Crianza

lunes, 6 de junio de 2011
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GL: ¿por qué se llama “La revolución silenciosa” este libro que escribiste?

LG: Porque yo creo que los verdaderos cambios se dan en la intimidad de los vínculos afectivos y que solamente cuando podemos emprender con honestidad, con dolor, con intención la realidad emocional de cada uno de nosotros y básicamente cuales son las historias de las cuales provenimos, comprenderlas, haber entendido qué hemos desarrollado para poder sobrevivir a ciertas situaciones muy difíciles, en general que hemos vivido a lo largo de nuestra infancia, mucho más difíciles de lo que nuestra conciencia puede tolerar o imaginar, me parece que ese contacto con la realidad, nos hace a todas las personas no solamente más concientes sino también más compasivas primero con nosotros mismos y recién ahí vamos a poder ser compasivos con los demás. Por eso pienso que los grandes cambios de la humanidad se ven primero en el interior de nuestros corazones y en esa medida después se refleja en algo colectivo. Pero descreo mucho de las pseudo-revoluciones o cambios sociales que no vienen acompañados de movimientos de conciencia individual.

 

GL: ¿podrá ser posible un cambio social sin cambios de la conciencia individual?

LG: Me parece que lo que se plasma en el colectivo, en las leyes, en la política, en políticas sociales, educativas, en realidad se plasma algo que ya viene dado, por ejemplo, que ahora salga la ley de matrimonio igualitario es porque ya son tantas las personas que vivimos con quien se nos da la gana, que en realidad la ley es algo que ampara lo que ya sucede

 

GL: Vos hablás de una revolución que tiene que ver fundamentalmente con un contacto profundo con los afectos y con las realidades que vivimos en nuestra infancia, y decís después ‘la conciencia olvida’ estas realidades, lo que agudiza esta mecánica del olvido? ¿por qué siempre son tan dolorosas, o por qué se supone que se deben olvidar y no de recordar? ¿qué es lo tan dramático que vivimos en la infancia en general?

LG: todos los bebés esperamos al mundo esperando encontrar una calidad de confort muy parecido a lo que vivimos en el útero materno, que suponía una presencia, un contacto, un alimento permanente. Tal como tenemos organizada la sociedad, en realidad ninguno de nosotros de los que estamos ahora escuchando hemos tenido esa calidad del confort. Cuando un bebé es castigado un minuto, una hora, una noche, esperando ser cobijado por brazos maternales y no los encuentra, en realidad vive con terror de una situación de peligro. Y esto es algo que cualquier cría de mamífero, que necesita los cuidados del adulto para sobrevivir, sabe: que si está solo corre peligro. Estas vivencias de soledad, de necesidades inmediatas que no han sido satisfechas, para el niño humano son muy difícil de tolerar, entonces tenemos mecanismos de supervivencia como llorar, enfermarnos, vomitar, patalear, gritar, es decir: hacer lo que sea para llamar la atención del adulto para que venga a cobijarnos, y a veces sostenemos un poco pero no en la medida en que realmente lo necesitamos. ¿cuál es acá el principal tema? Como los adultos hoy somos tan ignorantes de las necesidades genuinas del bebé humano, hacemos la interpretación de lo que ese niño está pidiendo. Entonces decimos por ejemplo: ‘es un llorón’ o ‘es un caprichoso, necesita límites’, etc. Esas cosas que decimos banalmente y son fruto de la ignorancia, el niño las va escuchando. Va escuchando lo que se dice de él: ‘soy llorón’, ‘soy demandante’, ‘soy terrible’, ‘soy tímido’, ‘soy valiente’, o lo que sea que me hayan nombrado. Pero hay algo que no es nombrado por nadie y eso es lo que me pasa. Nadie está diciendo ‘este nene necesita cobijo, necesita a su mamá, tiene miedo, ‘, entonces en un lugar queda la vivencia, y en otro lugar, cada vez más alejado, queda lo que es nombrado. La conciencia, por lo tanto, toma los recuerdos, los pensamientos y toda la organización psíquica del ser humano depende de las palabras que han nombrado algo. Por eso los seres humanos sobre todo en relación a nuestra infancia podemos recordar aquello que es nombrado y no podemos recordar algo que nos sucedió pero que no ha sido nombrado. Porque simplemente no se puede organizar, estructurar el recuerdo.

