08/09/2021 – Hace más de una década, el censo 2010 puso en evidencia que Argentina era uno de los países de Sudamérica con menos analfabetos. Casi el 99 por ciento por ciento de la población sabía leer y escribir. Pero muchas cosas han cambiado en estos 10 años, sobre todo en materia de desarrollo social, en pobreza, marginalidad y otros aspectos que impactan en la educación de las personas.
Por ese motivo, hay mucha expectativa sobre los resultados que arrojará el censo nacional que se realizará el año que viene, entre marzo y mayo de 2022. Uno de los aspectos en los que podría haber novedades es en el delicado ítem de las personas que no saben leer o escribir, es decir, los que necesitan ser alfabetizados.
Este 8 de septiembre es el Día Internacional de la Alfabetización, la enseñanza de la lectura y la escritura de una lengua a una persona, en especial a un adulto. Nuestro país es (o era, ya lo veremos el año que viene), un ejemplo de alfabetización, porque en poco más de un siglo revirtió una realidad muy dura.
La historia de este logro dice que en 1869, cuando era presidente Domingo Faustino Sarmiento, se hizo el primer censo de población y se comprobó que el índice de analfabetismo, es decir, de personas que no sabían leer ni escribir por falta de enseñanza, era 78,2% de la población censada. Por eso Sarmiento dispuso la creación de escuelas y la formación de docentes.
Para el segundo Censo de población, realizado en 1895, el indicador de analfabetismo había llegado a 54,4% del total de la población. Para 1914, se habían logrado resultados sorprendentes, ya que el analfabetismo había descendido a 37% de la población, que era un porcentaje bajo para América del Sur. En 1960, Argentina ya tenía solo 8,4% de analfabetismo. Y en 2010, que es el dato más actualizado, solo el 1,9%.
Al respecto, en diálogo con Radio María, Mónica Lungo, educadora popular, profesora de Educación Primaria y fundadora de la escuela de jóvenes y adultos “Alegría Ahora”, dijo que la realidad concreta en las zonas más pobres de la Argentina pone en evidencia que la cantidad de argentinos que no saben leer y escribir es mucho más alta que la de hace 10 años. Y no sólo porque la pobreza agravó la situación social y el deterioro de la educación; también, porque siempre ha sido y es una vergüenza para las personas reconocer que son analfabetas.
Sin embargo, a pesar de todo, es posible salir de esa situación. Y hacerlo trae aparejado muchas alegrías personales y familiares. Lo aseguró, en diálogo con nuestra Radio, Alejandra Vizcarra, que aprendió a leer y a escribir de grande, y nos relató su experiencia.