“Adelántense para honrarse unos a otros; tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; obedézcanse unos a otros a porfía; nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; practiquen la caridad fraterna castamente; teman a Dios con amor; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; y nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna”. (De la Regla de San Benito).
02/06/2021- Emitimos un nuevo programa del ciclo “Oración, trabajo y vida comunitaria” junto a los monjes del monasterio “Nuestra Señora de los Ángeles” que se encuentra en Azul, Provincia de Buenos Aires. En este encuentro nos preguntamos: ¿Cómo una espiritualidad desarrollada por célibes puede contribuir a la vida familiar? “La familia bien constituida se basa en la aceptación y en el respeto”, dijo el Padre Rubén, monje trapense que nos acompañó en esta ocasión.
Somos todos diferentes “Cuando tenemos diferencias los seres humanos y entendemos que las diferencias son un problema, no estamos bien encaminados. Empezamos a entender mejor cuando consideramos que la diferencia es una riqueza, que el otro tiene lo que yo no tengo y puede darme otro punto de vista. Para eso es necesaria la escucha del otro. Hay un monje de la comunidad que dice que una de las renuncias más difíciles que tiene el ser humano es “a tener la razón”.”
Querer al otro como Dios lo quiere “Lo principal cuando no me entiendo con un hermano, es tratar de quererlo como el Señor lo quiere. Dios lo quiere, así como es, no como yo quiero que sea. Ante la dificultad en la comunicación o en el entendimiento nos podemos preguntar: ¿qué me pasa a mí que el otro me genera esto? A un Padre de la comunidad se le consultaba, cuando teníamos problemas con algún hermano, y él contestaba: “es el hermano que vos necesitas, el Señor te lo puso en el camino”.
El perdón y la reconciliación San Benito insistía que hubiera reconciliación antes de la puesta del sol. Eso garantiza que las antiguas hostilidades no se sumen unas a otras.
“Cuando hay un conflicto, hay que bajar el tenor de la tensión. Enojarse forma parte de una decisión. Cuando estoy enojado se mete el orgullo. Nos debemos preguntar: ¿Qué es más importante, el enojo o la persona amada que tengo delante? Somos seres relacionales, no somos autosuficientes. El problema en las relaciones tiene dos raíces: el orgullo y el egoísmo. Cuando uno se ancla en estas cosas se enferma y no se puede ser feliz. Hay que tratar de no juzgar. A veces cuando uno no se puede reconciliar antes de que termine el día, es bueno tener un gesto con el otro y pedirle al Señor la gracia de perdonar y ser perdonado”.
Querer ser buenos “Lo único que rompe las corazas es querer ser buenos. Hay que doblegar con la bondad, hacerse cada vez más buenos. Contra el bueno no hay argumento. Hoy en día nos cuesta mucho discutir sobre la verdad y la justicia, porque la verdad está contaminada por el relativismo y la justicia está contaminada por la corrupción; pero la bondad es indiscutible. La paciencia y la dulzura es fundamental. Una sonrisa, una mirada a los ojos con paz, las caricias; estas son acciones castas, es decir, que no tiene otra intención”.
No te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.
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