GL: sería como ponerle nombre a una carpeta de archivo: sin el nombre no se puede encontrar.

LG: exactamente. Y uno lo busca por todos lados porque sabe que está, pero como no se sabe dónde no se lo encuentra. Está en algún lugar, y si lo encontráramos se siente como una sensación, un vago recuerdo. Pero si lo buscamos, fehacientemente no está. Entonces decimos ‘¿será que lo inventé? En realidad lo busco ‘por ese nombre’ y por ese nombre no está.

GL: entonces es que se aloja esta idea de abandono, desamparo, temor?

LG: de cualquier manera, las realidades emocionales de la mayoría de las personales son bastante mas terroríficas yo pueda contar y las personas que están escuchando podrán decir ‘yo con eso no tengo nada que ver’, porque justamente estamos escuchando con nuestro ‘yo consciente’, entonces buscamos en nuestros recuerdos y decimos ‘no, eso yo no lo viví’

GL: Y cómo aparece la evidencia de que alguien pudo tener una infancia feliz, o a lo mejor no tuvo la infancia feliz que se imagina hoy?

LG: Aparecen en las dificultades que tenemos en la vida cotidiana, y hay un lugar que para mi es muy sintomático, muy claro, y es en la dificultad que tenemos en el ejercicio del altruismo, es decir, cuando realmente mi propia necesidad, no importa nada. Y es necesario poner prioridad en la necesidad del otro. Y eso se pone muy de manifiesto cuando tenemos niños pequeños, porque el niño pequeño llega al mundo absolutamente necesitado. Entonces hay un niñito real que pide, y yo que soy hombre o mujer, o mamá o papá, o abuelo, estoy todavía organizando en mi vida adulta un montón de instancias para que me llenen a mí ese desamparo antiguo del que yo fui víctima y del cual no tengo ningún registro. Entonces me parece abrumador el pedido del otro, porque yo estoy acostumbrado a llenar mis propios agujeros a través de algún mecanismo. Ese es un lugar donde se nota mucho

GL: supongo entonces que la maternidad debe producir una gran crisis en estas mecánicas del olvido, porque allí es donde yo tengo que salir, a contener, a dar lo que no recibí, y entonces no tengo con qué

LG: y además hay una lucha que no tengo muy bien conscientemente entre la necesidad del niño y mi necesidad. Y entonces uno se agarra de cualquier cosa. Cualquiera que diga ‘este chico necesita límites’, no importa si yo adhiero o no psicológicamente: puedo estar en contra psicológicamente pero llega la noche y no doy mas. Y esa puede ser una instancia. Otra instancia sería por ejemplo: si nosotros miramos en general –y esto sí es muy fácil mirarlo desde lo individual y lo colectivo- el nivel de egoísmo en nuestra vida es impresionante. Uno empieza a mirar realmente cómo nos enamoramos, cómo hacemos nuestros vínculos: y vemos cuánto priorizamos lo que necesita el otro o cuánto entramos en las relaciones afectivas para llenarnos a nosotros mismos. Allí podemos darnos cuenta de cuánto acompañamos al otro porque me acompaña, o porque me dice cosas lindas, o porque me da una situación económica placentera, y estamos todos muy pendientes de vincularnos con el otro de acuerdo a lo que recibimos y no de acuerdo a lo que damos, Eso también muestra el enorme nivel de desamparo del que provenimos, y importa cuánto mas o menos podamos circular en la vida adulta, hay un lugar que queda muy infantil, muy necesitado

GL: y ¿?cómo se sale –si es que se puede salir de esto? ¿qué solución tiene este egocentrismo, esta incapacidad para la alteridad, este vacío, estos agujeros, este desamparo, que absorbe mis energías y me impide salir al encuentro sobre todo de los necesitados como son los niños?

