemos que según donde nace el niño así será su Navidad. Los costos de la gestación y nacimiento de un bebe en los Estados Unidos son 400 veces mayores que en Etiopía. Así es el mundo globalizado. Pastores pobres con trabajo mal pagado, sin trabajo, sin dignidad y sin nombre es lo que más abunda en nuestro mundo y no hace falta repetirlo. Siguen esperando salvación, siguen rezando a su Dios, que a veces no es el Dios oficial y a vos Jesús, bien lo sabes, no te tienen miedo. En su inmensa mayoría no saben bien quien sos, son incapaces de repetir y menos de comprender las fórmulas ortodoxas pero intuyen que sos de los suyos, y tienen toda la razón. Hoy se movilizan y mueven a otros a unirse a movimientos y organizaciones de todo tipo, mujeres, indígenas, ecologistas, ecuménicos, interreligiosos, de derechos humanos, de solidaridad. A veces se juntan por miles y los une la esperanza de que otro mundo es posible. Algunos sabios los realizan periódicamente y hacen propuestas para caminar en esa dirección. ¿Cuánto poder tendrán? Dios lo sabe pero mantienen una esperanza

Que los pastores de hoy junto con algunos sabios acumulen fuerza y vigor para cambiar un mundo inhumano y en cualquier caso que el poder que acumulen tome un sesgo humanizador y no como el de los poderosos de siempre. Hermano Jesús, en la medida en que reproduzcamos en nuestra vida a la buena vecina, a un varón justo, a pastores de vida difícil, a sabios inquietos estaremos existencialmente, más cerca de vos, comprenderemos mejor lo que fuiste, el mayor, misericordioso y fiel, defensor del débil y profeta contra el opresor, comprenderemos mejor tu cruz y no será una sorpresa total que Dios te devolvió la vida para animarnos, inspirarnos, humanizarnos y escucharemos tu palabra. Así te recordamos hermano Jesús y te celebramos y te hacemos presente en vivo en una eucaristía, una comida de hermanos y hermanas. Estás presente en el pan y el vino y estás presente de manera entrañable cuando nos amamos los unos a los otros como vos nos has amado. Entonces te hacemos presente a este mundo que tanto te necesita y entonces brilla el servicio, la fraternidad y el amor. Este es el ideal de la  humanidad de siempre.

El pregón que hemos escuchado dice que naciste cuando todo el orbe estaba en paz. Por eso Navidad es un tiempo de paz pero es a la vez clamor a construir la paz y por cierto no la pax romana y la acción obligada de lo sometidos tan parecida a la paz que hoy quiere imponer por doquier el imperio del norte sino el shalon, un mundo en paz y justicia, reconciliación y fraternidad. Y ojalá comencemos esa noble tarea por nosotros mismos, por nuestra familia, nuestra casa, nuestra comunidad. Si algo bueno, humano y cristiano se conserva todavía de las tradiciones navideñas es la cena de familia todos alrededor de la mesa. Ojalá en las comidas de estos días podamos compartir cariño, comprensión, reconciliación y también perdón cuando sea necesario, que sanen las heridas y abunde la alegría. Así celebraremos Navidad como Dios manda y nos alegraremos de que hayas venido y te hayas quedado con nosotros, nos alegraremos de que con vos y en vos Dios está con nosotros. Es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Esta es en síntesis la carta a Jesús del padre jesuita Jonh Sobrino

Hoy quiero hacerles a ustedes un pequeño regalo de Navidad, un regalo espiritual que es también mi oración, mi alegría de estar con ustedes cada sábado compartiendo estas palabras de vida y por eso estos tres regalos para ustedes. El primero cortito, “Un día Jesús regresó visiblemente a la tierra, era Navidad y se habían reunido muchos niños para la fiesta. Jesús se presentó en medio de ellos y los niños lo reconocieron y lo aclamaron. Uno de ellos comenzó a pedir que regalo les había traído Jesús y así lo hicieron todos los chicos presentes preguntando donde estaban los regalos. Jesús no respondía y extendía sus brazos. Finalmente uno de los chicos dijo, ven que no trajo nada, entonces es verdad lo que dice mi papá, la religión no sirve para nada, no te da nada, no tiene ningún regalo para nosotros. Pero otro chico replicó Jesús alargando sus brazos, quiere decirnos que se trae a si mismo, que El es el don, el regalo, es El que se entrega a nosotros como hermano, como hijo de Dios para hacernos a todos hijos de Dios como lo es El”  El regalo más grande de esta Navidad es Jesús, como decíamos también el sábado pasado

