04/01/19 – La Lic. en Nutrición Laura Nores nos acompañó durante diciembre con el ciclo “Quiero ser pan”, donde se trató desde la biblia, el catecismo, la doctrina social, la ecología, la producción de alimentos y la nutrición la problemática del exceso y la carencia, la salud y la enfermedad, la ciencia y las creencias, el comer para vivir coherentes desde la fe .
En el último encuentro dialogamos sobre Jesús, Pan de Vida. Laura inició formulando algunas preguntas :¿Cuál es la voluntad de Dios sobre mí?; ¿Quién dice la gente que soy yo? ; ¿Quién soy yo? ; ¿Cómo lo descubrimos?; ¿Te dejas comer? ; ¿Te animas a partirte y repartirte? …
Estamos llamados a ser otros Cristos
“Jesús apuesta por nosotros y por nuestra capacidad de cambio, como lo hizo con Mateo y con Zaqueo. Los hizo sentir amados, y como alguien los miro distinto, cambiaron. Cambio también a Pedro: “apártate de mi que soy un pecador”. Pedro, en adelante vas a ser pescador de hombres. El perdón nos cambia”.
Pequeños gestos con gran amor
“El espíritu de hijo está en lo más hondo de nuestro corazón. Lo presentimos. Es como un rio subterráneo, como una napa de agua dulce que, si cavo, se que está allí.
Pero, ¿cómo cavar?; ¿Cómo hacer para que brote el agua?, ese hilito de agüita clara que brota del pedregal, como dice Atahualpa…
Hay que quitar los estorbos….pero parecen tantos. Estamos rodeados de preocupaciones que no nos dejan entrar en la morada interior del corazón. Hemos ido construyendo muros y laberintos con los que chocamos y en los que nos perdemos cuando queremos ir al centro de nuestro ser.
Pero no se trata de quitar una multitud de impedimentos, sino quitar el principal.
¿Cuál es? Si nos fijamos en la carta de Pablo a los Romanos llama la atención los verbos que usa: recibir, aceptar, dejarse dar, dejarse defender…
El principal estorbo es nuestro activismo, nuestra ansiedad por una falsa idea de perfección, nuestro apuro por hacer cosas que nos ganen méritos.
En cambio la actitud verdadera de los hijos de Dios consiste en dejarse conducir por el Espíritu. El lo hace todo. Le basta un poco de atención, de cariño, de cuidado, y da fruto por sí mismo, haciéndonos tratar a Dios como Padre. Ese don se llama piedad.”
Y al recibir el Pan de Vida, recibimos los dones que nos regala
Alegría, paz, fidelidad, paciencia, afabilidad, mansedumbre (que es la caridad que todo soporta), templanza, dulzura, humildad, caridad, generosidad, discreción, modestia, comprensión, bondad, dominio de si mismo y de las circunstancias, serenidad, flexibilidad, capacidad de adaptación y comprensión, firmeza, constancia, paciencia activa que soporta la adversidad con resignación, y con humilde aceptación de la voluntad de Dios, mansedumbre que no es debilidad sino profundas raíces que se hunden en Dios.
Un hombre con corazón apacible (sin agitación), irradia serenidad, cuya fuente este en el corazón, cuya fuente es saberse amado por Dios.
Y entonces sabremos hacer silencio (que no es mudez ni temor a decir) .Y sabremos hablar palabras hablantes, que nacen de la hondura del corazón. Y sabremos que cada palabra dicha es parte de quien la dice. Porque el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Se hizo niño y se hizo pan para alimentar a la humanidad hambrienta de El. Y nos invita a hacernos pan para alimentar a la humanidad hambrienta de El . Y yo, ¿quiero ser pan?.
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