LG: Para mí el camino es la indagación personal. Uno no puede tomar decisiones si no sabe con qué panorama cuenta. Primero hay que mirar un mapa antes de salir hacia algún lugar. Entonces pienso que en las decisiones vitales, lo primero es mirar el propio panorama. Y todas las religiones, todas las filosofías de la humanidad, de las culturas, siempre han dicho lo mismo: ‘conócete a ti mismo’. Jesús hubiera dicho la parte de ti que aún no conoces, o que no admites, o que no admites como parte tuya. Hay una partir de sí mismo para lo cuente que ir a buscar. Pienso que todos los sistemas de indagación –terapéuticos, religiosos, morales, son todas hojas de ruta que nos permiten primero entender quiénes somos de verdad, y luego ver con ese verdadero panorama, con verdadero conocimiento de sí mismo, decidir con mayor conciencia qué es lo que queremos hacer. Es decir: las decisiones no tienen que ver tanto con la voluntad (‘yo quiero ser una buena madre, o un buen trabajador, o un buen político’. Primero ¿quién soy? ¿qué posibilidades tengo? ¿de dónde provengo? ¿cuáles son mis virtudes? ¿cuáles son mis limitaciones? ¡cuáles son mis principales mecanismos de defensa? ¿qué es lo que tengo dentro mío?. Y una vez que encontré todo esto, entonces, realísticamente ¿qué es lo que puedo y quiero aportar? Y eso que yo quiero aportar, ¿condice con mi situación emocional?

 

GL: esto que aún ‘no ha sido nombrado’, permanece de manera tácita en algún lugar de nuestro archivo, y es reparador el encuentro con esto. Porque esta mecánica del olvido se levanta, y el solo encontrarse con la realidad de lo que hemos recibido y lo que no ya sana bastante los afectos y las emociones

LG: y trae mucho alivio porque es como si siempre viviéramos exaltados o inquietos por algo que no logramos aprehender. Y por otro lado hay como una fantasía de ‘…si yo me entero de todo esto ¿parta qué me va a servir?’ Y en verdad, en algún lugar, lo sabemos, pero vivimos totalmente inquietos escapándonos de eso que sabemos, y una vez que está puesto sobre la mesa, lo primero que trae es mucho alivio

 

 

No Me Creas No me creas cuando digo que el cansancio esta venciéndome
No creas si por un momento dejo de nadar en este río nada manso
No me creas cuando el mundo se derrumba ante mis ojos y no aguanto
No me creas cuando sientas que este frágil corazón se ha vuelto de metal

Dame un beso cuando veas que la fuerza se me fue
Y veras que me levanto pues un beso tuyo cura todo

Cuando el aire cruza raro entre los árboles de mi alma no creas
Se podrán mover algunas hojas pero siguen firmes las raíces
Dame un beso y alíviame el dolor de estar tan vivo
Y verás que es pasajero pues un beso tuyo cura todo

Dame un beso y aférrate conmigo al paso de los años
Y abrígame que hay frío el resto del camino y solo un beso tuyo puede ser mi abrigo
Alberto Plaza

 

CUANDO Jorge Fandermole

Cuando te despiertes cada día con el cuerpo de aire y ese olor
feliz del sueño manso de las lilas sin miedo al movimiento ni al dolor.
Cuando yo no tenga casi nada de sangre en la garganta de papel
ni un agrio pez nadando en la mirada ni quiera más amparo que la piel.

Van a ser los días esos barcos de luz que una vez pude escribir
y la alegría que hemos olvidado volviendo por los huesos a subir.
Yo me alimento con una quimera en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas y una ceniza negra que se va.

Cuando me convenza que la suerte me rige a la par que la pasión
y no el temible arcángel de la muerte velando sobre el campo del reloj.
Si lo consumado y lo posible tienen siempre la cara del horror
en esta patria de lo inaccesible en este tiempo olvidado de Dios.

Yo digo que mis ávidos amores son fuertes y viven más que yo
son gigantes tenues como flores que alientan este turbio corazón.
Los alimento con una quimera en que los ojos al sol verán brillar
los brazos de mi padre en las banderas y una ceniza negra que se va.

 

GL ¿a qué llamás ‘el yo engañado’ que sería una estrategia mas de esta mecánica del olvido de situaciones de carencias, de abandono, de desamparo muy difíciles de evitar en la crianza tal como está organizada en este momento la familia humana.

