Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca.
Fil 4, 4-5
Bienaventurados sean cuando los insulten y los persigan, alégrense. Regocíjense, alégrense porque la recompensa de ustedes en el cielo será grande. Porque así perseguían a los profetas que estuvieron antes que ustedes. Este es el espíritu con el que nosotros queremos celebrar la fiesta de los mártires. No es para la tristeza, para las miradas avinagradas.
La alegría honda que la da el Evangelio, es una fuerza que trasciende la naturaleza y que nos pone en un estado de gozo y alegría. Es esa que de la que el primer mártir, Esteban, le gano en la mirada cuando contemplaba el cielo y al mirar hacia donde Dios le mostraba el rostro de Jesús resucitado, y con el cielo abierto él se animaba a perdonar. En ese espíritu tenemos que celebrar este tiempo. La alegría puede más que todo, el gozo y la alagaría encuentra camino donde no los hay.
Imágenes de la visita a Chamical, La Rioja.
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