17/12/18- En estos últimos lunes del año el Padre Mateo Bautista, sacerdote Camilo, Master en pastoral de la salud y Licenciado en teología moral y espiritual, nos seguirá acompañando en el ciclo: “Te cuento un cuento para sanar”, en un momento litúrgico tan especial como es el Adviento.
El nombre del cuento en esta oportunidad fue “Estoy hablando con tu Madre”:
Érase que se era una solterona empedernida. Lo había intentado, pero nunca llegó con ningún galán a la operación final del matrimonio. ¡Y llevaba muy mal la soledad de su soltería! Porque, lo que no se asume…
Con Dios ya no insistía pues estaba un poco resentida con él.
¡Cómo puede ser que Dios no me haya dado un novio!
Y como nuestra solterona, de nombre Eloísa, escuchaba poco, es decir, casi nada a nadie, también en la oración hablaba, hablaba, hablaba y nunca escuchaba a Dios, que seguro le hubiese susurrado en lo hondo de su corazón:
Dime, mi querida Eloísa, ¿no será que no encuentras novio porque no te preguntas qué tienes tú que cambiar y qué tienes para ofertar de bueno a un hombre, aunque sea un solterón como tú?
Y Eloísa seguía soñando con un galán que la hiciera feliz y no con un galán a quien hacer feliz.
Pero el novio no llegaba ni con limosnas “coimeantes” a San Antonio. Eloísa decidió acudir con mucha fe a la Virgen María; ella que era mujer y madre…
Seguro que la virgen me entiende y me va a ayudar a encontrar un marido que me haga feliz.
Y todos los días acudía ante la imagen de la Virgen de su parroquia. Pasó el tiempo. El novio no llegaba. Eloísa, que antes rezaba en profundo silencio, consideró que debía orar en voz alta, como para pujar más. Y así lo hizo.
El cura, sacristán y monaguillos estaban admirados, pero su prudencia les aconsejó esperar a que aquella “neura” se le pasara a Eloísa. ¡Total, como casi todos la conocían…!
Pero el asunto fue a mayores. Eloísa cada vez levantaba más el tono. La cuestión se hizo compleja porque nuestra solterona desestimó las advertencias que le hacían llegar los monaguillos, el sacristán, el párroco y hasta algunos fieles que acudían a rezar.
Como aquello no se remediaba, un día, un monaguillo ideó una estratagema. Muy disimuladamente se colocó debajo del amplio manto de la Virgen y esperó pacientemente la llegada de Eloísa. Esta, como siempre, oró en voz alta:
Virgen santa, te lo ruego, concédeme un novio, que me voy a quedar solterona para vestir santos.
Y una voz infantil respondió:
Eloísa, Eloísa, soy el niño Jesús y te digo que te quedarás soltera para toda la vida.
Eloísa clavó los ojos en la imagen del niño Jesús y con tono piadoso pero agrio le contestó:
¡Niño Jesús, haz el favor de callarte que estoy hablando con tu madre!
Este cuento tiene cosas muy profundas. Primeramente trazamos las características de la protagonista del cuento, Eloísa. “Hemos dicho que cuando estamos en sufrimiento muchas veces nos victimizamos, somos el ombligo del mundo, nadie nos entiende, creo que también Eloísa buscaba mil excusas para no salir sus esquemas mentales; por eso el sufrimiento no sólo es un tema emocional sino que los sufrimientos hay que pasarlos por la inteligencia, por los vínculos, por los valores, por la espiritualidad”.
La principal virtud que tenemos que tener cuando estamos en duelo es la humildad
“La humildad junto a la fe es más importante que la paciencia y la fortaleza. Encerrase como una nuez es una de las mejores expresiones de la soberbia humana. Por eso tenemos tres palabras maravillosas a las cuales acudir cuando estamos en sufrimiento: comunidad, comunión y comunicación; con esas tres palabras practicamos la humildad”.
Al pesebre también le corresponde la cruz
“Tendríamos que poner una cruz en el Pesebre porque es ese mismo Niño nuestro Salvador, el mismo que sufre en la Cruz, para recordar que nos redimime con su Vida, con su Palabra, con su sufrimiento, con su Muerte y Resurrección. No olvidemos nunca que quien contemplamos en la cuna es a quien veremos en la cruz”.
La receptividad de María en la Navidad
María es receptiva, Ella recibe una vocación, se abre totalmente y permite que el Hijo de Dios tome carne humana en su carne. “María nos psicoeduca en a Navidad. En Navidad se celebra una acogida, la hospitalidad, tenemos que tener la misma actitud que la Virgen en la Anunciación: abrirnos para quedar embarazados del hijos de Dios”.
No te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.
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