 

LG: cuando nosotros somos niños y aún no tenemos lenguaje verbal, hay alguien que nombra lo que nos pasa. ‘este nene es terrible’, ‘este nene tiene sueño’, ‘este nene está celoso de su hermanito’. Luego nosotros, en la medida en que vamos creciendo, vamos adoptando el discurso –que en general es el discurso de mamá- que yo llamo el yo engañado, porque es un discurso que está tomado desde otro punto de vista: el de la lente de mamá. Entonces ‘yo soy el terrible’, o ‘soy la que siempre se enferma’, o soy la doncella…soy eso que mamá ha dicho que yo soy, y por lo tanto tengo ‘un guión’. En las interacciones familiares y afectivas, en general siempre estamos armando escenas donde cada uno tiene un personaje, y entre todos armamos el cuento. Y cuando a mi me otorgan un personaje, en algunos casos ya desde la panza de mamá, en general también me dan todo un guión que aprendemos cada vez mejor, y aprendemos a salir al mundo con ese guión. Eso es lo que yo llamo ‘yo engañado’. Yo creo que tengo ideas muy originales, pensamientos, ideologías, sistemas, opiniones políticas, y en realidad responden a mi yo engañado, responden a una estructura que tiene que encajar en ese personaje que yo estoy actuado para poder sobrevivir porque es el ‘traje con que yo aprendí a salir al mundo’. Y es muy difícil salir, tener claridad. Y uno llega después, a los 50 años, a un médico, a un psicólogo, a ut tarotista, a decirle ‘tengo este problema, ¿cómo  hago para resolverlo?’ Y comenzamos a largar toda la perorata de lo que yo opino, de lo que el otro tendría que cambiar, de que mi suegra es muy metida,y mi hijo es un malcriado… tengo toda mi lista de quejas y armo todo un discurso que en realidad tengo razón, pero desde mi propia lente. Es decir: mi personaje lo ve así. Ese es el discurso del yo engañado.

   Lo que yo propongo es ir desarmando todos estos discursos, porque a su vez cada uno va a ir diciendo su propio guión y en el fondo cada uno tiene razón en su propia vivencia. El tema es que todos podamos mirar los puntos de vista de todos. Eso sería mirar la trama completa. Porque en realidad lo que le pasa a mi pareja, o a mi vecino, o a mi jefe, son todas proyecciones de mi yo esencial.

   Lo que tenemos que hacer es aprender a ‘abrir la puerta’, porque nos la pasamos ‘mirando por el ojo de la cerradura’. Por allí es donde mira el yo engañado y ve solo una realidad muy parcial, desde mi único punto de vista que ni siquiera es mío sino que ha sido organizado en la mayoría de los casos por el discurso materno. Casi todos nosotros hemos organizado la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás a partir de lo que mamá ha dicho históricamente desde que yo era muy pequeño, con lo cual estamos todos jugando a un juego de ciegos y de sordos. Es ridículo lo que hacemos.

 

GL: Este personaje –que tomamos, o se nos asigna, o interpretamos- ¿necesariamente es explícito? ¿puede ser a veces un personaje de rebeldía incluso contra mi propia madre? Es decir, no significa que sea el personaje que conscientemente le quede cómodo a mis padres o a mi entorno.

LG: Pero es explícito igual, porque ‘yo soy el rebelde’ (cuando yo tenía 2 años mamá decía ‘este chico es indomable’). No es que a mamá le resulte cómodo, sino que yo soy visto de esa manera: cuanto mas indomable soy, más rebelde soy. Cuanto más rebelde yo sea y más haga enojar a mamá, en el fondo más soy visto por mamá. Por supuesto que hay personajes que no son cómodos, porque también el rebelde hace parte de una trama. Por ejemplo, en cualquier trama donde las reglas son muy fijas o hay represión, es necesario un ‘rebelde’. Hace parte de la trama. A mayor rigidez, va a venir un máximo de rebeldía. En el fondo, es consecuencia directa de esa trama: si en la familia todos son militares, va a haber uno que es hippie

 

GL: ¿por qué es necesario el rebelde, o el hippie, o el transgresor cuando hay una trama muy exigente o extremadamente rígida?

LG: porque es como una olla a presión: en algún momento hay que levantar la válvula para que salga un poco de presión. De lo contrario la olla estalla. En las relaciones familiares también hay energías que buscan compensarse, y si no hay algún tipo de salida, de hecho, a veces estallan

 

GL: ese personaje ¿termina agotando la psiquis de la persona? ¿es un molde que tarde o temprano se va a resquebrajar porque no va a dar lugar al crecimiento, a la vida?

