Los Magos

domingo, 3 de abril de 2011
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“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos que venían de oriente, presentaron en Jerusalén, un pedido, ¿Dónde está el rey de los judíos que nacido? Pues vimos una estrella en el oriente, y hemos venido a adorarle. Oyendo el rey Herodes, se turbó y con él todo Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos trataba de averiguar el lugar a donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron, en Belén de Judea. Porque así está escrito por el profeta. Y tú Belén tierra de Judá, no eres la menor entre las provincias de Judá, porque de ti nacerá un caudillo, que será pastor de mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos, averiguó el tiempo de la aparición de la estrella. Después los puso en camino a Belén diciéndoles: “Vayan e infórmenos bien sobre este niño y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para que yo también vaya a adorarle”. Ellos después de oír al rey, se pusieron en marcha y aquí que la estrella que habían visto en oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, y postrándose, lo adoraron. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Después, avisados en sueños que no volverían donde Herodes, se retiraron a un país por otro camino”.

 

                                                                                              Mateo 2, 1

 

 

 

 

Al intentar tener contacto con la escena, antes recordemos la gracia que pedimos, esta semana. Un interno conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Para conocerlo, y conociéndolo amarlo, y amándolo seguirlo.

Este interno conocimiento de nuestro Señor, es un conocimiento del corazón, de toda nuestra persona en contacto con la de Jesús.

El ejercicio que hacemos consiste en preparar nuestro momento de encuentro con el Señor, que termina siempre en un coloquio, en un diálogo y después de haber conversado con el Señor, atento a lo que supone las mociones que el pone en nuestro corazón, discernir y seguir aquellas que vienen de la mano de Él, y distinguir y sacar afuera aquellas que nos ponen de mal espíritu como manera de querer interferir en nuestro encuentro con Jesús.

 

 

 Lo primero que debemos hacer es traer y recomponer, reconstituir la historia.

La historia nos dice que hay un acontecimiento justamente, el nacimiento de Jesús en Belén en tiempo de un rey, llamado Herodes.

Hay unos magos que vienen de oriente, hay una pregunta de estos magos” ¿Dónde está el rey que ha nacido?”.

Ellos se guiaron por una estrella, ellos leen el firmamento del cielo, el cielo les ofrece algunas señales para entender los caminos con los que el mundo debe guiarse y una percepción, estos astrólogos, magos de oriente de que en señales te ofrece el cielo, están algunas indicaciones muy precisas. Han encontrado una estrella en el cielo que indica un acontecimiento sumamente revelador, ha nacido un rey y es de los judíos. Entonces preguntan, ¿Dónde es que ha nacido el rey de los judíos? Ellos se acercan a quienes les pueden dar una indicación, y esto es recogido por la autoridad pública es decir por Herodes, por quien ejerce el poder.

Herodes, les hace saber a través de los sacerdotes y los escribas, a quienes ha reunido en Belén de Judá, donde ha nacido. Entonces ellos se encaminan hacia allá con un dato preciso por parte de Herodes, “Vayan a ver donde ha nacido, después vengan y cuéntenme. Nosotros sabemos por la historia posterior, que Herodes tiene temor de ser sacudido en el poder, entonces en realidad no quiere dónde ha nacido el niño para adorarlo, sino, como va a ocurrir con la matanza de los inocentes en toda la zona de Judea, en Belén particularmente, é l lo que quiere es terminar con Él antes que nazca el rey de los judíos. Ellos son avisados por la estrella dónde es que ha nacido. Es interesante, la estrella que viene de oriente, ahora va delante de ellos, es decir, les va mostrando el camino y en ese mostrarles el camino, se detienen en el lugar dónde van a encontrar a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Es muy lindo ver después como ellos allí ofrecen sus dones, oro, incienso, mirra, y en esta ofrenda hacen ofrendas de sí mismos, bendice y alaban a Dios y vienen ahí para adorarlo, para bendecirlo. Después hacen un camino de regreso hacia su tierra por otro lugar porque no querían encontrarse con él, porque en sueño son avisados de que no vayan para donde está Herodes porque va a buscar al niño para matarlo. De hecho esto también se lo dice en sueño el ángel a José más adelante, que tome al niño y a su madre, que huya a Egipto porque Herodes está buscando al niño para terminar con su vida.

Esta es la escena, así la reconstituimos, con eso cumplimentamos nosotros el primer paso en el ejercicio, que es traer la historia.

