La adoración como estilo de vida

viernes, 15 de octubre de 2010
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Él tiene poder para cumplir lo que promete, dice en Rom. 4, 21. Y en Santiago 4, 8: acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Esto nos da una pauta de que Dios está siempre cerca. Dale el lugar que tiene y Él te va a regalar una gracia muy especial…
Hoy recibimos la invitación a detenernos, toma aire, el aire nuevo de la presencia de Jesús, la unción del Espíritu Santo. Jesús quiere encontrarse con vos. Y como sabe que estás dentro de una vorágine, Él te sale a tu encuentro. Dejate conducir por el Espíritu Santo. El mejor lugar para que te encuentres con Dios es el lugar donde estás, en este preciso momento. El centro es Jesús.
La adoración se desarrolla en lo concreto, en lo cotidiano, en nuestra vida diaria. La adoración es mucho más que un culto, que el lugar, que la forma de expresión, que la música, que la posición o el sentimiento que ella me genere. Esos pueden ser elementos, pero la adoración es mucho más que esto: a veces confundimos la adoración con determinadas canciones, letras, o un estilo musical, o creemos que porque cantamos canciones lentas, estamos adoramos.

La adoración se desarrolla en lo concreto, lo cotidiano.

El hermano Lawrens, que vivió por el 1600, decía que no era un acontecimiento al que se debía asistir, sino que debía convertirse en una actitud ininterrumpida, que me lleve todo el tiempo y toda la vida. Él, luego de una conversión a los 18 años, se hizo monje. Su característica: vivir en la presencia de Dios. Ésa fue la gran gracia que recibió en su vida, después de una experiencia de dolor: al haber participado de la guerra de los 30 años, sufrió una herida importante en una pierna, que lo dejó cojo y con dolores crónicos para toda la vida, además de la secuela espiritual. Sin embargo, él podía ver la vida y lo cotidiano desde otro punto de vista. Decía que no hay lugar donde puedas estar más cerca de Dios que donde te encuentres ahora mismo, haciendo lo mismo que estás haciendo en este momento. Él decía que la clave no es cambiar lo que estás haciendo, sino cambiar la actitud al hacerlo. Eso es adorar. Lo que diariamente hacés para vos, podés comenzar a hacerlo por amor a Dios: comer, bañarte, estudiar, trabajar, descansar o sacar la basura. No tenemos que distanciarnos para adorar a Dios, sino que debemos practicar el entrar en su presencia todo el tiempo. Te animo a que repitas en voz alta: todo el tiempo.

Para adorarlo en la vida, tu oración debe ser sencilla, cortita, sincera, no hay que buscar grandes frases o expresiones poéticas. Frases cortas, como las que podés encontrar en la Palabra de Dios. Para eso tenés que leerla. Por ejemplo:  “me basta tu gracia”; “en Vos confío”, “tu amor me da identidad”, “te pertenezco”. Y quedarte diciéndolo todo el tiempo, mientras trabajas, mientras estás esperando algo…

Adorar es ser consciente de la presencia de Dios en nuestra vida. Porque a veces nos perdemos de hablar con Dios por estar haciendo cosas, creyendo que por hacer cosas, no podemos encontrarnos con Él. Sin embargo, Dios está presente, mientras estudiamos o trabajamos, o estamos viajando o cocinando. Si hacemos lo que sea que hagamos, conscientes de que Él está a nuestro lado, también nuestra vida se convierte en una adoración.   En todo momento se puede tener una actitud de sumisión en su presencia, una conciencia activa de que todo lo que hago es una búsqueda de querer agradarlo y amarlo sin reservas, exageradamente. Esto es una gracia y una nueva conciencia que Dios está queriendo regalarte.

Lo que marca la adoración, es la presencia de Jesús en nuestra vida. No es nuestro modo. Arrodillarnos puede ser una forma de expresión, pero cuidado: no adoramos a Dios para sentirnos bien, o para experimentar su presencia, o tener una experiencia mística de Dios. Lo adoramos para encontrarnos con Él. Nosotros no lo adoramos para obtener un beneficio sensible. A veces podemos caer en esta trampa. No lo adoramos para eso, para decir que me encontré con Dios porque “lloré mucho”, o “me sentí muy feliz”, u hoy “no me nace adorarlo a Dios” porque “estoy triste” o “deprimido”. Hay que pedirle a Dios la gracia de que nos cambie la mentalidad. Independientemente de cómo te sientas, feliz o triste, adorarlo significa rendirnos ante Él, que es nuestro Rey y nuestro Señor. La adoración es para Él, no importa cómo nos sentimos nosotros. No es llorar mucho o sentir mucho. A veces lo vas a sentir y otras veces no te vas a dar cuenta. La meta no es tener una experiencia o sensación, sino tener una conciencia activa y actualizada de la realidad de que Dios está siempre presente. Él esta, independienteme de que lo sientas o no.