LG: exacto. Porque ¿por qué dejaríamos al personaje si en definitiva es el personaje el que nos permitió sobrevivir, y estamos acostumbrados a salir al mundo con ese personaje a cuestas? Por ejemplo, si yo soy ‘el valiente’, no puedo tener percepción de cuando tengo miedo, porque son los demás los que tienen miedo. En la realidad, va a haber situaciones vitales en las que tengo miedo, pero mi personaje no las puede admitir. Y así con todos los personajes.

   En verdad, creo que las crisis, o la necesidad de ayuda invitan a encarar algún tipo de indagación personal, porque ‘el personaje’ comienza a resultar incómodo. Ahora, cuándo es incómodo para cada uno, eso es misterioso. A algunos les resultará incómodo a los 30, a otro a los 50, a otros quizá nunca. Hay personajes más incómodos que otros. Por ejemplo: el personaje del enfermo crónico, que siempre obtiene cuidados a raíz de esa enfermedad, no es tan fácil de abandonar. Aún siendo una depresión crónica, tampoco mata a nadie (generalmente todo lo contrario), por eso son bravos! Un emprendedor se gasta más rápido, el luchador más rápido entra en crisis. En general los personajes más activos entran mas fácil en crisis que los mas pasivos. Pero estas son generalidades.

GL: Hay un mapa, un itinerario, en lo que ustedes llaman ‘biografía humana’. No es estrictamente necesario hacer una terapia. Hay dinámicas grupales que están funcionando muy bien, donde se puede hacer toda esta reconstrucción, esta mirada, esta introspección hacia nuestro pasado, hacia nuestras carencias, hacia nuestro yo engañado, y también hacia los personajes que hemos ido adoptando para sobrevivir a nuestros propios sentimientos de abandono.

LG: Así como existen sistemas de trabajo como el psicoanálisis, las terapias sistémicas, las constelaciones familiares, etc, son todas hojas de ruta como la que yo estoy aplicando y llamo biografía personal. Lo que tratamos de hacer es ingresar básicamente en la infancia de la persona tratando de buscar el panorama real y todas las vivencias que han sido relegadas a las sombras y la persona no recuerda. Son técnicas. Hay un entrenamiento que nos permite ir llegando, ir nombrando todo eso que no ha sido nombrado y por lo tanto la persona no puede recordar. Cuando tenemos un panorama general de la infancia, abordamos la adolescencia con ese panorama, y después la adultez va a ser una consecuencia de ese panorama. Y allí vamos a tener un panorama completo no solo de lo que le ha sucedido a ese individuo, sino qué ha hecho con eso que le pasó. Y mirando esto podemos mirar cómo ha establecido sus vínculos con su pareja, con sus hermanos, con sus hijos…

                Por supuesto, si tenemos hijos, siempre la pregunta va a ser ‘¿qué puedo hacer con mi hijo para…?’ y ‘¿cuál es la solución para que mi hijo no haga tal cosa’’, y en realidad llega un punto que cuando la persona tiene tanto conocimiento de sí misma, cada individuo decide sobre sí mismo. Entonces ¿cómo alguien de afuera le va a decir lo que tiene que hacer con su hijo? Uno podrá acompañar las decisiones que ese individuo haga, pero cuando el individuo sea consciente de si mismo, porque esto no es un sistema de cómo hay que criar hijos, ni es un sistema ideológico que tome posiciones con respecto a las otras. En la medida que esa persona sienta, crea en concordancia con el si mismo profundo, lo que haga va a ser verdadero, genuino, y va a nutrir al otro también porque es lo que sale del corazón y no la aplicación de una receta

                Esto de la biografía humana se puede trabajar individualmente o en grupo. Incluso estamos trabajando con personas de todas partes del mundo por skype. La web es lauragutman.com.ar. Allí hay videos y conferencias mías para bajar. También pueden entrar en crianzacórdoba.com.ar

 

GL: Hay teorías psicológicas que dicen que determinadas patologías son irreversibles

LG: hay grados y grados de patologías. Pero de cualquier manera, mientras podemos vivir y comprender, todo es reversible. Con comprensión, con amor, con cariño, con conciencia

 

Participan los oyentes

   Tengo un hijo de 6 años inquieto, agresivo, juega a las trompadas con sus compañeros aunque yo le hablo, le digo ¿qué tengo que hacer? Me siento superada

