Consejos de Don Quijote a Sancho Panza – Por el Padre Ángel Rossi

viernes, 25 de octubre de 2019
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25/10/2019 – El Padre Ángel Rossi reflexionó en torno a las elecciones del próximo domingo, y nos invitó a recordar aquellos consejos que dio Don quijote a Sancho Panza:

“Querido Sancho, presta atención a este tu padrino que quiere aconsejarte, serte norte y guía, que te encamine y te saque a seguro puerto de este mar borrascoso donde vas a meterte:

Que los oficios y grandes cargos, no son otras cosas si no un golfo profundo de confusiones.

Primeramente has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada.

Lo segundo has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que no quiso igualarse con el Buey.

Has gala Sancho de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, y préciate mas bien de ser humilde virtuoso, mas que pecador soberbio. Mira Sancho, si tomas el camino de la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay porque tener envidia a príncipes y señores, porque la sangre se hereda, pero la virtud se adquiere y se vale por sí misma.

Encuentran en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero se igualmente justo con los alegatos del rico, procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como entre los sollozos y importunidades del pobre. Si acaso no aplicas todo el rigor de la ley que no sea motivado por la dádiva o por haber sido sobornado, si no movido por la misericordia.

Anda despacio, habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, ya que toda afectación es mala, come poco y cena mas poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.

Si estos preceptos y reglas sigues Sancho, serán largos tus días, tu fama será eterna, vivirás en paz y beneplácito de la gente, y en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el beneplácito de la muerte, en vejez suave y madura”, concluyó el sacerdote jesuita Ángel Rossi.