En esta historia los personajes importantes son, Jesús que ha nacido, en el centro de la escena, y después toda una movilización que se produce alrededor de Jesús, se sacude el poder, Herodes se inquieta, se sacude la tierra más allá de Israel, estos magos vienen de oriente, más allá de Jerusalén. Se sacude el cielo, como decimos también. Se sacude el cielo porque el firmamento indica que ha nacido Jesús, todo se mueve, todo se moviliza a través de este acontecimiento. Es muy interesante descubrir quienes son estos hombres. Son personas sabias que leen la historia y que leen el cielo, son los que acceden al misterio de Dios por el camino de la naturaleza. Acceso a lo divino que por allí la sociedad contemporánea, en el proceso de la posmodernidad, habiendo como desligado de la razón en su modo de vincularse a la realidad ha olvidado a veces, que es posible acceder a las verdades más profundas de la humanidad y al mismo Dios por el camino de la razón. Ellos nos muestran este camino, como dice Benedicto XVI son las dos alas, la razón y la fe que dan vuelo a nuestro ser personal. A veces hemos olvidado este camino de la razón como modo de acceso y encuentro con la verdad, con las verdades y con la verdad mas honda mas profunda del ser humano donde encuentra el ser una toda su razón de ser, que es la presencia de Dios en la historia. Los magos de oriente por el camino de la razón, por el camino de la investigación, leyendo el cielo, accedieron al misterio.

 

Consigna: ¿Qué es lo mejor que tengo para darle al Señor?

 

 

En esto de ir buscando los caminos que nos acercan al encuentro con el Señor en el interno conocimiento de el, como dice Ignacio de Loyola amarlo mas y amándolo, servirle, alabarlo, bendecirlo, seguirlo, hacer su voluntad esta es la razón de ser de los ejercicios, después de recomponer la historia y de reflexionar de ella, ahora de tenernos frente, donde me ubico yo en esta historia. No solamente traer la historia, sino hacer lo que se llama la composición del lugar. Tengo que ponerme en la escena, recrearla, construirla de los datos de la escritura y también reflectir para sacar algún provecho ubicándome yo, es decir, dejarme mirar, dejarme contemplar con la escena, como me ubico en ella, aquí me implico en ella como si presente me hallara, dice San Ignacio. Y es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Estar en la escena como un servidor para hacer lo que todo servidor hace. Pero en este ubicarme en la escena ver a los personajes, me puedo imaginar la vestimenta luminosa de los magos, puedo imaginármelo llegando de sus dromedarios, de sus camellos hacia el lugar, con una vestimenta que impacta por lo distinto de todos los que, en la comarca, en la zona están vestidos. Puedo imaginarme a la gente viéndolos llegar diciendo, ¿Qué paso? ¿Quiénes son estos personajes que llegan por acá? (comentarios de la gente que los ve llegar), puedo imaginarme a ellos bajándose y encontrando la imagen conmovedora del pesebre, y ellos gente de tantas posibilidades que vienen de hecho con oro para bendecir al niño, sentirse totalmente como abrazados, cobijados por este hecho, por este acontecimiento y entregándose ellos más allá de la ofrenda que tienen. Atraídos ya no solamente por la estrella sino descubrir que la estrella era este niño. Este niño era lo que se reflejaba en el cielo.

Entonces ahí, empezar como suponer el diálogo que tienen con María y con José. María siempre con esa actitud de guardar todo en su corazón, de poner todo en lo profundo de sus entrañas. Y desde ese lugar como animarnos nosotros a no solamente escuchar, sino a ver como actúan, oler también esa mezcla de aromas del pesebre, con la frescura, la limpieza, la sencillez de María y de José, muy cuidadoso entre el niño, entre los animales pero todo muy austero y sencillamente ordenado, y este impacto o esta imagen distinta e los magos que llegan de oriente y con esos vestidos de colores fuertes y con ese porte de gente de una categoría social alta, y al mismo tiempo con la humildad propia de los que son grandes, de los sabios. Y al ver todo esto dejarme, que me dice a mí todo, que me indica a mí. Por ejemplo, me indica que el encuentro entre dos mundos es posible, que las distancias en Jesús se acortan, que el mensaje es para todos, que nadie puede quedar marginado del misterio, etc.

¿Cuánta gente puede por medio de la razón, con los magos también acercarse a Dios?. Esto sería lo que en los ejercicios llamamos recomposición del lugar y después reflectir para sacar provecho. Es lo que hace María, en todo el tiempo este del nacimiento y de todo lo que es la vida de su hijo en ella. Ella dice que guardaba estas cosas y las contemplaba en su corazón, las rumiaba interiormente.

 

Entonces, allí después vemos como se hace el diálogo, como surge la oración, como se da el vínculo con el Señor. El coloquio puede girar en torno de algunas de las imágenes que nos han impactado y desde allí conversar. Esto como ejemplo, como enseñanza que nos oriente en el camino.