Como dice nuestro amigo Sebastián Escudero (teólogo y músico cristiano), a veces somos “católicos apostólicos románticos”, porque sólo nos movemos por sentimientos, por lo que sentimos: adoro si siento, voy a misa si siento, canto si siento. Y en realidad debe ser un compromiso de vivir permanentemente en su presencia, estar adheridos a Él todo los días de mi vida.
La adoración es un compromiso. Y a uno lo definen como persona, justamente las opciones o cosas con las que tomamos un compromiso de madurez. Ése es el estilo de vida de un adorador.
La adoración es sinónimo de agradar a Dios. Todo lo que hagas para agradar a Dios es un acto de adoración.

Dios tiene el poder para cumplir lo que promete, sobre todas las cosas. No hay mayor autoridad, sólo Él tiene la última palabra sobre todas las cosas, no hay nada por encima de su nombre. Tener esta conciencia es adorar: que para nosotros no existe ni habrá cosas, ni ídolos, ni siquiera los hijos o el trabajo, que estén por encima de Él. Eso es tener un corazón de adorador.

Le hemos pedido a Sebastián Escudero  que nos comparta qué es hacer de la adoración un estilo de vida. Él nos dice: “el estilo de vida de la adoración, o la adoración como estilo de vida. El rey David tenía claro lo que era adorar a Dios como un estilo de vida. Si bien él tenía sentimientos, era un gran salmista y compositor de canciones para Dios, él tenía un estilo de vida que adoraba a Dios. En el Salmo 34, 2 dice: Bendeciré al Señor a todas horas, mis labios siempre lo alabarán.” Él tenía clara la idea de que en toda hora, momento y lugar, nuestros labios deben honrar a Dios, cuando nos va bien y cuando nos va mal. Job, cuando le vinieron todo las desgracias, decía: de Dios recibí todo lo que tenía, Él me lo ha quitado, a Él sean la gloria y la alabanza.
Vemos a Pablo y a Silas en Hechos 16, 25ss, que estando en la cárcel, azotados, adoran a Dios, mostrando que Dios merece la adoración no por nuestros sentimientos, sino por lo que Él es, y no por lo que a nosotros nos parece. En Hbr 13, 15 dice: “debemos alabar siempre a Dios. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecerle, alabémoslo, pues, con nuestros labios ”. La misma idea del Antiguo Testamento aparece también, entonces, en el Nuevo Testamento. Qué importante es expresarle a Dios nuestra alabanza, para reflejar que lo amamos con todo nuestro ser.
Queremos explicar también qué es la adoración, porque mucha gente se está preguntando ¿qué es adorar?. El Catecismo de la Iglesia Católica da una definición: adorar es reconocer con respeto y sumisión absolutos la nada de la creatura.
Adorar es ponerlo a Dios en el primer lugar de nuestra vida. En Jn, 4, 23, Jesús le dice a la mujer samaritana que el Padre está buscando adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad. Él es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espiritu y en verdad. ¿Por qué “verdad”? Porque también podemos adorarlo en mentira, cuando nuestros labios dicen una cosa, pero tenemos otros ídolos: personas que hemos puesto en un lugar indebido; una situación que se ha convertido en el centro de nuestro pensamiento; nuestro celular; nuestro facebook; incluso nuestro ministerio, para los que servimos a Dios, se puede convertir en un motivo de adoración. Nosotros, los seres humanos, hemos sido creados por Dios para adorar, y sí o sí vamos a tratar de llenar ese espacio que necesita adorar, por eso vemos a los jóvenes, que idolatran a un artista o un ídolo del deporte. Porque su corazón fue creado para adorar, pero el Señor nos dice que solamente debemos ser saciados con adoración a Dios. San Agustín nos dice en sus Confesiones: hemos sido creados para Ti, Señor, y nuestro corazón permanece inquieto hasta que no descanse en Ti. Cuando vos ponés a Dios en primer lugar de tu vida, lo adorás como Él se lo merece; tu vida va a encontrar paz y tranquilidad. Porque los ídolos no nos pueden satisfacer.
Por último, algo respecto al primer mandamiento: “Amar a Dios por sobre todas las cosas.” Pero en la Biblia, en Éxodo 20, 2, dice: “Yo Soy el Señor, tu Dios; no habrá otros dioses delante de mí.” Eso es lo que busca el Señor. No tener otros dioses, solamente Dios merece la adoración. La Iglesia toma “amar” y “adorar” como sinónimos. “Amar a Dios por sobre todos las cosas” es sinónimo de adorarlo, de ponerlo en primer lugar de nuestra vida, y esto como un estilo de vida, no sólo en un momento determinado del día, o el domingo cuando vamos a misa. Siempre Señor, te adoraré, en cada hora, cada minuto. Considerar que nosotros no somos nada, y que Él es el Señor de nuestra vida; buscar agradarle a Dios, buscar la santidad, es lo que nos hace adoradores. No es cantar canciones bonitas porque el Señor está en la Eucaristía, o emocionarnos porque pasea el Santísimo durante una Adoración. Es un estilo de vida.

