El origen de Jesús

martes, 17 de diciembre de 2019
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17/12/2019 – Martes tercera semana de Adviento

“Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Aram; Aram, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboam; Roboam, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Joram; Joram, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatam; Joatam, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacim; Eliacim, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquim; Aquim, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia, catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones”

Mateo 1,1-17

El compartir de hoy nos remonta a los orígenes porque lo vincula a Jesús a la historia misma de la salvación en el Patriarca Abraham y desde allí nos conduce el texto de Mateo por todo el camino que Dios ha transitado con su pueblo hasta llevarnos a Jesús en etapas diversas por 14-14-14 generaciones lo cual nos pone frente a un número que vamos a ver es simbólico y que explica no al detalle y la exactitud la construcción genealógica de Jesús sino el sentido teológico que esconde la misma. Pero vamos a lo esencial, el origen.

En el pueblo judío donde hay divisiones por diversas razones entre tantas cosas todos coinciden en algo: en la ansiosa espera del que había de venir. Los ricos y los pobres, los letrados y los incultos, los fariseos, los celotes, gente del pueblo, todos esperaban la manifestación del Mesías. Venían esperanzados desde hacía siglos y los profetas aumentaban a la vez ésta expectativa que lo hacían desde el anuncio por ser boca de Dios del tiempo que vendría.

Alguien venía, estaba llegando y va cumplirse en Palestina aquella ley histórica que señala Bruce Berger. El dice así: “en toda la historia de la humanidad nunca ha habido un gran descubrimiento sin una esperanza antecedente pero también es muy raro que se descubra exactamente lo que se esperaba”.

Es una lectura histórica de las manifestaciones importantes que marcan el rumbo de la historia de la humanidad la que dice Brux Berger, a veces, el descubrimiento es decepcionador y a veces ocurre que supera infinitamente a las esperanzas. Por ejemplo dice él, Cristóbal Colón ¿Qué buscaba? Convencido de que la tierra era redonda buscaba por el oeste una ruta hacia las indias y ¿ qué descubrió? América. El descubrimiento superó a la esperanza. Entra en el estilo de Dios hacerse esperar, desear, y su descubrimiento supera la esperanza y el deseo.

Esta larga genealogía que plantea Mateo en paralelo con Lucas habla de una historia entretejida entre luces y sombras donde básicamente éste pueblo sintetizado en estos nombres que pertenecen a los antecedentes del nacido de María y José es un pueblo que espera y la llegada del Señor supera las esperanzas.

En tu historia personal eso seguramente también ha sido una realidad. Ese contacto con lo que superó tu expectativa te dispone el corazón para esperar con un corazón abierto y amplio sin mezquindades el tiempo que está por venir del nacimiento del Señor.

Para nosotros los occidentales la genealogía es casi un capricho de nobles o también forma parte de un proceso de sanidad terapéutica donde uno en la búsqueda de las raíces de su ser necesita conectarse con su devenir pero no es muy habitual éste camino en cambio sí es muy normal, es casi como una costumbre cultural en oriente. En oriente las genealogías son cosas de todos los días, cosa de toda familia. La historia nos muestra además que ya en tiempo de Jesús existía éste afán genealógico.

En las páginas del Antiguo Testamento nos encontramos con quince de éstas listas de genealogías. Flavio Josefo es un historiador profano en los tiempos del judaísmo en la Palestina en tiempos de Jesús muestra que los árboles genealógicos de todos los sacerdotes o levitas que pertenecen al templo están claramente referenciados en ese lugar. Y si un sacerdote se casaba con una mujer de familia sacerdotal había que examinar la pureza de sangre de la madre de la presunta esposa, de sus abuelas, de sus cuatro bisabuelas por decir éste dato que nos trae Flavio Josefo del valor que tenía la genealogía del tiempo de la Palestina de Jesús.

