María, Madre de la Iglesia

lunes, 24 de mayo de 2021
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24/07/2021 – Hoy celebramos a María, Madre de la Iglesia, la reconocemos como tal en el parir la vida de la iglesia en Pentecostés.

Así como Jesús nació del ceno de María y por obra del Espíritu Santo, la iglesia nace de el Espíritu y con la presencia de María. Por lo tanto, todo renacer nuestro, personal, familiar, comunitario, el de la sociedad en su conjunto, ha de acontecer de la mano del Espíritu y de María.

“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”.

Jn 19,25-27

Después de la fiesta de Pentecostés, que hemos celebrado, la iglesia celebra a María como Madre de la Iglesia. Esto quiere decir, madre de cada uno de nosotros, que somos iglesia, es Jesús desde la cruz que nos la dio como madre, es una indicación de Cristo, dice Juan Pablo II, es un mandato de Jesús para con María, y para con nosotros en la relación filial, “mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre”. Juan representa a todos los que como él desean ser discípulos amados de Jesús.

Como él llevamos a María a nuestra casa, María es verdaderamente nuestra madre y el cariño y el amor, la cercanía, la ofrenda de la vida a Ella como madre nuestra es un don que tiene características sobrenaturales, es decir no nos nace ser hijos de María por sangre como tampoco lo somos de Dios por sangre, sino por el Espíritu. Ella como madre, además de engendrarnos en el Espíritu como un día lo engendró también a Jesús, por obra del Espíritu, intercede continuamente por nosotros delante de su hijo y nos muestra el camino, nos muestra el por donde, y nos concede la gracia necesaria para ir por ese camino.

El camino que María nos indica, nos lo indica con suavidad, con ternura, con su mirada, con su llamada de atención, y por sobre todas las cosas nos lo muestra por el camino de la oración. Es ese el lugar que María revela como nuevo para los discípulos, el camino de la oración, es el camino donde se ve con claridad, donde a pesar de que a veces es un lugar de lucha, es un lugar de combate, es un lugar donde para permanecer, hay que verdaderamente disciplinarse, es decir saber darse el lugar y el tiempo, respetarlos y guardarlos, defenderlos, este lugar donde a veces parece que sentimos ante tanta actividad a la que somos reclamados, perdemos el tiempo, es el lugar donde Dios se nos muestra, se nos revela, se nos hace presente con claridad.

María nos muestra ese camino, María nos muestra el camino de la oración y también nos muestra el camino de la obediencia. En las bodas de Cana, María aparece indicando justamente este sendero, el de la obediencia, hagan lo que él les diga, el camino de la obediencia y el camino de la caridad en el servicio, María junto a Isabel en el servicio caritativo porque ella estaba pasando por aquel momento duro, difícil de estar engendrando a un hijo en el tiempo de la vejez.

Obediencia, caridad y servicio, oración son los caminos que María muestra para que nosotros podamos desarrollar el don de la filiación con su hijo y también del encuentro amoroso y de filiación con ella.

Qué título, madre de la iglesia, lo hemos como rescatado del concilio vaticano II, y desde aquí es donde comienza como a redescubrirse esta dimensión mariana, más precisamente el 21 de noviembre del año 1964, la iglesia la proclama a María como madre de la iglesia, y desde allí celebramos su festividad.

Hoy queremos ponerla en su lugar de vínculo maternal con cada uno de nosotros y con nosotros en nuestras comunidades, en lo nuevo que ella da a luz, que ella viene a gestar, en lo nuevo que ella viene a hacer crecer en medio de nosotros. Los vínculos nuevos, las nuevas relaciones, los nuevos caminos que se abren para nosotros en el seguimiento de Jesús, la sorpresa con la que Dios nos conduce por la vida, la queremos confiar a su maternal protección.

María nos educa, nos alimenta, nos acompaña

Como buena madre, María no solo se limita a dar vida, sino también a alimentar, a educar, a acompañar, a cooperar con la obra de redención de su hijo. Ella evidentemente esta de cara al misterio de la trinidad, está metida en él, sin embargo esto lejos de ponerla a la distancia de nosotros, la pone aún más en lo hondo de nuestro ser, donde también nos inhabita en misterio trinitario, desde el momento en que Jesús murió en la cruz, venció el pecado, la muerte, y habiendo vencido esto, resucitó a todos, asumiendo toda la humanidad nos a puesto de cara al misterio de la trinidad y entonces María metida también en él está muy cerca de todos los hombres, de todo momento de los hombres, por eso ahí tenemos a nuestra madre, ahí tenemos el lugar donde verdaderamente recibimos de parte de Dios, consuelo, alegría, gozo, ternura, compañía, para la vida, para que no se pierda en el fragor de lo de todos los días, en la lucha cotidiana ese costado necesario del vínculo humano que brota de la relación madre e hijo, ahí hay una madre que nos acompaña siempre, y qué madre, es abogada, es auxiliadora, intercesora, es mediadora.

Ella además nos acerca a lo que nos hace falta de Jesús, la fuerza que necesitamos, la luz que nos hace falta, la paz que podemos haber perdido, la falta de entusiasmo, de esperanza, el espíritu de lucha en el que a veces no sabemos cómo sostenerlo. María además de ser intercesora, madre cercana, amiga, auxiliadora, mediadora, María es modelo, y es ejemplo, testimonio de fuerza, de virtud. Además María es un faro, un lugar desde donde poder ver, desde donde poder observar, contemplar.

