29/08/22- “El enojo es una energía. Hay que controlar las manifestaciones de enojo, expresarlas y canalizarlas”, dijo el Padre Mateo Bautista, sacerdote Camilo, hablando sobre la manera de prevenir los excesos de enojo.
Jesús también se ha enojado y nos enseña cómo manejar el enojo de los demás y el enojo hacia nosotros. Vimos dos pasajes que nos muestran la enseñanza de Jesús sobre el enojo: uno de ellos es el pasaje donde el Maestro echa a los mercaderes del templo de Jerusalén. El otro pasaje es cuando Jesús , en su Pasión, le pregunta al sumo sacerdote por qué le pega, una actitud sumamente pedagógica ante el enojo.
Es muy positivo preguntarnos: ¿Qué perdemos cuando nos enojamos y qué tenemos que ganar cuando nos enojamos? ¿Qué aprendo cuando me enojo?; ¿qué aprendo después de haberme enojado? Porque de las emociones se aprende y del enojo , en particular, también.
Primeramente hay que reconocer que el enojo es una energía y que tiene que ser aceptada con mucho realismo.
Necesitamos transformar esa energía en riqueza, en educación y en psicoeducación; en una manifestación de valores y de espiritualidad.
Nos tenemos que preguntar: ¿Por qué yo llego como persona a enojarme?; ¿Por qué no tengo un control de mí mismo?
Primeramente se llega por improvisación. No prevemos bien las cosas. Y luego nos enojamos con nosotros mismos. Aparece también la impaciencia. Quedamos muy mal por dentro. Luego viene un deterioro interior profundo.
Esos enojos nos hacen conocer nuestras zonas oscuras. Muchos no se reconocen después de un enojo. Tenemos que modular nuestro carácter, para ello necesitamos trabajar en ello.
La educación tiene mucho que ver sobre el modo de enojarnos. Si nos psicoeducamos nos volvemos más honestos y más humildes.
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