15/08/22- Sobre la base del Evangelio de San Juan en el capítulo 13, el Padre Mateo Bautista, sacerdote camilo, desglosó la enseñanza básica, sobre la humildad, que Jesús nos da en el relato del lavatorio de los pies a sus discípulos.
Esta triada está relacionada con otra terna: actitud, aptitud y acción. La humildad tiene que ser una actitud de vida, una aptitud de vida y tiene que ser una acción.
La actitud es una disposición interior, no se improvisa, marca un hábito, un modo de ser ordinario, esta configurada interiormente, es una identidad. Un soberbio puede tener gestos de humildad o aparentarlos, en cambio, en el humilde los gestos están incorporados, se han trabajado, es una manera de ser, de estar, de callar, de concebir la vida.
La aptitud tiene que ver con habilidades, destrezas. Tenemos que tener las herramientas de la humildad para ser humildes; tenemos que matar nuestro ego, nuestro ensimismamiento, nuestro endiosamiento, nuestra falsa autoestima.
La acción es practicar ser humilde con toda naturalidad. Ser humilde me va haciendo más humilde; sin olvidar que ser humilde es una inteligencia: cuanto más humildes mas sabios, cuanto más humildes más prudentes, cuanto más humildes más sanos, cuanto más humildes más generosos, cuanto más humildes más espirituales.
Entonces, la humildad es educable en las actitudes, en la disciplina y en las obras.
Las personas humildes tienen espíritu de nobleza, porque la humildad es educada. Y la humildad es educadora porque necesitamos que la humildad se nos de como un ejemplo de vida en otras personas, se nos da como testimonio y como palabra.
Como tarea el Padre Mateo nos propuso esta pregunta: ¿Qué actitudes de mi vida tengo que evaluar y corregir, para que sea verdaderamente humilde?
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