16/04/2021 – Hoy, en “Historias de santidad”, conocimos la vida y obra de Monseñor José Aníbal Verdaguer y Corominas, primer obispo de Mendoza y fundador de la congregación de las Hermanas Obreras Catequistas de Jesús Sacramentado.
Nos acompañaron dos religiosas de esta orden: Hermana Carolina y Hermana Luján quienes nos brindaron una semblanza de su padre fundador, recorrimos sus principales virtudes y compartieron algunos de sus escritos que nos ayudan a vislumbrar la grandeza de este sacerdote entregado a Dios y a su pueblo.
Monseñor José Aníbal Verdaguer nació en Mendoza el 15 de abril de 1977.
“Desde muy pequeño siente el llamado a ser sacerdote. En el museo de la Casa Madre se conservan unas valiosas libretas con sus escritos, donde siendo adolescente iba vaciando su corazón de sus deseos de amar a Dios y obedecerlo en esta vocación a la que lo había llamado:
‘Procuraré durante el día ponerme en la presencia de Dios y encomendarme a él, a la Santísima Virgen, al ángel custodio y los santos de mi devoción. Procuraré cumplir mis obligaciones por prontitud, cada día diré el Santo Rosario, todo cuanto haga durante el día lo haré para mayor gloria de Dios y siempre, al hacer cualquier cosa, pensare que en aquello puedo servir a Dios.’
Luego de un tiempo y, ya de regreso a Argentina, es ordenado sacerdote y comienza en obediencia a asumir las misiones que se le iban encomendando: párroco, capellán de comunidades religiosas y también la de escritor de algunos libros como historiador y que son referencias imprescindibles para todos los historiadores de la Iglesia.
Cuando el padre José Aníbal se entera de que había sido propuesto como obispo de la recientemente creada diócesis de Mendoza escribe al Nuncio apostólico una carta, cuyo contenido habla mucho de su corazón humilde y que se reconocía muy limitado:
“Previendo que pueda existir alguna probabilidad de que sea designado para ocupar la sede episcopal de Mendoza, me tomo la libertad de dirigirme a S.E.R. pidiendo y suplicándole con todas las venas de mi corazón quiera tener compasión de mí y librarme de tremenda carga superior a mis fuerzas. Yo padezco una enfermedad crónica (diabetes) y paso la mayor parte de los días sin ánimo para el trabajo, no pudiendo coordinar ni una idea, completamente desfallecido. No pudiendo predicar ni celebrar la Santa Misa a hora avanzada. Tengo dificultad para caminar y estar largo tiempo de pie. Además, reconozco que no tendría la suficiente energía de carácter para cumplir como es debido con el cargo pastoral”.
“Finalmente asume en obediencia su misión con gran celo apostólico que se reflejaba en su lema episcopal: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4, 13).
En 1937 funda la Congregación de las Hermanas Obreras Catequistas de Jesús Sacramentado, hoy presentes y activas entre nosotros, con el carisma de catequizar y evangelizar todo el territorio mendocino.
Hermanas Obreras Catequistas de Jesús Sacramentado
Las hermanas Carolina e Inés destacaron, entre las virtudes de Monseñor Verdaguer, que “fue un hombre que supo vivir la santidad desde la humildad y la sencillez. Tenía mucha conciencia de su fragilidad y ponía toda su confianza en Dios”.
Finalmente nos compartieron una bella canción compuesta por Hermana Marisol Romero e interpretada junto a otras religiosas de la Congregación y algunos laicos que, haciéndose eco del lema episcopal de Monseñor Verdaguer, contiene mucho de lo que la gente decía de él luego de que partiera a la Casa del Padre.
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio al comienzo de esta nota
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