01/02/2019 – Jesús sigue hablando a la multitud en parábolas, uno de los tantos modos de comunicación, donde de forma más didáctica revela una realidad más profunda, donde a través de algo natural se va vislumbrando lo sobrenatural.
” Jesús decía a la multitud: «El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.»
También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra.»
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.” (San Marcos 4, 26-34)
Mirada contemplativa y un nuevo modo de escuchar
Este modo de comunicar de Jesús nos llevando a tener una mirada contemplativa sobre la realidad, una mirada que no se deja dominar por la prisa y es paciente, que deja que poco a poco vaya aflorando la verdad y la belleza que permanecen tantas veces ocultas o disimuladas. Un modo de mirar atento al detalle, a la vida cotidiana, una mirada con un “un corazón que ve”
Escuchar con profundidad: escuchar, más allá de las palabras, escuchar los gestos, los latidos del corazón, escuchar sabiendo ir al fondo de las palabras, escucha que no se precipita a dar respuestas. En este escena la multitud no habla, sólo escucha… una escucha acogedora de la Palabra de Jesús.
El crecimiento de la semilla es don, es gratuidad
En la parábola Jesús nos habla de un crecimiento, un crecimiento que es puro don, es gratuidad, dice el texto “sin que él sepa como…” El modo de Dios es la gratuidad, “gratis lo recibimos”, su Reino es un don recibido gratuitamente de Él.
El Reino de los Cielos echa sus raíces en la tierra de cada uno
Para que la semilla del Reino crezca, primeramente echa raíces, el Papa Francisco les decía a los jóvenes: “que quiere mezclarse con la nuestra y echar raíces en la tierra de cada uno” Es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. Es fácil “volarse” cuando no hay desde donde agarrarse, de donde sujetarse.
Un poeta decía que “todo lo que el árbol tiene de florido, le viene de aquello que tiene de soterrado”. La semilla del Reino echa raíces en nuestras vidas y esas raíces son nuestro anclaje
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