08/06/2021 – Uriel Troncoso, joven misionero forma parte de la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús de San Salvador, en Entre Ríos. En marzo del año pasado debía ir pasado a Uruguay de misión con Puntos Corazón, pero la pandemia se lo impidió. “Tengo 31 años. Mi sueño de siempre es ser músico, tocar la guitarra, llevo a Dios a través de ella. Ahora quiero formarme como cristiano y ayudar al prójimo, desde la Infancia y Adolescencia Misionera o desde el espacio que sea”, dijo el joven, quien reconoce que “los artistas somos personas muy espirituales”.
“Nací en San Salvador, mis padres eran estudiantes y allí nací yo, en forma inesperada. Mi mamá es maestra especial, yo iba siendo bebé al profesorado durante su formación. Mi papá se fue a Buenos Aires cuando se separó de mi mamá. Somos 4 hermanos: dos hermanas por parte de mi papá y una hermana por parte de mi mamá. Estudié música en Buenos Aires y en esos años conocí más a mis hermanas y a mi papá. El Señor me fue llamando con mucha paciencia”, dijo Uriel.
“En el retiro “Navega mar adentro” conocí más fuertemente al Señor. Unos días después ya estaba en el ministerio de música de la Renovación Carismática Católica. Luego me prendí con la Infancia y Adolescencia Misionera, con su carisma, sus amistades y sus campamentos. En Puntos Corazón tenía por destino misionar en el barrio Borro de Casavalle, dentro del departamento uruguayo de Montevideo. El Señor rompe estructuras, esto me pasó con la postergación de mi viaje con Puntos Corazón al Uruguay. Con el tiempo sabemos que los caminos son perfectos, somos nosotros los que nos tenemos que acomodarnos a eso”, señaló Troncoso.
“El Señor siempre se mostró paciente y callado pero presente en mi vida. En mi niñez hice catequesis como la mayoría de los chicos y llegada mi adolescencia me alejé, no iba a misa, no hacía nada relacionado con la vida de iglesia aunque Dios siempre se hacía notar, terminé el secundario y me fui a estudiar a Buenos Aires donde fue que me estaba esperando el misterio de la presencia, en la soledad de esas caminatas de la facultad a mi casa o en mi pequeño departamento que hacía de hogar, una presencia me hacía compañía y sostenía en esta difícil tarea de ser estudiante del interior en la gran ciudad. Durante mi estadía allí sentía la necesidad de acercarme a algún lugar”, manifestó Troncoso.
“Terminados mis estudios me vuelvo a mi pueblo y a través de un noviazgo surge la idea de hacer un retiro espiritual el cual no se da. La idea de acercarme cada vez más me hacía querer hacer algo. Me inscribí a una peregrinación y después todo quedó ahí pero ese deseo me seguía llamando, al año siguiente hice ese retiro espiritual y comencé a participar del ministerio de música de la parroquia. El Señor es perfecto en sus caminos, había algo que me seguía pidiendo dar un paso más así fue que me inscribí a una misión de verano y durante el año seguí con la participación en el ministerio, al próximo verano me vuelvo a inscribir a las misiones y siento la curiosidad de participar en la obra de Infancia y Adolescencia Misionera. Es así como el Señor fue preparando mi corazón para estar donde hoy tengo que estar, con la gente que Él va poniendo en mi camino”, resaltó.
Por último, Uriel compartió esta oración misionera:
Señor, tu que nos has creado con amor,
nos has dado libertad y una misión en esta tierra,
gracias por el don de mi vida,
gracias por cada persona que ha pasado y por las que hoy están,
gracias por la familia que me tocó,
por los caminos que he transitado y los que tendré que caminar,
que sean siempre de tu mano.
Gracias por hacerte presente en cada día de mi vida
a través de las personas y momentos que me presentas.
Te pido por la unión y la fe de cada familia,
en estos momentos difíciles que nos toca vivir,
que la unión y la fe sean la gota de esperanza que mantenga firme
a cada familia en tus senderos de vida.
Bendice a cada uno de los misioneros que dan su vida
porque otros conozcan el Evangelio
y se dan sin esperar nada a cambio a sus hermanos.
Tú que tienes palabras de vida eterna no nos dejes caer.
Amén.
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