Hoy estaremos hablando del Buen Pastor, una palabra hermosa pero que no se reduce ciertamente a la vida y al ministerio de los sacerdotes aunque los sacerdotes en este domingo tenemos una especial mirada en torno a los mismos y a los consagrados. Pero la figura del buen pastor, una figura muy querida en Radio María, una figura que tiene que ver también con nuestro servicio pastoral, es una figura, una imagen, una situación diría yo, una identidad que nos convoca a todos los bautizados. Por esto esta palabra hermosa nos viene bien a todos este domingo del Buen Pastor donde podremos ir madurando una mirada hacia nuestra identidad, la que el Padre Dios ha pensado desde toda la eternidad, la que ha plasmado en la figura viviente y en el acontecimiento viviente que es Jesucristo, el Buen Pastor, el que ama a sus ovejas hasta dar la vida por ellas, que nos deja en el misterio pascual su permanente presencia y el que sostiene y alienta con su Espíritu la vida de su pueblo. El que conduce a su pueblo por los pastos verdes y frescos, alimentando a sus ovejas como dice el salmo 22
“Yo les hablo y mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las ha dado, es superior a todo y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre que para eso somos un solo ser” Las primeras palabras de este evangelio van como interrelacionadas y en tan pocas palabras cuanta intensidad, presencia de Dios y manifestación de su amor. Los verbos que unen las palabras, escuchan, conozco y síganme son tres palabras, escuchar, conocer y seguir. Estas palabras están como en una misma línea. Ustedes saben que cuando dice las ovejas escuchan, escuchar determina la experiencia del pueblo de Dios. Jesús dice, mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Quien es el que sigue sino el que entendiendo algo lo quiere vivir
Quien es el que escuchando algo y comprendiendo algo, sigue, entendiendo eso, y se dispone a hacer un camino, una manera, a seguir un maestro, a seguir un pastor, a dejarse conducir. Todos tenemos que vivir con un pastor, toda persona necesita ser pastoreada. Yo recuerdo que a quien teníamos de obispo anteriormente, Monseñor Karlic, tuvo una expresión muy linda, decía así “todos necesitamos tener a alguien sobre nosotros” a mi me hizo tanto bien escuchar esto, me cayó tan hondo, es decir nadie se gobierna solo, nadie puede definir sus pasos solo, nadie puede comprender su vida solo, todos necesitamos que se nos diga la vida, que se nos manifieste, que se nos lleve también de la mano, que se nos apaciente, que se nos sostenga, que se nos alimente. Es la figura del Buen Pastor que toca la identidad de todos los discípulos de Jesús es decir de todos los bautizados porque todos participamos por el bautismo del sacerdocio de Jesús. Estamos para apacentar.
Un cristiano no es algo que se vive solitariamente, no es un privilegio individual la gracia de la fe sí no que es un toque del Espíritu que despierta una identidad para la comunión, para sentir como propio lo del otro, para caminar con el otro, para mirar juntos, para soñar juntos, para junto a otros mirar la vida para descubrir, para escuchar, para aprender, para dar. Es una vida rica la del Espíritu, la vida que hemos recibido en el bautismo es una vida plena, llena del amor de Dios, llena de luz y de sabiduría. Que hermosa esta palabra, el versículo 27 nos está diciendo mis ovejas escuchan mi voz y recordábamos esto del pueblo de Israel, el pueblo que escucha constantemente la palabra de Dios para ponerla en práctica. Era el primer mandamiento que el Israelita debía cumplir y que recordaba cada día en su oración. Escucha Israel, que lindo ¿no?
Escucha no es solo algo de lo que hay que anoticiarse sí no que es algo que involucra, que compromete, que despierta, es la manifestación de la voz necesaria de Dios que dice lo que es fundamental y esencial para cada persona cada día de la vida. Ese amor presente y fiel del Señor que nos acompaña paso a paso, palmo a palmo en toda circunstancia, en la existencia total de nuestra vida. No podemos persistir si no somos amados, si no somos sostenidos por El. El Señor es mi pastor, decía el salmista, nada me puede faltar. Claro, con cuanta verdad podemos decir esto. Escuchar, era entonces, ese primer mandamiento en Israel y que daba origen a todo ese pueblo, a toda la manera de vivir, a todo ese caminar y que lo hacía cada día. Escuchar y hacer memoria. Este escuchar que es recordar, es poner nuevamente el corazón en la situación en lo que ha sido conducido uno en la vida, lo que ha recibido, aquello de lo que ha sido liberado, cuanto ha sido amado.
