21/04/2020 – Emiliano Garrido hace 4 años que está en libertad. Va por la vida con las heridas abiertas, cicatrizando. A su padre lo mataron cuando él tenía 6 años y su mamá falleció cuando él tenía 18. A los 13 años un chico le cortó la cara desde la boca hasta la oreja, afectando su autoestima. Con mucho resentimiento, robaba tres veces por semana con armas. Su primer día en la cárcel le pidió a Dios que lo sacara de allí. Recuperó la confianza, la fe y la alegría de vivir. Te invitamos hoy a compartir su historia.
Clic mental Después de pasar por varios penales, llegó a la unidad 48 del penal de San Martín. “Estuve en Esparta los últimos años de mi condena. Fueron mi cambio, mi clic mental”. Uno de los días más felices de su vida se lo dio el rugby: “Salimos a jugar a Virreyes Rugby Club. Yo era el capitán del equipo. Estaba mi hijo Lázaro mirándome; él fue mi inspiración para salir de la cárcel y cambiar. Verlo me quebró, sólo pensaba en decirle que estaba arrepentido de todo lo que había hecho, que era su padre y que lo amaba; y que me perdonara todos los años que lo dejé solo. Que él me haya visto hacer algo bien, me cambió para siempre.”
El día de su libertad “Me llamó Coco (Fundador de los Espartanos) para decirme que estaba firmada mi libertad. Me largué a llorar. Faltaban dos meses para que naciera mi hijo. Un amigo me llevó a ver a mis hijos, fuimos directo a la iglesia donde estaban. Nos vimos, nos abrazamos y no paramos de llorar, fue un abrazo eterno.”
Mi mujer es la verdadera protagonista de mi cambio “Ahora llego a casa y tengo un mueble tapando la abertura, ella no me reclama que no tenemos dinero para comparar una puerta; no quiere que robe más. Ella es la madre de mis hijos, es la que me enseña a ser padre, porque no sé qué es ser un buen padre, porque no lo tuve. Siempre le digo a mi mujer que descanse, que ahora le toca a ella, después de tantos años renegando conmigo preso.” Emiliano apenas salió en libertad fue a la Fundación Oficios a terminar el curso de electricista que había empezado en la cárcel. Volvió más de una vez a rezar y a entrenar a la unidad 48. “Ser espartano es ser una persona de bien, solidario, con más corazón.”
No te pierdas de escuchar la historia de Emiliano haciendo click en la barra de audio debajo del título.
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