Hay un chico de nombre Valentín que yendo y en la escuela tenía siempre cerrado el puño de la mano izquierda. Interrogado por la maestra se ponía de pie y respondía teniendo el puño cerrado, si escribía lo hacía con la mano derecha y conservaba cerrado el puño de la izquierda. Un día la maestra por satisfacer a los otros alumnos, por curiosidad le preguntó a Valentín el porque de esa actitud. Primero no quiso responder pero ante la insistencia de la maestra y para dejar tranquilos a sus compañeros se decidió a develar el secreto. El motivo por el cual tengo siempre el puño cerrado es muy simple, cuando cada mañana parto de casa para venir a la escuela mi mamá me da un beso fuerte en la palma de la mano izquierda y después, cerrándome suavemente la mano me dice sonriendo, mi querido Vale tené siempre cerrada así en tu mano, el perfume del beso de tu madre y yo para tener este beso siempre conmigo tengo siempre la mano izquierda así para conservar mi tesoro.

Por eso, a vos te digo conservemos estrechamente el amor que nos trae Jesús niño en esta Navidad, no lo perdamos en los días sucesivos por las excesivas preocupaciones de la vida cotidiana, no perdamos la fragancia de este amor incondicional, gratuito que se derrama sin condiciones. Dejemos que el perfume del Dios encarnado permanezca en nuestras vidas, criterios, actitudes, opciones, palabras, pensamientos, gestos porque estamos en Navidad y porque estamos en Navidad es posible empezar de nuevo, claro que sí. El camino es tan sencillo como difícil, hay que empezar de nuevo, recorrer despacito el camino hacia Belén, sentirnos rechazados en cada posada, buscar refugio en un establo y sentarnos a la vera del pesebre para esperar el primer berrido. Así ser José en la valentía y en la esperanza, ser María en la donación y la entrega, ser los pastores en la humildad y la sencillez, ser los reyes resignando la sabiduría delante de la grandeza. Se puede empezar de nuevo, se debe empezar de nuevo seguir creyendo, empezar a crecer, cree y creerle, abandonarse en El, se puede. Es la invitación que el Señor te hace y la propuesta que El te hace

Por eso en estos días, quédate un largo rato en silencio contemplando el pesebre aunque más no sea el pesebre de tu casa pequeño y sencillo o el pesebre de la iglesia quizás mas artístico o más grande pero quédate en silencio, contempla el pesebre porque el pesebre tiene en si mismo un valor pedagógico inmenso, contempla el pesebre, contempla en silencio y que te hable el pesebre al corazón, que te hable de actitudes, de criterios, de gestos que necesitas recuperar en tu vida personal, matrimonial, familiar, comunitaria. Yo creo que hay tres desafíos para esta Navidad en esta palabra que se hace carne y la primera es hacer silencio, silencio contemplativo, silencio interior y exterior para escuchar a Dios, escuchar a ese Niño frágil, Dios hecho hombre. Me parece muy importante ir de la dispersión a la interioridad que nos permita reconocer la visita de Dios para mi y para cada uno en esta Navidad. Como decía el sacerdote español José Luís Martín Descalzo Adelgázame, mi amor, mi voz ahora, déjala ser silencio, llama pura, río de monte, soledad sonora, álamo respirando en la espesura. Está pidiendo la gracia del silencio

