13/05/2019 – Conversamos con Maria Elena Acosta, quien nos presentó la granja “La Providencia”, perteneciente a la Familia Grande Hogar de Cristo, que está en la provincia de Buenos Aires. Está preparada para mujeres y niños que llegan con distintas realidades, para recuperarse de las adicciones. En Vive en la Ciudad, mes a mes, profundizamos en el trabajo que hace el Hogar en todos los rincones del país.
El objetivo de los Hogares de Cristo es sistematizar, investigar, trasmitir y velar por la metodología, los principios, criterios y estrategias que nos hermanan. Con nuestra mirada queremos colaborar en el desarrollo de comunidades comprometidas con el sufrimiento social. Trabajamos por una cultura del encuentro y de protagonismo comunitario, promovemos valores cristianos, capacitamos y sensibilizamos a través de la Escuela de Formación, realizamos actividades de extensión e investigación.
Comprendemos que estamos ante situaciones de enorme complejidad: no es solamente un problema de drogas sino de personas atravesadas por este flagelo. No hay una línea directa que va de la droga a la recuperación. Desde ese lugar, afirmamos que los Centros Barriales de la Familia Grande del Hogar de Cristo reciben la vida como viene, en su totalidad y complejidad.
No se puede pensar en una recuperación plena e integral si quien consume está solo, vive en la calle o no tiene DNI que le permita tramitar los beneficios sociales o acceder a cualquier institución sea pública, de salud o social. Sin esas condiciones básicas resulta imposible que alguien pueda pensar en re-armar su vida. Es por esa razón que en los Centros Barriales acompañamos todos los aspectos de la vida de la persona.
Y como trabajamos de una manera integral, respetamos los tiempos y la libertad de cada uno, de cada una. Nuestro lugar es la sugerencia, el consejo, nunca el control. A diferencia de tanto modelo de éxito estandarizado que parece ineludible, priorizamos el acompañamiento con la convicción de que son la paciencia, la cercanía, el afecto y la dedicación los que educan, sostienen y orientan.
Así, comprendemos al Centro Barrial como un hogar alojador, donde la presencia cercana y el testimonio de quienes han transitado ya el camino propuesto se vuelcan al servicio de los y las que recién empiezan. Esto posibilita la construcción de un entramado de relaciones. Es con las otras personas que se favorece la construcción de un lazo social que permite hermanarse, sentirse parte. La familia ampliada, la comunidad, la parroquia, el barrio resultan fundantes del desarrollo individual.
A nuestros Centros Barriales se acercan quienes están solos, huérfanos, desolados, enfermos y también los que tienen su salud comprometida por el consumo de drogas. Allí nos acercamos a cada historia sagrada personal y acompañamos el recorrido de su cuerpo y alma, a quien se reconoce persona, imagen y semejanza de Dios con posibilidad de amar y vincularse con los demás.
Si queres colaborar 1558810340