Escuchar y recordar también son como verbos que pueden ir enlazados. En las lenguas antiguas esa palabra jhemá tiene un sentido de obediencia, de escucha y de aplicación. Escuchar en el mundo de la fe no es solo anoticiarse de algo. Escuchar es recibir una palabra necesaria, esencial es la palabra de Dios y no me refiero solo a la Biblia, a escuchar la palabra que el Señor ha dicho en la escritura que ojalá hoy escuchéis su voz y no endurezcáis el corazón como en Meribá, como dice ese viejo salmo. Ojalá hoy escuchemos la voz del Señor y ojalá nunca, a ningún cristiano le falte la palabra de Dios, la que está escrita, la que nos deja la revelación segura del Padre, la que nos indica el camino sí no las muchísimas maneras como el Señor nos está hablando permanentemente para despertar obediencia y servicio, para involucrar nuestra vida en la decisión de vivir el proyecto de Dios. Esa palabra, educar el oído entonces, obedecer
Esta expresión, mis ovejas escuchan, era la vocación del pueblo de Israel, la escucha. Esa palabra que nos puede traer a nuestra realidad una provocación y una reflexión importante. ¿Estaremos escuchando? Como será nuestra vocación si nuestra existencia, nuestra misión es la de también ser pastores en el pueblo de Dios. Todos los bautizados participamos de la condición pastoral del Señor. Ser pastores, ser los que vamos apacentando el rebaño, sentirme parte de esa misión que el Señor quiere dar al hombre de hoy. También el hombre tocado por el Espíritu participa en la identidad de Jesús. ¿Cuál es la primer tarea del buen pastor? Quizás la misma palabra nos lo está diciendo, escuchar. Este escuchar, este poner el oído, este percibir el latido de la presencia de Dios en los acontecimientos, en el quejido humano, en el dolor, en la esperanza, en las ansiedades del hombre, en la búsqueda, en las locuras y en los pecados de los hombres
Tener la mirada, percibir al hombre, yo creo que esto tiene mucho que ver con la escucha. Quizás a veces también nuestra agitada vida, esta manera que tenemos de estar tan atareados y sobre todo tan sin saber desde donde tenemos que ir a la vida. El buen pastor en la escucha adquiere la capacidad interior de tener como una firmeza, un estado interior de paz. El único lugar desde el cual un corazón puede dirigirse para vivir la misión, el único lugar desde donde el pastor puede caminar para apacentar el rebaño es el estado interior de su corazón, es un estado de paz. Por eso Jesús nos llama a escuchar, percibir. Escuchar no para resolverlo todo, me gustó mucho aquel gesto que el Señor hiciera en la multiplicación de los panes, cuando preocupados los discípulos porque cae la noche y quien les va a dar de comer a toda esta gente, están lejos de los poblados y no se quieren ir, se quieren quedar con el Señor, necesitan de El.
La palabra del Señor es como ese alimento para la gente y los discípulos preocupados dicen “Señor diles que se vayan a su casa porque ya es tarde” Jesús los compromete diciéndoles “denle ustedes de comer” y como le van a dar ellos de comer a tanta multitud si solo once o doce personas y además no tienen los elementos. Y la ingenua expresión de Felipe “Señor, aquí hay un chico con dos pescados y cinco panes pero que es esto para toda la multitud” y el Señor tiene esa palabra “mándenlos sentar” y hace la multiplicación de los peces y de los panes. Escuchar para percibir no implica entender todo el misterio de la necesidad humana, toda la necesidad del hombre, no implica tener la misión de resolverlo todo lo que hace falta resolver. El buen pastor no es el que arregla todo, simplemente es el que va adelante, el que va caminando, el que va en un estado interior de escucha, de paz del corazón y que en ese caminar manifiesta como un gesto de obediencia
Ser pastor es percibir y es obedecer. Un pastor que percibe la realidad, que tiene corazón pastoral y percibe la necesidad del mundo, del entorno que lo rodea es alguien que empieza a padecer en el corazón porque ser pastor es un estado de amor, ser pastor es una situación en que el corazón humano tocado por el Señor, empieza a ser partícipe de la palabra que Dios quiere, del fuego que Dios quiere, de la plenitud de vida que Dios viene a traer y quiere entregar al corazón del hombre y que no siempre el mundo sabe aceptar. El pastor es el que se va consumiendo interiormente más que en un dolor, en un ardor, en un fuego. Como aquel fuego que quemaba el corazón de los discípulos cuando caminando hacia Emaús desilusionados, la palabra de Dios y el Buen Pastor Jesús en medio de ellos les iba anunciando la misma para descubrirles el misterio.