LG: Yo le digo: no tengo la más mínima idea. Porque primero tengo que saber quién es la mamá, qué le pasó de niña, cómo estableció sus vínculos, qué hay en su territorio sombrío, inconsciente, qué capacidad tiene para amar, para dar, para estar disponible para el otro, qué le ha pasado durante toda su vida, cómo llegó a la maternidad, qué le pasó con ese niño durante su lactancia, su puerperio, que capacidad tuvo de satisfacer las necesidades genuinas que este niño traía… Este niño debe estar expresando desde hace 6 años muchísimas dificultades y necesidades que no han sido satisfechas, y ahora resulta que pega y de nada le sirve que uno le diga ‘no pegues más’, porque es lo único que puede hacer, porque posiblemente sea el único lenguaje que en este momento su mamá escucha.

 

   ¿cómo puede uno –con qué método- preguntarse, indagarse estas cosas interiores que uno tiene guardadas?

LG: cuando uno quiere buscar ‘sombras inconscientes’, no lo puede hacer uno solo consigo mismo, porque al estar hablando de ‘sombras’ se requiere la mirada de un ‘otro’ que esté por afuera de mi propia trama de luz y sombra. Por definición, no puedo mirar mi sombra, justamente porque es sombría para mí

 

   Cómo tratar los chicos con trastornos de dispersión por hiperactividad?

LG: Nosotros tenemos la costumbre de decir ‘yo tengo éste problema, quiero un libro que me responda a éste problema’. Ahí seguimos mirando por el ojo de la cerradura. Si nosotros podemos ampliar la mirada en general vamos a poder ver mucho más de lo que yo creo que es ese problema

 

   ¿Existe la posibilidad de hacer bien las cosas como madre? Porque me da la sensación de que lo que decís es imposible de lograr

LG: esas son un poquito proyecciones. Siempre es posible indagarnos más y preguntarnos más. Todo es un juego permanente de luz y sombra. No es que un determinado día yo me convierto en la madre perfecta y ya está. Por eso digo que lo que más importa es la intención de estar abierto. No decir ‘este es mi pensamiento, las cosas se hacen de tal manera, yo soy así…’ porque esta es una manera de quedar encerrado en estos personajes. Y tenemos que tener menos miedo de poder fluir entre muchísimas posibilidades. Mientras estemos creciendo, indagando, mientras podamos preguntarnos más, y sobre todo mientras podamos estar abiertos amorosamente a lo que nos va dictando el corazón. En este sentido, los niños siempre tienen razón, porque desde que son pequeños siempre piden desde el lugar más central, más genuino, más íntimo de sí mismo. Obviamente, a medida que van creciendo, al no tener aquello que necesitan van desplazando sus pedidos y lo que van pidiendo ya es menos genuino, pero de cualquier manera siguen teniendo razón. Esos pedidos no atendidos se van desplazando hacia otros objetos y después recaen en algunas adicciones o comportamientos o lo que fuere

 

   ¿Cómo hago para evitar el personaje a mis hijos, para que no se sientan ‘amoldados?

GL: Primero ¿es posible vivir sin un personaje?

LG: Sí, se puede. Pero a esa mamá le respondo: primero de pensar en los hijos, uno tiene que pensar en sí mismo. Porque esto no tiene que ver con la voluntad. Uno no dice ‘voy a tratar de no encerrar a mi hijo con el cartel de agresivo cada vez que me grita’. Primero hay que hacer un trabajo sobre sí mismo, porque si no queda en una especie de teoría y una voluntad de que ‘a mi me gustaría hacer algo’ y ‘¿cómo es la fórmula para…?’ No es así. Es un recorrido, un camino, un trabajo permanente que uno empieza y no termina nunca más.

                En verdad, lo único que los niños necesitan es padres capaces de cuestionarse todo el tiempo, y de cambiar, y de reformular, y de no estar seguros de nada. Si los niños tuvieran padres que compartieran sus dudas, sus búsquedas, sería una maravilla para ellas. Nosotros , los adultos, ¿no querríamos tener papás así?

GL: Pero un niño necesita referencias estables, seguras

LG: Pero no es cuestión de seguridad o inseguridad. En realidad nosotros estamos bastante enfermos de rigidez, y la rigidez es fruto de la inseguridad: hay algo que yo establezco porque no puedo conmigo misma. Ejemplo, yo digo ‘en esta casa nadie habla mientras dure esta comida’, es diferente a decir ‘hoy necesito silencio porque me duele la cabeza’

 

NO BASTA Franco de Vita

No basta traerlos al mundo porque es obligatorio

porque son la base del matrimonio, o porque te equivocaste en la cuenta

 

no basta con llevarlos a la escuela a que aprendan

porque la vida cada vez es mas dura, ser lo que tu padre no pudo ser

 

no basta que de afecto tu le has dado bien poco

todo por culpa del maldito trabajo y del tiempo

 

no basta por que cuando quiso hablar de un problema

tu le dijiste ‘niño será mañana, es muy tarde, estoy cansado’

 

no basta comprarle todo lo que quiso comprarse

el auto nuevo antes de graduarse, que viviera lo que tu no has vivido

 

no basta con creerse un padre excelente

porque eso te dice la gente: a tus hijos nunca les falta nada

 

no basta por que cuando quiso hablarte de sexo

se te subieron los colores al rostro y te fuiste

 

no basta por que de haber tenido un problema

lo había resuelto comprando en la esquina lo que había,

 

no basta con comprarle curiosos objetos, no basta cuando lo que necesita es afecto

aprender a dar valor a las cosas porque tu no le serás eterno

 

no basta castigarlo por haber llegado tarde

si no has caído ya tu chico es un hombre, ahora mas alto y mas fuerte que tu

 

GL: tanto en entrevistas anteriores con Laura Gutman como en la actitud que la he visto asumir con las personas que la interceptan para hacerle preguntas, es el responder “¿y yo qué sé?”. Creo que es casi una manifestación de valentía, porque se resiste a dar recetas universales en un mundo donde hay tanta publicación de recetas y de metodologías universales y generales, como tampoco hace diagnósticos apresurados teniendo pocos elementos. Para mi, esto habla de una profesional seria y de un ser humano integrado. Ella no propone una nueva metodología con una teoría interpretativa de los problemas como habitualmente hace la psicología clínica o la medicina (una tipificación de los problemas o de las enfermedades con sus respectivas causas para todos igual), sino que propone centrarse en la historia, en la biografía de cada una de las personas. Ella siempre va a indicar como camino la introspección, porque es dentro de nosotros mismos donde están las respuestas de por qué las cosas han sucedido de tal o de cual manera. Ella apunta directamente a nuestra propia vivencia, es decir, transmitimos indefectiblemente, damos aquello que tenemos. Reproducimos lo que, a consecuencia de lo que hemos vivido hemos generado, o incluso hemos traspasado nuestra propia vivencia de manera tal que si hemos experimentado una carencia, un abandono, un vacío, una falta de afecto o de contención, vamos a articular determinadas defensas contra esto, vamos a sobrevivir de alguna manera, vamos a generar recursos para poder dar respuesta a las exigencias de la vida por estas carencias, y esto es también lo que vamos a transmitir de alguna manera. Y seguramente vamos a buscar el compañero o el grupo humano que esté en órbita con esto que yo quiero o lo que he generado como personaje o como modo de sobrevivencia.

   Particularmente creo que las mujeres no las tenemos fáciles, justamente por esta especie de responsabilidad que tenemos en la mirada hacia el hijo, porque hay necesidades básicas impostergables de brazos, de paciencia, de leche, de cuerpo, de mirada, de sostén, de amor. Sentimos la voracidad de ese bebé y al mismo tiempo la voracidad del mundo, las exigencias de la conquista de ese mundo externo, del trabajo, de no perder el tren, del ajetreo de la vida cotidiana, y probablemente nosotras mismas no comprendamos la angustia y la desesperación que muchas veces nos embarga en lo profundo del corazón porque sentimos que no podemos dar abasto con tanta demanda, y hasta se nos mezclan las prioridades entre la demanda del mundo, la demanda de nuestro niño y las demandas de nuestro propio niño infantil que también está demandando “¿y para mí, cuándo?” “¿por qué yo tengo que dar aquello que no recibí?”,sobre todo en los momentos en que tiene que dar mucho. Estas vivencias de carencias profundas las describe muy bien Laura Gutman.

