30/07/2021 – En el “Diálogo de hermanos” de este viernes y ante la cercanía del mes de agosto, el padre Javier Soteras y el rabino Marcelo Polakoff hablaron de la niñez y la educación de los hijos. El diálogo partió del libro de los Proverbios, capítulo 22, en el versículo 6 cuando afirma: “Instruye al niño en el camino correcto y aún en su vejez no lo abandonará”. Polakoff indicó que “del hebreo se origina la palabra “dirigir” que viene de camino. El camino que propone la palabra de hoy es el camino de quien es niño, adolescente o joven. En el caso del niño, este aprende jugando. También se puede interpretar que se educa a los niños para que cuando crezcan no se alejen de Dios, sigan en el camino del Señor”.
El director de Radio María Argentina completó: “El camino que se nos abre por delante (Dios lo hace) está adecuado a la posibilidad de cada uno. Por eso los niños nos representan a todos cuando entendemos que los caminos de Dios nos superan, en eso todos somos pequeños. Jesús dice que para entender a Dios hay que hacerse como niños. Hay dos niños en las escrituras que quiero destacar: Moisés y David. Moisés es puesto en una canasta para proteger al pueblo hebreo del avance egipcio. Ese niño fue amamantado por su mamá, a la sombra del faraón. David es elegido por Dios siendo un niño para ser el rey del pueblo judío#.
“En crítica bíblica “Sitz im Leben” es una frase alemana que puede traducirse aproximadamente como “posición en la vida”. En otras palabras, significa que no hay texto sin contexto. Llevar a un chico díscolo ante la autoridad para que lo juzgue es una cosa, pero hay que preguntarse por qué o cómo se hizo díscolo, y cuál es la responsabilidad de los padres en esa situación”, señaló el padre Javier. “La palabra “hijo” está vinculada a una acción o verbo que significa “construir”. Los padres van construyendo la promesa inicialmente con la familia y luego con la educación de sus hijos. También en el libro de los proverbios se dice que el que no educa a su hijo, no le pone límites, terminará teniendo problemas en el vínculo con él. Los padres que no ponen límites terminan por mal camino. Como también el exceso de límites llevará a la violencia. Aquí lo apropiado es el equilibrio”, agregó Marcelo.
El rabino de Córdoba afirmó que “Jesús a los 12 años se acercó a la sinagoga, al templo de Jerusalén, a leer la Torá. En nuestra tradición, desde esa edad ya es considerada una persona con ese derecho, con la posibilidad de tener participación activa en la vida religiosa. En esa época, el niño de 12 o 13 años prácticamente se convertía en un adulto porque no había adolescencia, que es algo que hoy si reconocemos”. Y Soteras cerró diciendo: “En ese pasaje del evangelio lo que se notaba en Jesús es que tenía una agudeza y una capacidad de hacer preguntas. Es algo que sorprendía a los maestros de la ley. De todas maneras, Jesús era un niño de 12 años, ni más ni menos. En el camino compartido con el niño, los padres van acompañando cada situación de su hijo. A los chicos hay que pedirle que vayan asumiendo responsabilidades en la medida de su capacidad de respuesta”.