El futuro: Las Metas

jueves, 14 de enero de 2010
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29/12/2009 – Hoy hay una caída estrepitosa de los sueños y de un conformismo con metas baratas, mediocres, poco significativas, superficiales. Proyectos sin esfuerzos.
Jesús tuvo grandes sueños, grandes metas. No era un idealizador de la realidad. Era un idealista. Su sueño era el Reino de Dios y ese sueño sigue estando. Su estrategia para alcanzarlas.

 LA COLINA DE LA VIDA
Casi, casi nada me resulta pasajero,
todo pende de mis sueños y se acopla a mi espalda,
y así subo muy tranquilo a la colina de la vida.
Busco hacer pie en el mundo al revés,
busco algún buen amigo para que no me atrape, algún día,
temiendo hallarla muerta, a la vida.
(León Gieco)
Esta canción es un mensaje para aquellos que piensan que la vida es una colina permanente, constante. Mucha gente desconoce la satisfacción, desconoce que la vida es una colina con instancias donde uno tiene que esforzarse, pero también otras donde uno se desliza por un tobogán.
    Para aquellos que, mas que vivir la vida la soportan y ni siquiera se les ocurre pensar que merecen cosas buenas. La vida no es esfuerzo permanente. Si no nos permitimos obsesionarnos con un sueño, si no nos permitimos recibir el poder y la y la energía que da el entusiasmo para lograr cualquier meta, si no nos permitimos que lo que en nuestro inconciente está pulsionando por una vida feliz, difícilmente vamos a poder establecer una meta.
    Las personas así están muchas veces mucho tiempo concentrados en los “debería” propios y ajenos, o demasiado ocupados en reaccionar, en atajar las pelotas que andan dando vueltas por el aire, demasiado ocupados en sobrevivir.
    A estas personas en primero lugar, quiero decirles que el deseo, cuando se dirige, es poder; y que es urgente y necesario que contacten con el deseo.
    Para fijar metas, es necesario ‘correr el velo’ de los ‘debería’, de ‘esto no se puede’. Imaginemos que volvemos a nacer, que borramos el pizarrón y comenzamos a escribir de nuevo ¿qué escribirías?
    Si tenés un problema, la solución de ese problema puede ser una meta. No es necesario que sepas cuál es la solución. Simplemente debes saber que quieres resolverlo. Otras metas pueden ser estudiar algo, sanar un vínculo, viajar, acercarse más a Dios, cambiar algo de uno mismo –física o psicológicamente-,, aprender a decir que no, mejorar la relación con los hijos o con el cónyuge, dejar de pre-ocuparse, dejar de controlar, aceptar a determinada persona…¿qué querés? Anotalo, desde lo más insignificante hasta lo más grande. Aunque sean caprichos. No te preocupes. Lo que no tengas que tener no lo vas a tener, así que no te pongas en el lugar de Dios, y eliminá los debería
Así de simple: en algún momento, tenés que “escuchar tu propio deseo”. Omitir no los “deberes” sino los “debería”. Esa también puede ser una meta: liberarnos de tantos “debería”. Porque además, los debería son facturas impagables: ocupan el tiempo, el lugar y la energía de tus sueños, tus deseos, tus metas.
Jesús tuvo serios problemas con los fariseos porque vivían anclados en los “debería”. Tenemos el 75% de la vida seguramente embretados en los debería, y terminamos raquíticos, sin saber siquiera lo que quiere y lo que siente, y necesitado de sacar grandes capas de asfalto y de andamiaje que nos hemos puesto sobre los deseos. Y no hay que hacerles un análisis demasiado racional. Los deseos son deseos
Después veremos si esas metas son posibles o no. Primero, sacudamos un poco la cabeza y conectémonos simple,  directa y espontáneamente con nuestros deseos, porque eso es contactarse con el motor que tenemos. Y luego fijarlos como visión. No son decisiones. Son sueños, deseos, que se convierten en meta. Hay metas diarias, semanales, anuales. Anotar los deseos ayuda mucho a organizarse. Y luego digámosle a Dios que esas son las cosas en las que estamos realmente interesados. Y pidámosle su ayuda. Y después, humildemente, digámosle “hágase tu voluntad y no la mía”.
A esto se le llama diálogo: yo pongo lo mío, espero que Dios ponga lo suyo. Y después de alguna manera, lo suelto. Soltar-abandonar, no. Soltar-darlo por muerto: no. Soltar-dejar de desear: no. Soltar significa no obsesionarse ni por el ‘cómo’ ni por el ‘cuando’ ni por el ‘y…si…’. No obsesionarse por nuestro propio esfuerzo, porque podemos caer rendidos antes de tiempo. Ya está puesto en un papel: no lo controlemos. Soltemos y al mismo tiempo guardémoslo en el papel. Y periódicamente recordémoslo y recordémosle a Dios que tenemos ese deseo.

En nuestra mente tiene que haber un lugar para los deseos. Si no, siempre vamos a estar confundidos, indecisos. Si nunca dejamos emerger a la conciencia nuestros sueños, es como que perdemos la sal de la vida. Cuando Jesús dice “vine a traer fuego, y cómo desearía que estuviera ardiendo”, estaba conectado con su fuego interior, con su meta. Después la plasma en una estrategia, después reza, va viendo paso a paso, día a día, cuál es la forma de hacer ‘arder’ al mundo.
Pide un deseo, el que más quieras, en el camino cuando lo esperas.
Dale sentido, mientras esperas. Porque cambia la suerte con cada moneda.
Solo hay que saber soñar
Que no se rinda el corazón, Que siempre hay algo que desear.
Que no se rinda el corazón, La vida que te espera es el amor.
Que más desear.

