09/09/2022 – Recomenzamos esta semana el ciclo “Palabras jóvenes de grandes hombres”, con la producción y conducción del padre Alejandro Nicola, Doctor en Teología, especializado en Patrística y la colaboración de Augusto Carranza.
El tema de que abordará el ciclo este año es “La oración de los primeros cristianos”.
El mismo movimiento que lleva a los católicos a conocer, a meditar, a amar los textos del Antiguo Testamento, que para tantos de los primeros cristianos eran en ese entonces letra muerta, conduce también hacia estas inagotables reservas de fervor que generaciones de cristianos acumularon y que la ignorancia de sus descendientes ignoró por mucho tiempo.
En cuanto al tema del ciclo -“La oración de los primeros cristianos”- el padre Alejandro explicó el por qué de esta temática: Los cristianos de hace 16, 17 o 18 siglos han rogado al Señor, como nosotros le rogamos, pero estuvieron más próximos que nosotros a aquellas horas luminosas en que el Maestro de Nazareth caminó y convivió con su gente, enseñándoles a vivir según el amor. La voz de esos cristianos es un eco directo de la voz de Nuestro Señor.
Todo lo que el tiempo, al transcurrir, trae al alma de rutina y conformismo, lo ignoraban aquellos cristianos de los primeros tiempos.
Buscar las plegarias de aquellos antiguos testigos, releerlas y meditarlas es, pues, participar en el impulso sublime que llevó a las primeras generaciones cristianas a conquistar por la sangre y las lágrimas el mundo para Cristo y es, al mismo tiempo, tomar la fe en su mismo manantial, penetrando y ordenando los dogmas. Es un doble retorno a las fuentes, doblemente fecundo.
En el programa el padre Nicola presentó los elementos de la oración cristiana primitiva, como así también el modelo de Israel, la oración de los judíos -los salmos por excelencia- y la diferencia con la oración cristiana.
Finalmente nos compartió la oración universal de San Clemente de Roma (hacia el año 100) y que es la más antigua que existe fuera de la Sagrada Escritura y que da una idea de lo que fue la oración en la celebración litúrgica primitiva:
“Pediremos con instante súplica haciendo nuestra oración, que el artífice de todas las cosas guarde íntegro en todo el mundo el número contado de sus elegidos, por medio de su amado Hijo Jesucristo.
Por él nos llamó de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento de la gloria de su nombre, a esperar en tu nombre, principio de toda creatura, abriendo los ojos de nuestros corazones para conocerte a ti el único altísimo en las alturas, el Santo que tiene su descanso entre los santos; el que humilla la altivez de los soberbios, el que deshace los pensamientos de las naciones, el que levanta a los humildes y abate a los que se enaltecen, el que enriquece y empobrece, el que mata y el que da la vida, el único bienhechor de los espíritus y Dios de toda carne.
Tú penetras los abismos y contemplas las obras de los hombres, auxilio de los que están en peligro y salvador de los desesperados, creador y protector de todo espíritu.
Tú multiplicas las naciones sobre la tierra, y has escogido entre todas a los que te aman por medio de Jesucristo tu Hijo amado, por el cual nos has enseñado, nos has santificado, nos has honrado.
Te rogamos, Señor, que seas nuestro auxilio y nuestro protector. Sálvanos en la tribulación, levanta a los caídos, muéstrate a los necesitados, sana a los enfermos, vuelve a los extraviados de tu pueblo, sacia a los hambrientos, da libertad a nuestros cautivos, levanta a los débiles, consuela a los pusilánimes; conozcan todas las naciones que tú eres el único Dios, y Jesucristo es tu Hijo, y nosotros tu pueblo y las ovejas de tu rebaño.
2. Danos la concordia y la paz a nosotros y a todos los que habitan la tierra, como se la diste a nuestros padres, cuando te invocaban religiosamente en fe y en verdad.
Que seamos obedientes a tu nombre todopoderoso y glorioso, y a nuestros príncipes y gobernantes sobre la tierra. Tú, Señor, les diste a ellos la autoridad real, por tu poder magnífico e inenarrable, para que conociendo nosotros el honor y la gloria que tú les diste, nos sometamos a ellos sin oponernos en nada a tu voluntad. Dales, Señor, salud, paz, concordia y estabilidad, para que ejerzan sin tropiezo la autoridad que de ti han recibido.
Porque tú, Señor, rey celestial de los siglos, das a los hijos de los hombres que están sobre la tierra gloria y honor y autoridad.
Tú, Señor, endereza sus voluntades a lo que es bueno y agradable en tu presencia, para que ejerciendo en paz, mansedumbre y piedad, la autoridad que de ti recibieron, alcancen de ti misericordia”
El padre Alejandro Nicola es párroco de la parroquia Cristo Redentor, en Córdoba
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota