“El desafío para nosotros es animarnos a ser manantial”, reflexionó el padre Ángel Rossi

viernes, 15 de noviembre de 2019
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15/11/2019 – Hoy en la fiesta de San Alberto Magno, el padre Ángel Rossi reflexionó en torno a las “Tres plenitudes” de las que hablaba el santo, decía que hay hombres que tienen la plenitud del tanque, hombres que tienen la plenitud del canal y hombres que tienen la plenitud de la fuente. Recordó a la luz de este escrito, al padre Pedro Arrupe que era general de los jesuitas, el cual decía: <Que el ideal nuestro como padres, como formadores, como pastores, es que podamos formar hombres y mujeres para los demás>.

En este sentido, el padre Ángel presentó las “Tres plenitudes” de San Alberto Magno, también tomadas en uno de sus escritos por José Luis Martín Descalzo:

<He conocido muchos hombres tanques, son gentes que se dedican a almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: no reparten sabiduría ni alegría. Tienen, pero no comparten. Retienen, pero no dan. Son magníficos, pero magníficamente estériles. Son simples servidores de su egoísmo.

También he conocido hombres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que cuando le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar nada adentro. Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas de prisa, creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un modo de calmar sus picores del alma. Hombres-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles, sacerdotes o seglares. Dan pero no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos.

Qué difícil, en cambio, encontrar hombres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse ellos secos. Cristo -pienso- debió ser así. El era la fuente que brota inextinguible, el agua que calma la sed para la vida eterna. Nosotros, tal vez ya haríamos bastante con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña de la vida>.

Finalmente, el padre Ángel Rossi invitó a ser “Yo creo que este es el desafío para nosotros, ser hombres y mujeres que se animen a ser manantial, fuente, para brindar el agua que da vida a los otros y que a su vez es la misma agua que nos sacia a nosotros”, concluyó el sacerdote jesuita.