Señor Jesús, tu que llamaste amigos a los discípulos, porque les abriste tu intimidad, pero ¡qué difícil es abrirse Señor!, ¡cuánto cuesta rasgar el velo del propio misterio!, ¡cuántas trabas se interponen en el camino!.
Pero sé bien Señor, que sin comunicación no hay amor, y que el misterio esencial de la fraternidad consiste en ese juego de abrirse y acogerse unos a otros.
Hazme comprender Señor que fui creado no como un ser acabado y encerrado, sino como una tensión y movimiento hacia los demás, que debo participar de las riquezas de los demás, y dejar que los demás participen de mi riqueza, y que el encerrarse es muerte y abrirse es vida, libertad y madurez.
Señor Jesucristo, Rey de la Fraternidad, dame la convicción y coraje de abrirme, enséñame el arte de abrirme, rompe en mi los retraimientos y miedos, los bloqueos y timidez que obstaculizan la corriente de la comunicación, dame la generosidad para lanzarme sin miedo en ese juego enriquecedor de abrirme y acoger.
Danos la gracia de la comunicación, Señor Jesús.
Amén