17/03/2021- Para la Iglesia, cualquier praxis sexual fuera del matrimonio va en contra del designio de Dios para el amor humano y no puede bendecirse
El obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, explicó el fundamento teológico del discernimiento que lleva a la Iglesia a declarar que no se puede bendecir una unión íntima (sea entre personas homosexuales o entre heterosexuales) que implique un pecado.
Para el obispo de San Francisco, Sergio Buenanueva, la afirmación más importante que tiene la revelación cristiana sobre la sexualidad humana está en los capítulos I y II del libro del Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; varón y mujer los creó”. Esto significa, agregó Buenanueva, que “la imagen de Dios está en la pareja humana: varón y mujer; diversidad corporal llamada a la comunión y a la transmisión de la vida. Por eso el sacramento del matrimonio tiene un estatuto especial en comparación con los otros sacramentos. Ha surgido de la Creación, expresa el designio de Dios sobre el amor humano, y ha alcanzado en Cristo su plenitud. Por eso el matrimonio es un signo visible del amor de Cristo por la Iglesia y de la fecundidad de ese amor. Esa es la belleza del amor humano. Y desde aquí se proyecta toda la enseñanza de la Iglesia en materia de sexualidad, que expresa que “el ejercicio de la sexualidad fuera del ámbito sagrado del matrimonio, sea homosexual o heterosexual, no responde al designio de Dios, por eso es que no se puede bendecir una unión que no responda a ese designio”, dijo el obispo.
Buenanueva afirmó que para la cosmovisión de la cultura en la que vivimos, en la que se absolutiza la libertad y el deseo personal por encima de la moral objetiva, es muy difícil comprender y aceptar una “discriminación justa”, como la que se establece en esta declaración. Pero destacó que lo que no se bendice aquí es la unión que se establece al margen del designio de Dios, no así a las personas que son siempre amadas por Dios y por la Iglesia más allá de su condición sexual.
Por eso mismo, el obispo dijo que no hay que caer en un rigorismo moral en el que todo es condenatorio. “La Iglesia –dijo- no es un club en el que hay que aceptar las reglas ‘o te vas’. Ese no es el espíritu del Evangelio de Jesús”. Por eso destacó la necesidad de estas “pastorales de frontera” que han surgido en todo el mundo, por gracia de Dios, con agentes pastorales que acompañan y socorren a hermanos y hermanas que están en situación de pecado o en situaciones irregulares, como es el caso de una religiosa carmelita de Neuquén que trabaja para ayudar a encontrar trabajos dignos a travestis para que no tengan que prostituirse”.
Una cosa no quita la otra, porque Jesús nos busca y nos perdona, pero también nos dice: “Andá y no peques más”.
Sobre la imagen, el audio completo de la entrevista.
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