Como necesitamos vos y yo pedir la gracia del silencio, silencio contemplativo eh, no silencio vacío, silencio exterior e interior, silencio de ruidos interiores, esos ruidos que nos machacan, que nos quitan la alegría, la paz, el equilibrio. Pero también aparte de hacer silencio, la segunda propuesta o desafío para esta Navidad es hacerle sitio, hacerle lugar, desde la imagen de María embarazada junto a San José buscando un sitio digno para el nacimiento del Niño Jesús, es muy importante que en esa búsqueda de Dios buscando sitio entre los seres humanos, vos le des un lugar en tu vida, en tu mente, en tu corazón, en tus anhelos, proyectos, esperanzas. Francisco Luís Bernardes el gran poeta argentino nos dice “mientras el Señor pedía de puerta en puerta un lugar, para nacer y salvarte de tu propia soledad, tú con la puerta cerrada, preferías tu orfandad” Hermoso lo que nos dice Bernardes. Pero también y en tercer lugar, el desafío de Navidad es hacernos niños. Hay que volver al pesebre a rescatar al niño que llevamos en el corazón y que nuestra madurez entre comillas, tiene arrinconada, madurez que muchas veces no es más que acartonamiento, estructuramiento, falta de espontaneidad, confianza. Esa madurez, entre comillas, que lo tiene arrinconado, amordazado, sin permitirle jugar ni cantar.

Hacernos niños. Hay que volver al pesebre a tocar la debilidad de Dios y a comprometernos seriamente a cuidar de sus hijos más frágiles y por lo tanto, más parecidos a El. Los heridos de todo tipo, de nuestra familia, los enfermos, los solos, los presos, los ancianos, los pobres y hacernos niños, ir al pesebre es para nosotros, los adultos, un camino de subida, penitencial y hermoso, un itinerario de despojo que es el que nos ofrece este tiempo. Navidad es también tiempo de despojo, porque el Dios grande y todopoderoso se despoja de todo para abajarse, este Dios que siendo grande se hace pequeño, siendo fuerte se hace débil, siendo rico se hace pobre, siendo Dios se hace hombre, camino, historia, fragilidad, vulnerabilidad por vos y por mi y por eso es tiempo que vos también y yo nos despojemos. Que nos despojemos de todo aquello que son falsas seguridades, orgullo, auto suficiencia, quejas, todo aquello que es replegarse sobre uno mismo y que realmente nos pongamos a vivir la Navidad. Y con estos tres desafíos que te dije, hacer silencio, hacerle sitio, hacernos niños

Como mañana es la fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth quisiera hablar un poquito sobre la familia y hablar de la Navidad quizás desde la mirada de San José y también desde testimonios que nos dan algunos matrimonios. En esta fiesta habría mucho que decir por la familia pero no podemos porque tenemos poco tiempo. Vamos a tratar simplemente de descubrir lo que nos cuenta un matrimonio, Pedro Puente y su esposa, dicen que la familia es el lugar de la vida y por ejemplo, se pregunta ¿Dónde habrá aprendido Jesús a rezar a Dios diciéndole Padre, papá, Abba, me pregunté muchas veces y la respuesta fue simple, de María y de José porque también nuestra fe esta encarnada en una cultura, en un montón de pequeñas costumbres que van orientando nuestra relación con los otros, con el mundo, con el misterio. Cada lugar, cada momento se carga de significado cuando un pequeño mira el rostro de su padre y de su madre, descifra en ellos el sentido profundo de los actos y acontecimientos y lo ayudan a tomar una posición frente a ellos. La actitud de los mayores enseña, invita al niño a valorar cada gesto, cada mirada, cada cosa, no es tan solo un contenido de catequesis lo que se mama en la familia sino una forma de vida, un estilo, una sensibilidad frente a los misterios propios de vida.