También hemos invitado al programa a Daniel Poli (quien en una oportunidad nos comentaba que uno de los modos en que más le gustaba orar era en la intimidad, en la soledad, en la adoración): “Yo te contaba que muchas veces en la oración personal tomo la guitarra y canto; poder cantarle a Dios siempre ha sido una manera de orar que a mí me identifica, y creo que a mucha gente… romper el hielo al comienzo de la oración con una cancion. Y muchas veces, con las canciones de adoración, en pocas palabras se expresan muchas cosas que uno quiere decir, y uno las repite una y otra vez, cada vez con un contenido distinto.”
Muchas veces,en Seminarios y Retiros, junto con Sebastián Escudero, hemos visto que mucha gente entiende la adoración como un estilo musical, como una manera de orar, o solamente en la contemplación de Jesús Eucaristía. Y se pierde muchas veces el regalo de descubrir a la adoración como un estilo de vida. “Yo hace un tiempo -dice Daniel Poli- he visto que muchos “adoran la adoración”. Quiero decir que uno se siente tan bien cantándole a Dios en la Iglesia, con los demás, cantando una canción tras otra, que uno se querría quedar allí por siempre. Pero la cuestión es que hay que vivir, que la vida está fuera del templo, y que necesita de los que creen. Entonces hay que tener cuidado con eso de “adorar la adoración”, porque uno corre el riesgo de querer vivir así, en ese estado todo el tiempo. Y en realidad, ese estado nació adentro, en la casa, en el trabajo, en la familia, en las cosas de todo los días. Esa amistad y ese trato con Dios que a uno le hace rezar en todo momento, caminando por la calle, con confianza darle gracias a Dios, o enojarse con Dios… Yo he visto cierto acartonamiento y cierta pomposidad a veces en todo este tema de la Adoración… creo que lo podríamos hacer más sencillo: oro en confianza, no solamente cuando estoy, en el templo sino todo el día.

Sí, esto que dice Daniel Poli nos ha motivado a crear este programa, para poder volver a llenar de significado la palabra adoración, o el acto propio de llegar ante Dios y postrarse, como su palabra lo indica: proscuneo, del hebreo, “postrarse, rendirse” a los pies de Jesús, para entregarle todo nuestro amor y toda nuestra vida, en lo concreto y en lo cotidiano, en el gesto que se expresa hacia el otro.
Aunque debemos decir que muchas veces hemos participado de conciertos en los que vemos que a la Adoración se la utiliza como recurso, como efecto  especial. Dice Daniel Poli: “Ah!, vos decís algo así como decir: vamos a usar efectos especiales, rayos láser, humo, y al final hacemos la Adoración y “los matamos a todos”. Y, la verdad que es medio peligroso pensar así, porque es como querer utilizar a Dios para que a mí me vaya bien… si el cantante hace algo emotivo y la gente llora en los conciertos, “mejor, sale todo el mundo hablando de mí y de mis canciones”. ¡No! hay que tener muchísimo cuidado con esto. Nosotros a veces terminamos nuestros conciertos con Adoración al Santísimo, pero yo tengo muchísimo cuidado de que se haga para adorar al Señor. A veces lo piden los organizadores… pero si no hay Adoración Eucarística, lo mismo rezamos y hablamos con Dios, no es un “requisito técnico”. Hay que tener muchísimo cuidado con eso… no transformar en un show la Adoración.”

    En nuestra vida, el desafío más grande es tomar conciencia de la presencia  actual y viva de Dios en nuestra vida, de todos los días, incluso cuando estoy durmiendo, porque Dios se goza en mirarnos y sonríe cuando estamos durmiendo; entonces uno también puede pedir la gracia, antes de ir a acostarse, de adorarlo también en el sueño. En cada momento, todo el tiempo.