 

 

Repasando un poco, hemos pedido la gracia que queremos alcanzar, que nos orienta a la elección de vida que el Señor quiere hacer de nosotros y que nosotros hacemos en Él. Porque en realidad lo que buscamos en los ejercicios es buscar, encontrar y hacer la voluntad de Dios. Para ello hay que abrirse al encuentro con Él y dejar que no la muestre. Cuando pedimos el interno conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, para amarlo y amándolo servirlo, siguiéndolo, es lo que estamos haciendo justamente entrar en esta dimensión de vínculo desde lo más profundo de nuestra interioridad para el trato con Él. Y en este punto nosotros hoy frente a los magos, habiendo recreando la escena y habiendo contemplado lo que dicen, lo que hacen, dejándome mirar por la escena, como yo ahí presente como un servidor, comenzar a conversar con el Señor por lo que me dice la escena en el Espíritu Santo, este es el coloquio. Me van a sobrar palabras, gestos, actitudes, que me va a inspirar la contemplación de la escena. Porque esta puede sugerirme por un lado grandeza de Dios en lo pequeño, grandeza de los hombres que vienen de oriente, grandeza de María y de José. Dejarse alcanzar por este lugar de la vida social que los visita con tanta ternura, cariño, bondad en las ofrendas que le traen.

Mucha luz nos puede ofrecer también la escena y desde la luz y la grandeza puedo también vincularme con lo que soy, con lo que tengo, para que mi corazón se mueva a más grandes cosas. Dejándome llevar por el Señor que es capaz de obras grandes, reconocer junto a María que el Señor verdaderamente ha venido a poner las cosas en su lugar. Grandes cosas hace el Señor, también en dónde parece imposible. Puedo dialogar desde mis imposibles, desde mis límites, desde mis impotencias, desde mis sin sentido, desde mis fracasos, desde cuanto lugar tengo dentro de mi corazón impotente, limitado, frágil y desde ahí invitarlo al Señor que sea una vez más pesebre en la vida suya en nosotros. Quiere en mí también y desde mí junto a otros que sea un lugar habitable para Él la pobreza humana y desde ese lugar poder con mucha sencillez, realismo, aceptar las cosas como son y saber que pueden ser distintas si comienzo aceptarlas y desde ahí conversar. Pedir gracia de aceptación, de poder llamarlas por el nombre que tienen y comenzarlas a llamar por el nombre nuevo que Dios quiere darles, porque allí está justamente la historia de la salvación.

Es verdad que todo cambio, toda transformación, toda conversión personal, familiar, comunitaria, social, se da a partir de la aceptación de los acontecimientos pero no en la resignación, sino a partir de una aceptación para que comiencen a ser distintas y puedan tener un nombre nuevo. El nombre nuevo que Dios le da con el acto recreador de los acontecimientos de la vida. Ahí nos detenemos y de ahí conversamos, desde ahí dialogamos con el Señor, un diálogo que sea sencillo pero que sea del corazón, que sea meditado y trabajado, concreto, desde la vida no desde alguna fantasía, sino desde el encuentro propio con la vida. Nosotros somos un pesebre, un lugar donde Dios ha venido a nacer, entonces desde mi lugar que es lo que soy y desde mi lugar que es lo que estoy llamado a ser, porque en esto la gracia trae su novedad sobre nosotros, y aunque nos parezca mentira desde nuestra propia limitación y reconocimiento de nuestra fragilidad, Dios inspira cosas totalmente nuevas y distintas que la puede hacer si lo dejamos actuar. Ahí nos detenemos y frente al Señor oramos, y ahí tenemos lo que llama Ignacio en los ejercicios, nuestro coloquio, nuestro diálogo con el Señor.

Cada uno sabrá cómo y de que manera, mientras tanto vayamos preparando para ir a la oración también, la ofrenda, que es la consigna, lo que yo estoy dispuesto a ofrecerle al Señor en estos tiempos de visita de Él en el pesebre, de darle gracias por la visita que hace en mi vida, que no es otra cosa esa respuesta que responder al amor que Él nos ha mostrado.

 

Examen de la oración: Ignacio nos invita en los ejercicios, después que hacemos la oración, darnos un tiempo para anotar las gracias recibidas en la oración, lo que hay de tentación también en ella, donde lo malo nos quiere apartar del camino, porque es un combate, en eso consiste los ejercicios, un combate en el espíritu en el que el Señor nos quiere adhiriendo a su querer y apartándonos de todo lo que nos aleja de Él. Ese combate se da también en la oración. Anotarlo todo y quedarnos con lo bueno y lanzar afuera lo que no sirve. Recordar esto como una parte importante del hacer los ejercicios.

 

 

                                                                         Padre Javier Soteras