La liturgia "por ser obra de Cristo" tiene una excepcional importancia para el pueblo de Dios y porque esa liturgia se desarrolla mediante signos. Somos sociables. Espontáneamente nos reunimos con otros (en casa, el barrio, el club, etc…). Necesitamos comunicar nuestros sentimientos. Sobre todo la alegría reclama la presencia de otros (se puede sufrir en soledad, pero no se puede festejar solo…) La celebración, la fiesta forma parte de la vida: nacimientos, cumpleaños, casamientos, ciertos logros en la vida… Este hombre sociable, siempre ha expresado su religiosidad reuniéndose para celebrar a Dios. Nosotros, los cristianos, celebramos a Dios por medio de Cristo. Porque es Jesús quien con su vida, muerte y resurrección realiza de manera perfecta el fin del "culto":
*Glorificar al Padre;*y salvar integralmente a los hombres. Lo propio y específico de la liturgia cristiana es la presencia de Cristo, es la acción redentora de Cristo: "Nadie va al Padre sino por mí". El Concilio Vaticano II define a la liturgia así: "Es el ejercicio del oficio sacerdotal de Cristo por medio de signos sensibles, que realizan de una manera propia la santificación del hombre" (SC 7). La alabanza al Padre y la santificación del hombre, Cristo la realiza dentro de la liturgia de la Iglesia, mediante signos. -la liturgia cristiana- el culto inaugurado por Cristo es espiritual y sensible: vemos que utilizando "cosas" (signos) sensibles (pan, vino, agua, aceite, palabras, gestos, actitudes…) se producen realidades espirituales: la gracia, la salvación, la santificación. Para aprovechar la riqueza espiritual de la liturgia necesitamos comprender los signos sagrados.