Ella nos enseña el camino de cómo ver, el cómo contemplar, el cómo guardar todo lo que ocurre en el corazón, no como quien conserva para sí mismo sino como quién goza de ese lugar que viene de la mano de la oración y del encuentro con la palabra de Dios para rumiarla interiormente y de allí con nueva luminosidad poder asumir las cosas de todos los días como ella las vivía, guardando todo en el corazón, con paz, con alegría, con gozo, sin dejarse llevar por lo que de la lucha de todos los días viene la carga del límite, de la impotencia, del fracaso, del dolor, todas experiencias directamente vinculadas a la muerte que el pecado ha dejado gravado en el corazón de la humanidad y que ella nos invita, no a negar que eso está allí, sino a descubrir que eso ha sido vencido por aquel que ella misma dio a luz, en ese sentido ella nos invita a creer, esta es la actitud de obediencia que propone María en las bodas de Caná, hagan lo que él les diga, es decir sigan el camino que Jesús les muestra, y ustedes van a encontrar lo que están buscando.

Es justamente desde ese lugar desde obediencia a la palabra y a lo que Ella nos ofrece, su hijo, donde nosotros podemos permanecer confiados sabiendo que allí donde nos parece que las cosas no van más, empieza a acontecer el milagro de la multiplicación, empieza a ocurrir en el límite mismo de nuestra existencia la obra de Dios. Necesaria experiencia esta de llegar hasta el límite, de llegar hasta el lugar donde parece que todo termina para dejar que Dios comience a hacer todas las cosas de nuevo y María nos regala esto, no sólo con hagan lo que Él les diga, sino con el testimonio de ejemplo de saber permanecer en la oscuridad de la fe ante el misterio de Dios que le dice, serás la Madre del Salvador, y el misterio de Dios que la invita a permanecer atravesada con la espada en su corazón, fiel, allí al pie de la cruz y orando con los discípulos en Pentecostés porque allí mismo Dios hará grande la obra en su obediencia, en su entrega, en su saber permanecer filial ante el misterio de Dios que invita a creer en medio de las circunstancias más difíciles, más duras.

La oración, lugar de encuentro

Por la oración y el vínculo con ella, particularmente por la oración del rosario, es el lugar elegido por María para vincularse con nosotros. Un texto muy bonito realmente nos ha dejado San Juan Pablo II, en torno a este don de su maternidad en el rosario, ahí el Papa, nos muestra cómo la virgen, a través de la oración del rosario ejerce esta maternidad, nos llama a vivir en esta actitud de confianza, de obediencia, por el camino de la oración, la caridad del servicio y es un testimonio y un ejemplo para nosotros.

Decía Juan Pablo II, el rosario se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en Cristo sin embargo, es con María que rezamos pero es en Cristo en quién oramos, es una oración sobria, que está centrada en la profundidad de todo el mensaje de la buena noticia de Jesús, de la cual es como una síntesis.

El rosario sería como una síntesis de todo el evangelio. Si uno quiere decir en pocas palabras qué es el evangelio, si recita los misterios del rosario encuentra allí todas las verdades que en el evangelio vienen a revelarse, por eso orar los misterios del rosario con el evangelio en la mano, es como ir dejando que la síntesis evangélica vaya ganando nuestro corazón y a partir de ella, podamos orientar nuestra vida con un sentido evangélico. En la oración del rosario, aparece el magníficat de María, que es un canto profético mariano, que es un cántico de gozo de María y en este canto de alegría, de gozo, de profecía, nosotros aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de Jesús y a guardarlo en el corazón y a experimentar la profundidad del amor de Dios. Cuando el rosario es meditado, cuando es orado, no rápidamente sino serenamente, tranquilamente, tiene la capacidad de enamorarnos, que no es otra cosa que dejarnos llenar del amor de Dios.

Y en esa presencia del amor de Dios que se nos comunica, recibimos muchas gracias de parte de Dios, que nos vienen como dada de la misma mano de María. En la oración del rosario recibimos las gracias que necesitamos para nuestra fidelidad, para nuestra constancia, para nuestro seguimiento, para nuestra profundización en el amor de Dios, para seguir los caminos de la obediencia, del servicio

El rosario nos lleva a descansar en Jesús también en la tempestad, frente a las olas que parecen terminar con nosotros. Es una oración que pacifica, que enamora, que nos permite profundizar en Jesús, meternos en Él, y de Él recibir todos los dones que el padre nos quiere regalar en este tiempo para vivir a la altura de los acontecimientos que nos toca vivir. Es una oración sencilla, sintética, oración de María pero centrada en la verdad de Jesús.

El rosario es una escuela donde somos invitados a orar y a orar con Jesús y con María, contemplando el misterio y con ella, como ella, aprender a guardar en los secretos del corazón lo que la oración del rosario nos invita a contemplar, el rostro de Jesús. Es una oración que trae paz, decía el Papa, y que la da particularmente a esa paz cuando la oración del rosario se la reza en familia.