El Espíritu Santo formó la comunidad de los primeros cristianos

jueves, 10 de enero de 2019
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10/01/2019 – La hermana María de la Paz Carbonari retomó sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles diciendo que “el autor Lucas utilizó como fuentes y documentación las radiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía, el testimonio personal de san Pablo y también un diario de viaje que narra la actividad misionera de este apóstol. Desde tiempos antiguos ha llamado la atención en el Libro de los Hechos que a partir del capítulo 16 aparezcan y desaparezcan textos en los que el autor pasa a utilizar la primera persona plural ´nosotros`. A esto se lo ha llamado como ´secciones nosotros`”.

La religiosa indicó que “Lucas no es un cronista que escribe la historia completa de orígenes cristianos. Su finalidad es poner de manifiesto la acción del Espíritu Santo, que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más lejanos. Podemos preguntarnos si Lucas intentó escribir un “Libro histórico” al componer Hechos. Y podemos decir que Hechos es una predicación, Lucas intenta mostrar la propagación del Evangelio, movida por la fuerza del Espíritu Santo desde Jerusalén hasta el confín de la tierra. Por tanto, se puede afirmar que Hechos no es un libro histórico, que sigue las normas de la ciencia histórica, con la finalidad de la historia y con criterios históricos modernos”.

Además dijo: “Cuando Pablo fue a Éfeso se encontró con algunos discípulos que le dijeron: ´Ni siquiera hemos oído hablar de que exista un Espíritu Santo`. Habían sido bautizados, pero no habían recibido la fuerza del Espíritu. Algo así ocurre con muchos cristianos hoy. Es cierto que nombramos al Espíritu Santo junto al Padre y el Hijo al comienzo de muchas de nuestras celebraciones. Sabemos por el catecismo que es una de las tres personas divinas, pero no mucho más. La mejor forma de conocer al Espíritu es escucharlo, estar atentos a lo que va diciendo a través de los acontecimientos. También es importante conocerlo, porque es difícil amar lo que no se conoce”.

La hermana Carbonari agregó que “la Palabra de Dios cuenta cómo se ha ido revelando el Espíritu a través de la historia de la salvación, comenzando por su manifestación al pueblo de Dios. El Antiguo Testamento habla del Espíritu de Dios. Él, al principio de los tiempos, aleteaba sobre las aguas. En la historia del pueblo elegido se manifestó como la fuerza divina que acompañaba a los jueces y a los profetas llevándolos a cambiar la realidad según el corazón de Dios. Después del exilio, en Babilonia, su figura estaba muy unida a la del Mesías, sobre quien reposaría de modo permanente. Se confía en que, como fuerza divina, transformará al pueblo y ofrecerá la paz universal. Sin embargo, el Espíritu Santo solo se hizo presente de una manera plena a través de Jesús. Engendrado por obra del Espíritu Santo, revestido en el bautismo con su fuerza toda su vida y misión estarán guiadas por Él. Por eso sus palabras son Espíritu y vida. Tras la resurrección, Jesús, el Señor, nos entrega su Espíritu, el Espíritu del Padre y del Hijo, que nos recordará y hará comprender las palabras de Jesús”.

La biblista sostuvo: “Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu Santo se hizo presente de una forma muy especial entre los primeros cristianos: les quitaba los miedos, les llenaba de fortaleza, empujaba a la Iglesia a acoger a los no judíos, la ayudaba a aclarar situaciones y conflictos; era él quien ponía en marcha la misión o la impedía. Su presencia en la Iglesia era decisiva, pues era él quien capacitaba a los apóstoles para ser testigos de Jesús hasta los confines de la tierra. El Espíritu fue, además, quien formó la comunidad. Él fue quien hizo posible el entendimiento en Pentecostés, quien lanzó a los discípulos a crear comunidades. Él es quien elige a los misioneros, los envía y acompaña desde la comunidad”.