Pide un deseo, el que más quieras, mientras la Luna brilla ahí afuera,
y no renuncies, si no lo alcanzas, si se escribe el destino con cada esperanza.
Solo hay que  saber soñar.Soledad

    Muchas veces tomamos demasiadas decisiones y no tenemos metas. Es algo así como si encendiéramos el auto y no sabemos muy bien a dónde vamos, pero ‘hay que encender el auto’. Y comenzamos a funcionar como máquinas sin darnos cuenta. Es lindo, a medida que van cambiando los itinerarios imaginados, ir poniendo nuevas metas. En este sentido, también Jesús nos enseña la flexibilidad y la capacidad para volver a hacer una apuesta en otro rumbo cuando nos damos cuenta de que la primer apuesta fracasa. Esa flexibilidad es la que nos permite estar en continuo contacto positivo con nuestros deseos y convertirlos en metas.

    Hay personas que se han olvidado del sabor que tiene el éxito –éxito no desde lo obsesivo sino desde lo humano-. El éxito trae una experiencia de satisfacción que es necesaria para el auto-conocimiento de nuestros límites, nuestros talentos, nuestras posibilidades. Y alcanzar una meta es una experiencia de éxito que sobre todo en la primer etapa de la vida es una experiencia muy edificante de la personalidad. Y la meta pasa a ocupar ese lugar e motor y de autoconocimiento.
    Hay metas que son conductuales (por ejemplo lo que se refiera a hábitos, es decir, lo que queremos lograr como un programa de conducta, como podría ser caminar media hora diaria). Estas metas son muy importantes porque nos ayudan muchas veces a reconocer lo que queremos. Definirlas por escrito nos da la posibilidad de darnos cuenta quienes somos, cuales son nuestras metas y cuales las metas de los demás, y quienes son los demás. Además si las tenemos claras vamos a saber defender dentro de mi rutina, de mi vida diaria, el espacio y el tiempo que necesito para eso. Así es como vamos ordenando nuestra vida y vamos focalizando hacia lo que queremos. Solo cuando hayamos definido qué es lo que queremos y qué no, podemos definir los medios que nos ayudan a alcanzar esas metas. Entonces se pueden priorizar algunas tareas, y se puede ir preguntando cada uno: ‘esto que estoy priorizando ¿sirve a mis metas o no?’
    Hay metas de resultado. Esas nos pueden ayudar a concentrar nuestra energía en una dirección. Por ejemplo: mi meta es conseguir un trabajo. Se trata de ir en pos de un resultado. A partir de esa meta de resultado, puedo fijar metas de conducta. Por ejemplo, para conseguir trabajo me propongo este mes acudir por lo menos a 5 lugares claves. Esto ordena la cabeza y la vida, y nos acerca al sentimiento de éxito, porque a lo mejor no consigo el trabajo, pero sí voy tachando día a día las visitas que me había programado, entonces no puedo decir al cabo de un tiempo ‘soy un fracasado’, porque tal vez no obtuve el resultado, pero sí tuve éxito en las metas conductuales que me propuse.
    Y aquí viene otra cosa muy importante: saber agradecer las metas que se van alcanzando. Los éxitos y los agradecimientos son piedras fundamentales no solamente de la vida sino de la identidad. Cuando nunca hay éxitos, cuando nunca hay premios,  cuando nunca hay aplausos, cuando nunca hay reconocimientos, nuestra vida se hunde, nuestra autoestima se hunde y nuestra personalidad se resquebraja. Pero a veces no hay nada de esto sencillamente porque estamos tan obsesionados con determinado resultado que no nos permitimos premiarnos por pequeñas metas que sí hemos alcanzado.
    En la primer etapa de la vida necesitamos incluso la competencia sana (no la rivalidad), que tiene que ver con un medirse con los otros para conocerse. Midiéndonos con los demás es que justamente nos damos cuenta hasta dónde podemos llegar nosotros. Digo esto porque a veces nuestras metas son tan elevadas! Los propósitos que nos hacemos son tan grandes! A veces somos demasiado ambiciosos, y en lugar de estar conectados con nuestros sueños, estamos fijando metas desde los “debería”. Nuestras células no nos engañarían tanto. El que sabe cuánto ha podido alguna vez –por eso es importante el reconocimiento, el aplauso, el éxito- puede aceptar con mayor facilidad aquello que no sabe hacer, es decir, aceptar los propios límites. Difícilmente un pianista vaya a estar frustrado por no tocar bien el violín.

“Hay quienes luchan un día, y son buenos; Otros que luchan un año, y son mejores.
O bien muchos años y son muy buenos; Pero hay quienes luchan toda la vida:
ELLAS Y ELLOS SON LOS IMPRESCINDIBLES”.

El tiempo es veloz , tu vida esencial , tu cuerpo en mis brazos me ayuda a estar contigo
quizás nadie entienda , vos me tratas como si fuera algo mas  que un ser

Te acuerdas de ayer , era tan normal , la vida era vida y el amar no era paz , que extraño
ahora me siento diferente , pienso que todavía me quedan tantas cosas  por dar

No ves que todo va todo creciendo hacia arriba y el sol siempre saldrá
mientras que a alguien le queden ganas de amar

Perdóname amor por tanto hablar , es que quiero ayudar al mundo a cambiar , que loco
si realmente se pudiera y todo el mundo se pusiera alguna vez a realizar

Hagámonos , por respeto a nosotros mismos, a nuestros ritmos y los de nuestra alma, un espacio antes del fin de un año que se va para despedirlo, y para dejarnos inundar por esta conciencia de la vida que fluye, que no deja de ser un misterio y que de alguna manera como seres humanos necesitamos comprender, ordenar, concienciar, pautar, tomarlo para bien y desarrollo nuestro y de todos.