Ese calor, ese ardor, padecer, la hermosa vocación del pastor, padecer es decir tener ese sufrimiento del amor, no es el sufrimiento del fracaso, del dolor impotente sí no del amor que misteriosamente quiere darse, quiere transformar, quiere dar paz y felicidad pero no es aceptado ni interpretado muchas veces. Ir delante, el buen pastor es la capacidad de amor grande a la que se tiene que disponer y que es posible que cada uno de nosotros pueda vivir. El Señor luego de la resurrección se apareció a Pedro, ¿recuerdas? Pedro, ¿me amas más que estos? ¿me querés más que estas otras personas? Pedro va a decir con esa seguridad de él, Tú sabes que te quiero y el Señor le va a decir, apacienta mis ovejas. Este es el llamado al pastoreo todos somos llamados a ser pastores, a tener los padecimientos de Cristo, a tener la quemazón que Cristo tiene en su corazón, el ardor que tiene en su interior.
Aquellas palabras que lo llevaron a expresarse de la siguiente manera al Señor y que lo identifican como el Buen Pastor, que nos ayuda a nosotros a darnos cuenta adonde quiere llevarnos a nosotros el Señor y cual es la calidad de la identidad y de la misión a la que el Señor nos llama, ser partícipes. Decía el Señor “he venido a traer fuego sobre la tierra, como desearía que ya estuviera ardiendo” Así es, ser pastor es que se nos queme el corazón, es ese dolor agudo de la salvación, es la urgencia interior del que quiere conducir hacia pastos abundantes de vida nueva. Ser pastor. Podemos tener muchos logros en la vida pero si no tenemos pastores ¿Quién cuida de las ovejas? Nuestros pastores son también los santos, nuestros hermanos mayores en la fe, los que nos están cuidando como ángeles desde el cielo. Una de las cosas que debemos pedir es que no nos falten pastores
En primer lugar que no falte la oración en el pueblo de Dios, pedir la gracia de la oración, ejercer el don de la oración, ponerse al servicio. Una de las primeras razones de la función de la pastoral es la oración, cuidar la vida espiritual e interceder. Los sacerdotes, los consagrados en general, pero fundamentalmente los curas somos los que más tenemos la misión particularmente delicada de cuidar la vida espiritual de nuestros hermanos y nuestro primer apostolado como sacerdote es la oración. En realidad nuestra pastoral se ejerce con la fuerza de la liturgia, con la fuerza de la eucaristía puntualmente, con la administración de la gracia sacramental y todo eso ¿sabe que es oración? La oración es la primera necesidad del corazón de un pastor, en ella evacuamos nuestras inquietudes por la salvación de nuestros hermanos.
Cada vez que el sacerdote, el cristiano, el consagrado que siente como propia una responsabilidad sobre hermanos, cada vez que el sacerdote se acerca al Señor ejerce su condición de pastor en la entrega de la oración. Hay que orar con esta conciencia pastoral, es una conciencia de comunidad, es una conciencia que tiene en cuenta a las personas de manera concreta. El pastor tiene la oración como la primera gran herramienta no solo que lo lleva a ejercer su conciencia de comunidad ya que el poder de la oración es algo de lo que tenemos que darnos cuenta cada vez más que es nuestra gran herramienta pastoral y no hay dudas de que en el pueblo de Dios se logra más de rodillas frente al Señor que con muchas fatigas detrás de las circunstancias y de las personas. Hay que saber esto, mucha gente no lo sabe y lo más triste es que muchas veces los consagrados tampoco lo sabemos
Que pocas veces los laicos nos ven orar delante del Señor a los sacerdotes, esto es una lástima. Y porque además el buen pastor cuando ora, es buen pastor por el gesto de orar, no solo por la oración, por la entrega, por la intercesión concreta, por el celo, por el amor, por el poner las cosas en las manos de Dios, por el atraer la gracia de Dios, por el hacerse pequeño ante Dios para que Dios se doblegue con su gracia y otorgue la salvación a su pueblo, sí no que también el gesto, no solo la oración en sí, sí no el testimonio, la actitud orante es un testimonio viviente. Que lindo en la casa, que los hijos vean rezar a sus padres. Quizás hay hijos o personas en una familia que no quieren orar, que están rebeldes. Son cristianos, creen en Dios pero no les gusta, les choca porque no están bien, porque no tienen paz pero que no les falte el testimonio de la oración. El que ora tiene una actitud, una fuerza que comunica y a veces molesta esa fuerza
