25/07/22- El sacerdote camilo, Mateo Bautista, nos acompaña cada lunes en “Acortando Distancias” para dialogar sobre las heridas que nos ocasionan los pecados capitales y la forma de recorrer el camino del duelo, para poder sanarlas. En esta oportunidad dialogamos sobre la soberbia.
La soberbia u orgullo a una valoración propia excesiva, que nos ubica por encima de los demás.
La soberbia ha sido mal vista desde tiempos antiguos. Los griegos la llamaban hybris y era el motivo de caída de sus grandes héroes mitológicos.
Para la fe, es el primer pecado capital.
Compartimos algunas claves que nos ayudan a entender qué cosas, actitudes o situaciones que ayudan a desarrollar la soberbia:
– Descuido del espíritu humano, del ejercicio de la virtud, de una cosmovisión materialista del poder, tener, aparentar.
– El mal ejemplo de soberbia, es decir, malos patrones de valores.
– La soberbia y la arrogancia sirve como un mecanismo de defensa. Es una forma de proteger nuestra autoestima y autovalía. Es una forma de esconder y compensar la inseguridad, inferioridad o falta de confianza en uno mismo.
– “El oro hace soberbios, y la soberbia, necios”, dice el proverbio.
– “La soberbia es el vicio de los ignorantes.” San Leonardo Murialdo
– “La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder.” José de San Martín
– En muchos casos, una persona se vuelve arrogante porque ha conseguido llegar muy lejos y ha obtenido logros, que el resto de personas no suele alcanzar.
– Es común comportarse de forma soberbia con extraños, por el miedo al rechazo.
– Necesidad de aprobación. A veces, las personas se comportan de forma soberbia para ganar una atención que no saben conseguir de otra manera.
Para contestar esta pregunta, el Padre Mateo nos propuso un relato:
Érase que se era un poderoso, pero tiránico rey, que quiso probar a un hombre de Dios, que vivía como eremita. Ciertamente, deseaba meterlo en un atolladero. Era su modo de divertirse. Esperaba comprometerlo e incluso llevarlo al ridículo. El mandatario disipado no podía entender que alguien no siguiese su modo de proceder; que pasara su vida consagrado en cuerpo y alma a Dios, pacíficamente, en un laborioso trabajo y en continua oración. Lo hizo llamar y lo increpó delante de un grupo de cortesanos. ¡Oye, monje!, ¿quién es más poderoso: Dios o tu rey? El hombre santo no dudó en responder: – Tú, rey. – Pues como no me expliques eso -amenazó burlonamente el gobernante-, el látigo va a golpear un centenar de veces tu escuálida espalda. – Es muy fácil, rey -argumentó apaciblemente el hombre de Dios-. Tú eres más poderoso porque puedes desterrar y maltratar a cualquier súbdito de tu reino. En cambio, Dios no puede hacer tal cosa. ¿Cómo podría Dios en su bondad maltratar a alguien creado a su imagen y semejanza o desterrarlo fuera de su presencia que domina todo el orbe?
Érase que se era un poderoso, pero tiránico rey, que quiso probar a un hombre de Dios, que vivía como eremita.
Ciertamente, deseaba meterlo en un atolladero. Era su modo de divertirse. Esperaba comprometerlo e incluso llevarlo al ridículo. El mandatario disipado no podía entender que alguien no siguiese su modo de proceder; que pasara su vida consagrado en cuerpo y alma a Dios, pacíficamente, en un laborioso trabajo y en continua oración.
Lo hizo llamar y lo increpó delante de un grupo de cortesanos.
¡Oye, monje!, ¿quién es más poderoso: Dios o tu rey?
El hombre santo no dudó en responder:
– Tú, rey.
– Pues como no me expliques eso -amenazó burlonamente el gobernante-, el látigo va a golpear un centenar de veces tu escuálida espalda.
– Es muy fácil, rey -argumentó apaciblemente el hombre de Dios-. Tú eres más poderoso porque puedes desterrar y maltratar a cualquier súbdito de tu reino. En cambio, Dios no puede hacer tal cosa. ¿Cómo podría Dios en su bondad maltratar a alguien creado a su imagen y semejanza o desterrarlo fuera de su presencia que domina todo el orbe?
No te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.