Aunque la historia no nos contase nada bastaría ver el lugar que los dos evangelistas dan a ésta genealogía. Mateo abre su genealogía en el Evangelio y Lucas la coloca en el mismo comienzo de la vida pública de Jesús para comprender que esa página de genealogía de Jesús tiene un interés que excede lo que nosotros hoy podríamos prever a simple vista y casi como dejándonos llevar aburridamente por una serie de nombres de los cuales no tenemos demasiada noticia.

Mateo y Lucas hacen su genealogía en direcciones opuestas. Mateo asciende desde Abraham hasta Jesús. Lucas baja desde Jesús hasta Adán pero el asombro crece cuando vemos que las generaciones no coinciden, Mateo pone 14, Lucas 77 y ambas listas coinciden entre Abraham y David pero discrepan entre David y Cristo. En la cadena genealógica de Mateo hay 28 eslabones y en la de Lucas en éste período de David a Cristo hay 42 y en éste tramo entre David y Cristo solo 2 nombres de las 2 listas son coincidentes.

Una mirada aún más fina nos permite percibir con mayor claridad las inexactitudes entre ambas genealogías. Mateo coloca14 generaciones entre Abraham y David, otras 14 entre Abraham y la transmigración a Babilonia y otras 14 desde entonces hasta Cristo. La historia nos dice que el primer periodo duró 900 años que no puede llenarla 14 generaciones y los otros dos 500 años cada una.

Si seguimos analizando con pormenorizada exactitud lo que estamos queriendo ver, vemos que entre Jorám y Osías, Mateo no nombra 3 reyes y que entre Josías y Jeconías olvida Joaquín, que entre Farés y Naasón coloca 3 generaciones cuando de hecho trascurrieron 300 años y aún sin mucho análisis no puede uno menos llamarse a la atención y percibir que ambos evangelistas juegan con cifras evidentemente simbólicas o podríamos decir junto a Descalzo, cabalísticas.

Mateo presenta 3 periodos con 14 generaciones justo cada una mientras que Lucas traza 11 series de 7 generaciones. Estamos ante una bella fábula? Es la pregunta que nos surge de ésta lectura. Esta sería la respuesta y ha sido de hecho la respuesta del racionalismo en el análisis del texto genealógico de Jesús. Los Apóstoles dicen se habrían inventado una lista de nombres ilustres para atribuir a Jesús una familia noble tal y como hoy los beduinos se inventan los árboles genealógicos para convenir en sus negocios.

Este es un modo crítico de leer sin entender el género que están utilizando aquí quienes escriben, el género literario, para ir mucho más allá del detalle de si corresponde o no corresponde. Estas teorías difícilmente puedan sostenerse en pie. En primer lugar porque de haber inventado esas listas Mateo y Lucas las hubieran inventado mucho mejor para no saltarse nombre en la lista de los Reyes les hubiera bastado con asomarse al libro de los Reyes o de las Crónicas.

Errores tan ingenuos solo pueden cometerse a conciencia. Es decir las listas están construidas con un sentido teológico. No tienen un sentido de exactitud genealógica ni literaria mucho menos. Además si hubieran tratado de endosarle a Cristo una hermosa ascendencia no hubieran ocultado los eslabones sucios, hijos incestuosos, ascendientes nacidos de adulterio, de la violencia. Hubieran limpiado la lista si hubieran hecho las cosas por una simple construcción.

Por otro lado basta con asomarse al Antiguo Testamento para percibir que las genealogías que allí se ofrecen incurren en inexactitudes idénticas a las de Mateo y Lucas: saltos de generaciones, afirmaciones de que el abuelo engendró a su nieto olvidándose del padre en el medio. No será mucho más sencillo aceptar que la genealogía de los orientales es un intermedio entre lo que nosotros llamamos fábula y la exactitud rigurosa del historiador científicamente puro. Parece ser esto lo que en realidad está ocurriendo. Hay toda una intención teológica en la construcción de la genealogía de Jesús.

 

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