Que lindo que no nos falte el testimonio de la oración, no nos falte la oración como herramienta del pastoreo, esa oración que tiene que ir teniendo en cuenta a todos, una oración que dilata el corazón. El pastor cuando ora ejerce su pastoreo disponiéndose para que el Señor lo queme y lo transforme. Se pone en actitud de escucha profunda y en actitud de obediencia, se pone en camino. Como le dijo el Señor a Pedro “tú, sígueme” ¿Dónde va a ir el pastor a apacentar el rebaño sí no donde el Señor lo mande? Despertar en nosotros esa capacidad de pastoreo. Saber que hace falta nuestra oración, que hace falta nuestro testimonio de oración, valorar esto. No puedo hacer nada, dicen algunos, estoy enfermo, yo antes trabajaba, estaba comprometido y ahora no puedo hacer nada, estoy inútil, estoy postrado. Oren, no deje de orar, nada hay más eficaz en el pueblo de Dios para el pastoreo que la oración y la gran herramienta para apacentar el rebaño. Oren con su familia
Quizás usted este preocupado por gobernar la vida de sus hijos porque están creciendo, porque son rebeldes, la vida de su matrimonio que no la puede controlar, de su esposa, de su esposo, quizás quiere organizar todas las cosas, resolverlas, está lleno de preocupaciones y de controles, de metodología ¿y la oración? La clave para vivir una presencia pastoral de los bautizados en nuestro mundo está en la oración y en mirar a Jesús, los sentimientos de Jesús, el estilo de Jesús, su mirada y tiene la docilidad, se va educando en la escucha y obedeciendo aprende a responder, escuchando aprende a obedecer y aprende a servir al Señor donde El lo va llevando. Quizás nuestro tiempo es un tiempo donde debemos todos crecer y sentir que todos somos pastores en el pueblo de Dios, en donde todos tenemos una misión de apacentar al rebaño y de que la oración es una gran fuerza
Nuestros enfermos son grandes pastores, los que padecen, los que unen el misterio de su dolor al misterio de la cruz de Cristo en la aceptación serena de la voluntad de Dios. Los que padecen particularmente el sufrimiento, son de los pastores más ricos, más profundos, más sabrosos, los que más conducen en el pueblo de Dios, son un gran signo además. Entonces es importante que nuestros enfermos descubran el valor de su entrega, nuestros misioneros, nuestros catequistas son pastores. Nuestros catequistas están también llevando, conduciendo, descubriendo al Señor y ayudando a descubrirlo a otros, están descubriendo junto con. Entonces, que importante es saber que ejercemos nuestra condición pastoral dentro de lo que el Señor nos está pidiendo. Lo que no hay que perder es la escucha en primer lugar, escuchar y la oración como ámbito de educarnos en la escucha particularmente
Segundo servicio es la responsabilidad de vivir nuestro estilo pastoral comprometidamente. Muchas veces uno de los vicios fundamentales que atormentan y adormecen la vocación pastoral es la mediocridad, la tibieza, el conformismo. Quizás sin darnos cuenta nos vamos quedando con nuestras seguridades en el marco de nuestras medidas, de nuestros límites, de nuestros gustos y apetencias, de nuestra manera personal de concebir las cosas. Nos está haciendo falta la apertura. Creo que la generosidad y la fidelidad son dos virtudes fuertes en el pastor. La generosidad, en primer lugar, como experiencia del amor que responde a la inmensidad del amor de Dios. Cuando el amor de Dios es grande y el corazón escucha bien, se sorprende, no puede sí no obrar con abundancia, con dedicación, con gozo, con generosidad. La generosidad debe ser una virtud que debe ir descollando nuevamente en la vida no solo de los consagrados, los sacerdotes, los religiosos sí no de todo el pueblo de Dios
La generosidad que no tiene sí no como hija dilecta la alegría. La Palabra dice que hay más alegría en el dar que en el recibir, recordémoslo hoy nuevamente. Uno de los servicios puntuales de nuestro servicio es la escucha no solo del Señor, del que nos habla con su propia voz al corazón y a la conciencia en la palabra y en la oración sí no también el Señor que nos habla en las personas, en las necesidades de nuestro tiempo. La escucha del corazón del hombre, escuchar el latido del pueblo de Dios. Otra misión muy importante que debemos descubrir también en el ámbito de nuestras familias, un lugar particular donde debemos esmerarnos en crecer en la escucha, percibir, una manera muy concreta de apacentar. En mi experiencia algo en que coincide mucha gente es en decir “necesitamos ser escuchados, no hay quien nos escuche”