   Esto que puede parecer incluso hasta muy regresivo –este volver hasta las primeras instancias de los vínculos fundantes de nuestra personalidad- en general es muy optimista y esperanzador en su mirada, justamente porque al establecer contacto con nuestras propias carencias, nos tornamos más compasivos con nosotros mismos, comprendemos mejor las opciones que vamos haciendo, comprendemos mejor las reacciones que tienen los demás para cubrir sus propias carencias, somos menos exigentes, menos rígidos, mas relajados, mas tranquilos, porque hemos integrado nuestras propias sombras, y por lo tanto somos menos ambiciosos, nos conformamos con felicidades más genuinas, más legitimas, y sobre todo sacamos tregua en algunas de las batallas y de las guerras que declaramos cotidianamente sin darnos cuenta justamente por cubrir esta demanda de atención, de afecto, de cariño.

   Una de las situaciones mas conflictivas que Laura plantea en general es cuando se ve en nuestros hijos a una especie de adversario, o cuando se declara una guerra con nuestros hijos porque sentimos que el espacio de energía, de atención, de dedicación, de cariño y de afecto, es limitado, y la demanda de nuestros hijos viene como a querer quitarnos lo que ya no tenemos. Por eso es urgente atenderse uno primero en lo profundo del alma y del corazón para después poder fluir más armónica y pacíficamente en el afecto que necesitan los demás.

 

No se puede resolver el problema con los mismos elementos con los que se ha creado. Los padres no debemos ser terapeutas de nuestros hijos ni estar interpretando lo que les pasa o por qué les pasa. Lo que debemos hacer –y creo que a esto apunta Laura- es volcar la mirada hacia nuestro propio interior, hacia nuestro corazón, para descubrir nuestros propios ‘agujeros’, aquellos que justamente estamos queriendo tapar con un montón de cosas o gastando mucha energía por querer taparlos, y descubramos los creyentes, ante la mirada de Dios que El nos brinda el amor que sana y repara. Sepamos recibir ese amor, y desde la fluidez, la paz, la esperanza y la alegría de haber sido renovadamente sanados en el Señor, podamos también nosotros brindar ese amor y esa alegría a los que amamos y a nuestros hijos.

 Esa es la idea por la cual Laura Gutman estuvo hoy entre nosotros.

Que María, nuestra madre, sea esa comprensión, esos brazos, ese amor, ese cuerpo, esa mirada, ese sostén que de una u otra manera no tuvimos.

Yo soy, yo soy: soy agua, playa, cielo, casa, planta,
soy mar, Atlántico, viento y América,
soy un montón de cosas santas ezcladas con cosas humanas
como te explico . . . cosas mundanas.

Fui niño, cuna , teta, techo, manta, más miedo, cuco, grito, llanto, raza,
después mezclaron las palabras o se escapaban las miradas
algo pasó . . . no entendí nada.

Vamos, decime, contame todo lo que a vos te está pasando ahora,
porque sino cuando está el alma sóla llora
hay que sacarlo todo afuera, como la primavera. Nadie quiere que adentro algo se muera
hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se puede afuera
para que adentro nazcan cosas nuevas.

Soy, pan, soy paz, sos más, soy el que está por acá, no quiero más de lo que me puedas dar,
hoy se te da, hoy se te quita, igual que con la margarita . . . igual al mar, igual la vida

PREGUNTANDO

“…me preguntó mi niño qué era la vida. Le dije que una rosa llena de espinas.

De los sueños me dijo que le contara. Le conté que era un mundo lleno de magia.

Me preguntó mi niño qué era el futuro Le dije la esperanza de cada uno

Si sabía, me dijo, de las promesas, Son palabras que a veces no hallan respuesta.

Y PREGUNTA QUE VA Y PREGUNTA QUE VIENE, PREGUNTANDO SE LLEGA DONDE UNO QUIERE 

De la muerte me dijo saber quería, le dije que era un viaje solo de ida

Y del amor me dijo que le contara. Le conté que era un mundo lleno de magia

Quiso saber entonces qué era el infierno. Le dije: son los hombres sin sentimientos.

Y de Dios me pedía que yo le hablara. Le conté que era el “todo” como “la nada”

De volver a ser niño sentí la envidia por responderme cosas nunca aprendidas

Pues descubrí que al hombre nada le alcanza cuando pierde ese niño que hay en su alma