21/10/2021 – En “Iglesia, Palabra y Misión”, el padre Ariel Díaz, sacerdote diocesano de Concepción, hizo girar su exposición sobre la espiritualidad misionera. “La figura del discípulo-misionero es quien se encuentra con Jesús y al tomar conciencia de esto comprende que necesita formarse. La formación integral, kerigmática y permanente es lo que caracteriza al discípulo misionero. La espiritualidad misionera tiene rasgos cristianos comunes y también rasgos propios del discipulado misionero”, graficó.
“Hoy hay una variedad de manifestaciones religiosas y la nuestra, la cristiana, es una espiritualidad que lleva a plenitud lo corporal desde lo espiritual. Es encontrar en el vínculo con Dios la fortaleza necesaria para poder vivir en el mundo las realidades temporales. La espiritualidad me ayuda a vivir con coherencia, construyendo el Reino de Dios cada día. La espiritualidad cristiana está vinculada profundamente con Dios, que está conformado por tres personas divinas. Este rasgo necesita hoy ser recuperado frente a algunas corrientes orientales. Nuestra espiritualidad consiste en encuentro de cada ser humano con el Dios trino”, dijo el sacerdote tucumano viviendo en Buenos Aires.
“En la espiritualidad misionera podemos citar a Juan Pablo II, quien en su encíclica “Redemptoris Missio” , nos recuerda que el gran misionero es el Espíritu Santo, porque es el que conduce. Por eso hay que ser dóciles al Espíritu Santo. El misionero tiene que pedir mucha fortaleza y mucho discernimiento. También el misionero vive el misterio de Cristo enviado, continúa con la misión salvífica. Y tiene una profunda comunión con la Iglesia. San Juan Pablo II también decía que el verdadero misionero es un santo, porque tiene que ver con su base bautismal. También expresaba que es un contemplativo en acción, un seguidor de Jesús. La cooperación misionera consiste en orar por los misioneros, esta es una piedra fundamental”, expresó el padre Díaz.
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