10/07/20- En el Cuarto programa de Palabras jóvenes para grandes Hombres recordamos que Los Padres de la Iglesia son los que han tratado de encontrar un puente entre la sagrada escritura y la realidad socio cultural de cada una de las comunidades. Más allá de estar a grandes siglos de la vida que le tocó protagonizar a los Padres de la Iglesia queremos encontrar claves, Palabras jóvenes porque siempre tienen mucha vitalidad y juventud del espíritu que le permite a estos grandes Hombres (el espíritu de Dios los hizo grandes) una grandeza que viene de la capacidad de abrir el corazón para abrazar a todos en la realidad que les toca vivir. Grandes tribulaciones que le tocó vivir a los Cristianos en los comienzos de la iglesia.
Leemos a San Cipriano de Cartago en el texto De Mortalitate: Cuantas veces se ordenó por la bondad de Dios que clama sin cesar que predicara en público que no debía llorar por los hermanos que habían sido llamados por el Señor y estaban ya libres de este mundo, sabiendo que no se pierden sino que nos preceden, que como viajeros, navegantes van delante de los que quedamos atrás, que se les puede echar de menos pero no llorarlos y cubrirnos de luto, puesto que ellos ya se han vestido de blanco, que no debe darse a los paganos ocasión de que nos censuren con toda razón por el hecho de que los lloremos como perdidos y aniquilados a los que decimos que viven con Dios y no demos pruebas con verdaderos sentimientos de lo que predicamos de palabra. Somos prevaricadores de nuestra esperanza y fe si lo que decimos parece simulado y fingido de nada sirve mostrar nuestra boca la virtud y desacreditar la verdad con las obras. Por último el apóstol Pablo desaprueba recrimina y acusa el dice: no queremos que se olviden hermanos a propósito de los que fallecen que no deben lamentarse como los demás que no tienen esperanza, pues si creemos que Jesús murió y resucitó también Dios llevará con Él a los que han muerto con Jesús. Dice así el apóstol que se afligen por la muerte de sus seres queridos los que no tienen esperanza, pero los que vivimos con esperanza y creemos en Dios y que cristo falleció por nosotros y resucito y confiamos en permanecer con Cristo y resucitar con El, por que no queremos partir de este mundo, lloramos o nos dolemos por los nuestros que parten como si se hubieran perdido cuando el mismo Cristo nuestro Dios nos exhorta diciendo: yo soy la resurrección y el que cree en mí aunque muera vivirá y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. Si creemos en Cristo tengamos fe en sus palabras y promesas de modo que ya que vamos a morir vayamos alegres y seguro a Cristo con el que hemos de triunfar y reinar para siempre.
Luego de leer el texto de Mortalitate el padre Alejandro agrego la siguiente reflexión Cipriano varias veces usa esta metáfora del viajero y navegante, el viajero que va por las rutas peregrinando que no se lleva muchas cosas, no se lleva la casa en la valija lleva lo que necesita para el viaje al igual que el navegante, en aquella época usaban los puertos tienen toda la experiencia de las naves ya que trabajaban en los puertos, la vida del navegante era una vida que se sabía que el que se iba en el barco no siempre volvía habían naufragios, como viajeros y navegantes aquellos van con esa actitud. Podemos llorar pero con la esperanza puesta en Jesús, no lloren como lo hacen los paganos pensando que desapareció todo, lloren con la esperanza de la resurrección, los sentimientos de amor no se contradicen con los sentimientos de la esperanza al contrario la esperanza los sostiene cuando los sentimiento nos hacen salir las lagrimas. La pandemia nos ha puesto muy cerca de la muerte vamos midiendo el dia a dia por las muertes, esto no puede ser un dato estadístico nada mas, no es simplemente la finalización de la vida, para los Cristianos la muerte tiene otro sentido y significado obviamente es dura pero es una realidad que nos abre a otra perspectiva.
A continuación leemos el segundo texto de la noche también pertenece a de Mortalitate: Si morimos cuando nos toque entonces pasamos a través de la muerte la mortalidad y no puede comenzar la vida eterna hasta que no hayamos partido de aquí del mundo terreno, no se trata ciertamente de un final sino de un paso y cumplido el viaje en el tiempo de un traslado a la eternidad quien hay que no desee ir a un destino mejor, quien no desea vivamente ser transformado y mudado cuanto antes a imagen de Cristo según la dignidad de la gracia celestial. El apóstol Pablo declara : nuestra vida está en el cielo de donde esperamos al señor Jesucristo que transforme nuestro cuerpo vil en un cuerpo resplandeciente como el suyo,también Cristo Señor promete que seremos tales porque Él ruega a su Padre por nosotros para que podamos estar con Él y podamos alegrarnos con Él en las moradas eternas y en el reino del cielo diciendo : Padre quiero que los que me entregaste estén conmigo donde estoy yo y vean asi la gloria que me diste antes de crear el mundo. El que debe llegar a la morada de Cristo a la gloria del reino celeste no debe llorar ni lamentarse sino más bien regocijarse en esta partida y traslado conforme a la promesa del Señor y a la fe en su cumplimiento.
Para finalizar el encuentro se realiza la siguiente reflexión del texto anteriormente leído: Cipriano mira la muerte como un traslado el habla de trasladarse (en latín translatio) la traslación un movimiento que va de un lugar a otro, no es de aquí a la nada,es un traslado de aqui a la eternidad de ahí se desprenden categorías donde las palabras se quedan corta: la vida terrenal y la vida eterna, una terrenalidad que supone que vivimos en un tiempo y espacio que en conjunción es llamado historia, en la eternidad no hay tiempo ni espacio pero a los que vivimos en la tierra nos cuesta imaginar las coordenadas eternas.Por eso el lenguaje bíblico y lo que se utiliza para hablar de estos temas tiene que ver con un lenguaje simbólico que nos ayude a poder expresar de alguna manera la realidad que nos supera. Debemos pensar que cuando sentimos que la muerte se aproxima es para trasladarnos a la meta que es el cielo allí vamos corriendo con la mirada puesta en Dios nuestro Padre eterno. Luego de la traslación se da la transformación que significa “cambio” nosotros cambiaremos nuestro cuerpo vil a un cuerpo glorioso como el de Cristo. Nuestra fe no está basada en un existencialismo vacío. La gloria es el esplendor de la trinidad eso es la mirada escatologica lo que tenemos en el horizonte, con esta reflexión el padre Alejandro se despide poniendo todas las intenciones a los pies de la Virgen. Los esperamos en el próximo programa de Palabras Jóvenes de grandes Hombres el dia miercoles 29 de Julio a las 20:45 hs para seguir reflexionando sobre los Padres de la Iglesia.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS