“El resentimiento produce tristeza, frustración y amarga el alma”, p. Hector Espósito

martes, 15 de enero de 2019

15/01/2019 – En una nueva emisión de este ciclo, el padre Héctor Espósito continuó reflexionando sobre el resentimiento y los obstáculos para poder perdonar.

El sacerdote comenzó su reflexión con un cita de la Carta a los Colosenses capítulo 3, versículos 1 al 11  y a partir de allí nos invitó a examinarnos a nosotros mismos y a descubrir cómo reaccionamos ante una ofensa, animándonos a pensar si estamos sentidos o somos resentidos.

“El resentido-dijo el padre Espósito- no sólo siente la ofensa que le hicieron, sino que la conserva unida a un sentimiento de rencor, de hostilidad, hacia las personas causantes del daño, que le impulsa a la revancha”. Además advirtió que “cuando en ocasiones el resentido no puede actuar contra aquél que considera le ha dañado, su reacción puede recaer sobre quienes nada tienen que ver con el asunto”.

“Comprender qué es el resentimiento es el primer paso para poder evitarlo” puntualizó.

En esta emisión el padre Espósito describió también al egocentrismo como uno de los “aliados” que facilitan convertirnos en personas resentidas e incapaces de disculpar y mucho menos de perdonar:

“El egocentrismo es la tendencia a girar en torno a nosotros mismos, convertirnos en el centro de nuestros pensamientos y punto de partida de todas las acciones. El cambio de humor es un signo típico de la persona egocéntrica,  le da  demasiada importancia a todo lo que a ella se refiere, especialmente si se trata de cosas negativas por parte de los demás”, señaló.

Finalmente el padre Héctor citó a la Madre Teresa de Calcuta, a quien,cuando le preguntaban por su salud decía: “no he pensado en ello, tengo tantas cosas que hacer por los demás como para pensar en mi propia salud” y nos brindó una oración atribuida a esta gran santa que nos ayudará a olvidarnos de nosotros mismo y así combatir el resentimiento:

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.

Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.

Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.

Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

Amén