Una Iglesia sinodal, una Iglesia que incluya a todos

viernes, 24 de enero de 2020
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24/01/2020 – “En  aquel  tiempo, Jesús, mientras   subía  al   monte, llamó  a los que quiso, y  se fueron  con  él.

E instituyó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios.

Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.”

 San Marcos 3, 13-19

El Evangelio de hoy tiene varias aristas, varias miradas pero nos centraremos solo en una de ellas y es la que tiene que ver con el “llamado”.

Jesús llama a varios de sus discípulos y los llama por su nombre, los llama a caminar juntos. Alguno de ellos no se conocían entre si y tuvieron que empezar a conocerse y a aceptarse, a caminar juntos, a convertirse como grupo.

Podemos decir que, en este pasaje bíblico tenemos un atisbo de lo que hoy conocemos como un “caminar sinodal”, un “caminar con otros”.

Sucede en las comunidades y en las tareas que a cada miembro de la misma se les ha confiado. Todos estamos unidos por una iniciativa de Dios, Él nos llamó. Hay alguien que nos amo primero y nos convocó. Es hermoso sabernos llamados por el Señor por amor

En este marco es que te invitamos a que puedas reflexionar y definir ¿que actitudes o iniciativas puedo aportar desde mi lugar para crecer en una Iglesia sinodal, en una Iglesia en donde podamos aprender a caminar juntos?.

En los últimos tiempos el Papa Francisco ha insistido en que la sinodalidad es la forma de un Iglesia en salida hacia las periferias geográficas y existenciales, un modelo de Iglesia no autorreferencial, sino servidora de la vida, de la causa de Jesús. Este marco de pensamiento se puede ver en Episcopalis communio, 6 y 7. Aquí lo pone el papa como principio teológico que debe orientar:

“Es el intento de una Iglesia más Sinodal. Es decir, una Iglesia capaz de revisarse internamente para cambiar de ritmo, para cambiar su modo de caminar, y que reconozca a los sujetos diversos que la interpelan hoy para poder caminar mucho más en sintonía con las mujeres y hombres de hoy, que son los sujetos de la redención. Una Iglesia que se organiza buscando un modo de gobierno más Sinodal, es decir, más participativo, colegial, de mayor comunión, y que establece criterios y estructuras nuevas para caminar más al ritmo de los gritos y esperanzas de la realidad, y capaz de incorporar la novedad que viene de la riqueza de la diversidad”.