El bien de la persona en el centro del mensaje de Jesús

lunes, 5 de septiembre de 2022
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05/09/2022 – Ahondar sobre nuestra vida y cómo ella es una gran posibilidad y cuando la frutábamos cuando las exigencias Internas y externas marcan una parálisis. Nuestra vida es una gran posibilidad, cuánto la frustramos cuando, las exigencias internas y externas, marcan una parálisis.

 

 

Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos”. El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: “Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”. Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.

 

San Lucas 6,6-11

 

 

Curar en sábado, significa hacer prevalecer el bien del hombre por encima de la estructura legal. La institución judía del sábado viene desde la restauración religiosa en el postexilio babilónico a impulso de la reforma del sacerdote Esdras, siendo gobernador Nehemiías. El sábado junto a la circuncisión constituyeron la quinta esencia de la religiosidad judía, su identidad mas profunda, la síntesis de la ley de Moisés.

De ahí se entiende el impacto que genera Jesús cuando viene a proponer el verdadero sentido de la institución sabática: ha sido pensado para el hombre y no el hombre subordinado a el.

Cuando la ley no está pensada para el bien del hombre, lejos de ordenar y dar vida mata y desbarajustan todo. No hay lugar para pensar en su sentido. Pensemos en la ley del aborto o la de la despenalización del consumo de droga, o en cualquier mandato de vida personal y familiar que por tradición hemos incorporado como normal y no traen buenas consecuencias para la vida, romper con ello nos pone en un nuevo orden.

El mandato de la violencia en el trato familiar, de modo físico o peor psicológico, el mandato de la discriminación de la mujer desde la cultura machista, el mandato de la hombría en la iniciación sexual adolescente, y tantos otros que no forman parte sino de códigos, leyes culturales inalterables que no se cuestionan en la propia vida o en la cultura y que necesitamos revisar. Como por ejemplo el de la corrupción desde la coima en un diez por ciento para acceder a una licitación que debería ir por el camino del concurso.

Revisemos lo aprendido para aprender lo nuevo poniendo las cosas en su lugar.

 

Por el camino de la conversión al hermano

 

En la sinagoga de Nazaret Jesús propuso su propuso su programa de acción al autoaplicarse el texto del profeta Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mi por que el me ha ungido me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la liberación y los ciegos la vista. Para dar la libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor” Lc 4, 18. La causa de Jesús es el hombre como vemos en el evangelio de hoy. Este es el motivo de la evangelización la dignificación del hombre en clave integral por el camino de la liberación de toda opresión.

Las esclavitudes humanas son fruto del pecado de la persona y otras consecuencias de las estructuras de pecado por las que se viola la dignidad de la persona y sus derechos humanos básicos: vida, educación, libertad ideológica y religiosa, trabajo, salario, familia, alimentación vivienda.

Para continuar con la misión liberadora que Cristo nos ha confiado a nosotros los discípulos tenemos que practicar con amor la denuncia profética de la opresión y explotación, proclamando y promoviendo la justicia como forma estructural de la caridad desenmascarando los ídolos de la muerte, que quieren señorear en nuestro mundo.

El Papa Pablo VI nos ha dicho en EN 26 El reino de los cielos se realiza en la vida personal y cívica por el camino de la conversión al hermano y a la justicia social

 

Un camino la opción preferencial por los pobres

 

Aparecida, siguiendo el discurso inaugural del Papa, ha querido fundamentar y motivar esta opción en el acto mismo de la fe para mostrar claramente que no es algo marginal sino que “está implícita en la fe cristológica, en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza” (DA 392). La opción por los pobres no es un “derivado ideológico” de una determinada filosofía ni un optimismo político-social sino que “nace de nuestra fe en Jesucristo, el Dios hecho hombre, que se ha hecho nuestro hermano” (DA 392).

Jesucristo y los pobres son rostros inseparables, uno se refleja en los otros. Contemplamos “en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos” (DA 393) y “en el rostro de Jesucristo…, en ese rostro doliente y glorioso, podemos ver, con la mirada de la fe, el rostro humillado de tantos hombres y mujeres de nuestros pueblos” (DA 32). “Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo” (DA 393).

La opción por los pobres no es “de libre elección” según carismas, vocaciones o “gustos”, sino que es obligatoria para todos los discípulos y misioneros de Jesucristo, con la obligación que nace de la fe y del amor. “Interpela el núcleo del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas” (DA 393), “atraviesa todas nuestras estructuras y prioridades pastorales” (DA 396).

Los obispos nos sentimos conmovidos, angustiados (y esto no puede ser retórica) por los millones de latinoamericanos que no pueden llevar una vida digna (DA 391), “abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y dolor” (DA 358). ¿Cómo podría ser de otra manera si en verdad nos sabemos sacramento existencial de Jesús, el Buen Pastor, que se conmovía entrañablemente al ver a las muchedumbres, se acercaba a ellas hasta tocar a los leprosos y dejarse estrujar por los que le tocaban, les enseñaba con calma y curaba sus enfermedades y dolencias?

Esta opción preferencial por los pobres implica diversas tareas, so pena de quedarse “en su plano teórico o meramente emotivo” (DA 397). Me limito a señalar la dirección de las dos tareas prioritarias: una se refiere a las personas, la otra a las estructuras.

La práctica de la opción por los pobres empieza en la relación directa e inmediata con este pobre, este enfermo, este desempleado, este hambriento. Como Jesús tocó a este leproso, dio vista a Bartimeo, curó a la hemorroísa… Es la primera, permanente e insustituible forma de misericordia y solidaridad. Sin ella, todo lo demás son discursos, libros, organizaciones…

Aparecida nos ofrece en dos números reflexiones muy hermosas, renovadoras y comprometedoras en esta dirección. “Se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés…, compartir horas, semanas o años de nuestra vida” (DA 397). “Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres” (DA 398).

Pero no nos quedamos ahí. Enseguida surgen las preguntas: ¿y por qué no hay trabajo?, ¿y por qué no hay medicinas?, ¿y por qué…? Las obras de misericordia han de ir “acompañadas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo” (DA 385). Ahora bien, una sociedad justa sólo es posible con unas “estructuras que consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y haya donde posibilidades para todos” (DA 384).

¿Cómo dar cuerpo, encarnación, organización y operatividad a esta opción por los pobres? Por medio de la “Pastoral Social”, nos responde Aparecida. “Las Conferencias Episcopales y las Iglesias locales tienen la misión de promover renovados esfuerzos para fortalecer una Pastoral Social estructurada, orgánica e integral” (DA 401).