Esto es fundamental para ir armando la propia estructura interior pero ojo, no pensemos solo en el crecimiento de los hijos sino también de los padres y adultos que comparten esta comunidad de vida. Aún nos queda mucho por aprender y los pequeños, muchas veces, suelen dar ejemplo del espíritu que nos guía y de nuestros huecos e inconsistencias y nos cuenta Pedro, me viene a la memoria un diálogo que tuvimos el otro día con mi hijo de 8 años sobre Jesús, hablábamos de ver a Jesús en los ojos de la hermanita recién nacida cuando el dijo que a Jesús no se le veía, yo le dije que para ver a Jesús hay que aprender a mirar, el insistió en su posición y me vino a la mente cuando el maestro predicaba en Nazareth, le expliqué lo que le pasaba a Jesús con sus vecinos con una traducción libre y actualizada, ¿eh, pero ese no es el pibe de la esquina, el hijo del carpintero? ¿Qué se la da de maestro ahora? yo lo conozco desde que tenía un metro de altura que Dios ni ocho cuartos. Nos reímos un rato pero quise mostrarle que aquella gente aún teniendo a Cristo cara a cara no lo descubrieron y creo que eso es lo que tenemos que lograr en la vida familiar, profundizar con el amor la mirada del corazón y el espíritu para descubrir a Cristo que camina con nosotros y se sienta a nuestra mesa

Esta experiencia de fe cotidiana no es tan rara como parece, hay muchos ejemplos de nuestro entorno que hoy nos hablan, uno que hoy expone la iglesia con deslumbrante claridad es por ejemplo, la familia de Santa Teresita del Niño Jesús, cuyos padres fueron beatificados recientemente Luís y Celia Marten que vivieron y comunicaron la vida transformada en vida nueva empapada en el evangelio. Su historia podría ser la de cualquier familia como la de la familia de Nazareth pero la conciencia de la entrega dentro de su pequeña comunidad familiar, de haber gastado la vida en ella, de haber dado todo por amar allí hasta el extremo, dio frutos generosos en cada una de sus hijas. Al detenernos, por ejemplo, sobre aquel último año que Luís Marten compartió con Teresita antes de su entrada en el Carmelo, podemos descubrir que solo un corazón arraigado en Dios supo reconocer y aceptar la voluntad de Dios revelada en los deseos de una niña de 15 años que insistía en ingresar en la vida religiosa contra todo consejo. En aquella pequeña comunidad familiar se vivió el evangelio. Por eso entonces, la familia es el hogar del ser humano

Cuando alguien me pregunta ¿Cómo es el cielo para ustedes, como se lo imaginan? Y bueno yo me imagino el cielo como mi casa, como cuando voy a visitar unos días a mi mamá. No hay otro lugar mejor para mí y esa es la familia. Porque esta primera comunidad humana formadora del ser humano en su propia humanidad y es en ella donde se cuela Dios en la historia ¿a ver, como explicarme mejor? El ser humano se hace más profundamente humano modelando su vida con sus vínculos y de esa manera manifiesta más claramente la imagen de Dios que él es. El ser humano se socializa primero en familia, esto lo hace más humano y por lo tanto manifiesta más claramente el proyecto de Dios que lo modeló. Las Sagradas Escrituras recurren permanentemente a los lazos familiares, experiencia humana donde el ser humano descubre el amor para referirse a la relación entre el hombre y Dios. Por ejemplo se habla de esposo, esposa de padre, madre, hermano. Cada vínculo enriquece de manera particular la experiencia del amor humano pero si nos detenemos un momento creo que podemos descubrir que no se trata tan solo de una similitud. Dios es amor y solo de El procede todo bien, todo lo bueno.

Estos primeros vínculos que nos forman son verdaderos lugares donde se manifiesta el amor. La comunicación de su amor se hace con esos lazos humanos con que el hombre, mujer se va tejiendo. Cada manifestación de amor familiar es una revelación del amor de Dios, es su expresión. Que grandioso poder tomar conciencia de esto! Ser papá, por ejemplo, significa, asumirse como imagen de Dios padre y dejarlo a El que se exprese cada vez que hacemos un gesto de cariño o contemplar la maravilla de saber que mientras mamá da el pecho al pequeño la mirada fija en los ojos de su madre como ayer cuando bauticé a esos niños y estaba dándole el pecho y el niño mamaba y tenía la mirada clavada en los ojos de su mamá. Que maravilla, que comunicación más plena cuando uno ve eso ¿no? puede ver en los ojos de su madre la mirada providente de Dios que sostiene y cuida la vida o a la inversa, la mamá con su bebe, saber con absoluta certeza que esa mirada compinche que cruzamos un instante con nuestra esposa, esposo no es otra cosa que el reflejo impecable del rostro del amado, o reconocer de pronto a Dios mirándote desde los ojos de tus hijos