Dios decide revelarse y manifestarse diariamente. Aunque al mundo no le interese que Él se revele, Él lo mismo se revela. La adoración debe ser en lo concreto, y no sólo en el plano contemplativo, sino en el trato real que tenemos con los demás; ése es el sagrario que Él prefiere para que lo adoremos.
También está la Adoración Eucarística. Pero el termótero real es con el otro, amar al otro, recibiendo a Jesús en el otro, como si fuera un sagrario humano: en nuestros compañeros de trabajo; si somos maestros, en nuestros alumnos, aún los más rebeldes; en ese jefe que te hace la vida imposible, que se complace en desagradarte. Ahí podemos adorar, en esos momentos donde nos pasan infortunios o cuando pareciera que el mundo se nos acaba. Adorarlo a Dios en esos momentos durísimos de desierto, de las enfermedades. Dios no es un dios sádico que se complace en nuestro dolor. Pero nosotros le podemos decir, a pesar de lo que nos toca vivir, Señor te amo y  sos lo principal en mi vida, sos lo más importante que tenemos porque sabemos que vos tenés la última palabra. En vos reside la última Palabra.
La adoración es un acto, una acción concreta. Algo que se pone en movimiento de amor hacia Dios y se refleja en el amor al prójimo. No puedo amar a quien no veo, si no amo a mi hermano a quien veo, dice San Juan. Son dos caras de una misma moneda. Cuando Dios nos pide amarlo por sobre todo las cosas, nos pide también que amemos al prójimo como a uno mismo.

A este tipo de adoradores está reclutando el Padre (cfr. Juan 4, 23). Y Él ha puesto su mirada en vos, en tu corazón. Él anhela que seas un adorador en espíritu y en verdad. Él te va a dar la gracia para esto.
Hay quienes adoran en mentira y en la carne. Es decir, podemos estar arrodillados frente al Santísimo, con el alma expresándole esto, pero en nuestra vida después es otra cosa, nuestro interior no vive entregado a Dios. Vivimos como en un disfraz. Tenemos que estar entregados a la gracia de amar al otro, como más dignos que nosotros. Podemos estar alabando a Dios con la boca y adorándolo con nuestro cuerpo, pero en nuestra vida no expresamos que queremos adorarlo.

Tenemos varias claves de la adoración: la verdad, el amor, el espíritu. En esto se debe basar nuestra adoración. No de cualquier manera se adora. Esto va más allá de lo que el mundo nos proponga. “El que me ama será fiel a mi Palabra, y mi Padre lo amará” dijo Jesús. “Iremos a Él y habitaremos en Él” (Jn 14, 23). Es la mejor promesa que podemos haber recibido. Para conocer al Padre, zambullite en su Palabra, introducite en esa promesa de la Biblia. Es el alimento que necesitamos todos los días.

El fundador del Movimiento de la Palabra de Dios, padre Ricardo Mártensen, escribió en su libro El Sagrario humano de Jesús: es ahí donde se comprueba la madurez de la conversión: en el amor que le tengamos al otro y en la expresión concreta que tengamos por el otro.

En lo concreto, en lo real y lo cotidiano, Dios no se cansa de buscarnos y Él ve una oportunidad para estos adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad. Uno está tan cerca de Dios como se lo proponga, porque Dios está siempre cerca. Ser amigos de Dios es ser adorador. Dios no se cansa de nosotros. Dios no se cansa de buscarnos. Él sigue ofreciendo vacantes para este puesto. Todos tenemos oportunidades de tener un puesto en estas vacantes que el Señor tiene hoy, ya que entrar en adoración no es casualidad, no depende del azar, ni de cumplir con los requisitos o el perfil. Uno está tan cerca de Dios como se lo propone.

La amistad se da en distintas etapas de la vida y en diferentes grados de importancia y trascendencia. La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse y otras que tardan años en hacerlo. La verdadera amistad dura toda la vida

Dice la palabra de Dios:

10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida.

Dios quiere ser tu mejor amigo… Nuestra elación con El puede haber ido variando a lo largo de nuestra historia, esto también ha dependido del vinculo diario que desarrollemos con El: yo tome algunos “Títulos” que se me vienen al corazón y a la mente cuando hago retrospectivamente memoria por ejemplo, Creador, Hacedor, Guardián Salvador, Liberador, Señor, Maestro, Juez, etc….

Pero la verdad más impactante es que Dios quiere y anhela ser nuestro mejor amigo…
El nos creo para vivir eternamente en su Presencia, esto podemos leerlo desde el génesis y seguir contemplándolo a lo largo de toda la historia de salvación…