18/11/2021 – Los resultados de las elecciones legislativas nacionales determinaron que a partir de diciembre próximo, cuando asuman los diputados y senadores electos, ninguna fuerza política -ni oficialismo ni oposición- tendrá una mayoría propia que hegemonice el poder y que le permita aprobar leyes a su antojo.
Más allá de triunfos y derrotas, lo que ha determinado el voto ciudadano es que en la nueva conformación del Congreso de la Nación el poder estará distribuido (no estará concentrado en una sola fuerza política); y para que se aprueben leyes, el oficialismo deberá buscar acuerdos a través del diálogo y el consenso con legisladores de otros bloques partidarios, incluso de la oposición. Lo admitió el propio presidente Alberto Fernández el domingo por la noche, y lo están señalando los analistas políticos: se abre una etapa donde debe primar el diálogo y el acuerdo para poder avanzar en políticas concretas.
El problema es que estamos en tiempos de polarización, de enfrentamientos, de grietas, de divisiones, en los que no es fácil dialogar en paz con el que piensa o actúa o tiene intereses distintos a los propios. Y si esto es difícil en el plano personal, uno puede imaginarse que será más complicado en el plano social y político.
Para Juan Pablo Berra, profesor de Filosofía, licenciado en Ciencias de la Religión (UNSTA) y en Teología (UCA), autor de varios libros, “estamos ante una oportunidad histórica que coincide con reclamo urgente de los ciudadanos: que los dirigentes políticos dialoguen”. El problema, agregó Berra en Diálogos de Actualidad, es que en la política de hoy sólo se escuchan monólogos; sólo se escuchan interrupciones; no hay un proceso de escucha atenta al otro; “y estas cuestiones son básicas para que se dé un diálogo fructífero”.