A veces estamos tan ocupados que no podemos tener tiempo para escuchar a las personas en sus necesidades profundas. ¿Nos damos cuenta de lo que implica esto? No tener tiempo para escuchar, es lo mismo que decir descuidar lo esencial de la vida. En el mundo de la pastoral, en el mundo de la fe la escucha es lo primero, está marcado en la historia del pueblo de Dios desde los comienzos, escucha Israel y la escucha es para comprender el misterio y la vocación que nos da la palabra y poder vivirla. ¿Como pretendemos vivir nuestro tiempo sin la concreta escucha de Dios y la concreta escucha del hermano? A mi me preocupa profundamente esto y creo que todos los cristianos deben dedicar tiempo a la escucha. Me parece tan lindo los voluntariados como ser de los enfermos, de las cárceles, de los hospitales, de los hogares de ancianos, el servicio de los ministros de la comunión
Muchas veces llevan el Viático al enfermo, le hablan pero es muchas veces más lo que lo escuchan, lo que le dedican tiempo a la escucha que al servicio litúrgico. No hay ninguna duda de que está correcto. Una de las cosas importantes para la salud es sentirse tenido en cuenta y valorado. Esa dimensión no hay que olvidarla nunca, es simple y es algo concreto donde desarrollamos la misión. Yo soy pastor cuando adquiero y dispongo de tiempo para la escucha. Tener en cuenta esto porque sí no queda como una meditación en el aire.¿Como concreto entonces yo mi escucha en casa, en mi ambiente de trabajo, donde yo me muevo? ¿no hay personas que están necesitando, no las veo sufridas, que disponibilidad tengo, parezco alguien que sabe escuchar? Y ustedes saben que escuchar implica generar la capacidad de la confianza, y creo que en esto tenemos que ser particularmente generosos
No es escuchar para saber, para estar al tanto de algo sí no es escuchar para dar, la escucha es algo que da. “Yo les doy vida eterna” dice el Señor. Cuando yo escucho ¿estoy queriendo darle la vida eterna al otro? O simplemente le estoy queriendo dar una comprensión, una contención o simplemente lo estoy atendiendo para que no se sienta mal. Mucho más que eso es la misión de escuchar, percibir la necesidad y sembrar la vida eterna, sembrar el querer de Dios. Escuchar implica entonces recibir una gracia para el acompañamiento del otro y para el consuelo y el pastoreo, para la orientación, para indicar el camino y para ir delante de él, acompañándolo de la mano. Escuchar no es un gesto pasivo es la situación más activa a la que puede acceder una persona, la escucha. Es la situación más dinámica que pone más dinámico el corazón, la vida espiritual, el interior de una persona. Escuchando nos movemos por entero, nos transformamos y recibimos la gracia
Tenemos que ser comunicadores de la gracia, así como Jesús cuando escucha también dice “Yo les doy vida eterna, ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano” Que amor que tiene Jesús, no es un amor de posesión, es un amor de identificación, de encuentro donde Jesús está haciendo el camino cuando escucha y el que escucha a Jesús puede hacer el camino de Jesús. No dejes de orar en este año sacerdotal por todos los sacerdotes con esta oración que el Papa Juan Pablo II decía por los sacerdotes a la VirgenOh María, Madre de Jesucristo y madre de los sacerdotesacepta este título con el que hoy te honramos para exaltar tu maternidady contemplar contigo el sacerdocio de tu Hijo Unigénitoy de tus hijos oh Santa Madre de Dios, Madre de Cristoque al Mesías sacerdote diste un cuerpo de carnepor la unción del Espíritu Santo, para salvar a los pobresy contritos de corazón, custodia en tu seno y en la iglesiaa los sacerdotes oh Madre del SalvadorMadre de la fe que acompañaste al templo al hijo del hombreen cumplimiento de las promesas hechas a nuestros padrespresenta a Dios Padre para su gloria a los sacerdotes de tu HijoOh Arca de la Alianza. Madre de la iglesia, que con los discípulosen el cenáculo implorabas el Espíritu parta el nuevo puebloy sus pastores, alcanza parta el orden de los presbíterosla plenitud de los dones oh Reina de los apóstolesMadre de Jesucristo que estuviste con Elal comienzo de su vida y su misiónlo buscaste como maestro en la muchedumbrelo acompañaste en la cruz exhausto por el sacrificio único y eternoy tuviste a tu lado a Juan como hijo tuyoacoge desde el principio a los llamados al sacerdocioprotégelos en su formación y acompaña a tus hijosen su vida y en su ministerio, oh Madre de los sacerdotes. Amen
Padre Mario José Taborda