¿Cómo no abrirse entonces a la pedagogía de esta experiencia de paternidad desde donde podemos asomarnos al amor de Dios, al amor que Dios Padre siente por sus hijos? Recibir así la caricia o el reproche como el paso de Dios por mi vida, asumir lo cotidiano como parte natural del amor de Dios que trabaja amasando la vida de cada miembro de la familia. Hace de la familia un lugar privilegiado donde descubrir la belleza de lo humano al mismo tiempo que la humanidad de Dios que quiso usar pañales. Por eso la familia es levadura en la masa, la familia, digamos así, no tiene un apostolado propio porque su misma vida tiene que ser apostolado, apostólica. La comunidad de vida y amor debe ser también una comunidad creyente y evangelizadora pero ser creyente es un combate cotidiano, una búsqueda permanente de seguir fielmente las huellas del maestro y esto no puede hacerse sin una comunidad. La familia es la primera comunidad de creyentes, de quienes comparten fe y vida, en ella el evangelio es trasmitido no solo de padres a hijos sino también a la inversa en un verdadero diálogo generacional. La familia es evangelizadora en la misma medida en que toda su vida se vive desde la fe

No importa si me estás escuchando y me contás en un sms que estos días son terribles para vos porque te tuviste que separar de tu esposo porque te agredía y te golpeaba o a lo mejor escuchás estas palabras y se te llenan los ojos de lágrimas porque notas que estás tan lejos de esto que estamos diciendo. Sin embargo yo te digo, es posible empezar de nuevo ¿Por qué? Porque vos tenés la fe y porque Jesús está en medio nuestro porque es Navidad, porque la familia cristiana tiene su lugar en el mundo y en la masa social. Allí ama, cree y evangeliza, allí llora las cruxificciones cotidianas y canta el anuncio de la resurrección pero su voz, la voz de la familia cristiana en un mundo oscuro, difícil, tremendo se funde en el bullicio como el agua en el vino del altar, allí canta y camina de la mano de María. Si, desde el interior del mundo nos animamos a pensar como han repetido el sínodo de los obispos recogiendo la llamada del Papa Juan Pablo II en Puebla “la futura evangelización depende en gran parte de las familias es decir de la iglesia doméstica” de tu familia, allí donde estés, allí donde te encontrés. Que la presencia de la Sagrada Familia de Nazareth en tu familia, de Jesús, de María, de José te de ánimo para caminar caminos nuevos, también en tu hogar, en tu matrimonio, con tus hijos. Adelante entonces, porque es posible, porque estamos en Navidad

Oración final

Señor Jesús, vos viviste en una familia feliz, hace de cada casa una morada de tu presencia, un hogar cálido y dichoso, que venga la tranquilidad a todos sus miembros, la serenidad a nuestros nervios, el control a nuestras lenguas, la salud a nuestros cuerpos. Que los hijos sean y se sientan amados y se alejen de ellos para siempre la ingratitud y el egoísmo. Inunda Señor, el corazón de los padres de paciencia y comprensión y una generosidad sin límites. Extende Señor, un toldo de amor para cobijar y refrescar, cantar y madurar a todos los hijos de la casa, danos el pan de cada día y aleja de nuestra casa el afán de exhibir, brillar y aparentar, líbranos de las vanidades mundanas y de las ambiciones que inquietan y roban la paz, que la alegría brille en los ojos, la confianza abra todas las puertas, la dicha resplandezca como un sol, sea la paz la reina de cada hogar y la unidad su sólido entramado. Te lo pedimos a vos, Jesús, que fuiste un hijo feliz en el hogar de Nazareth junto a María y José Amen

                                                                                Padre Rubén Francisco Bellante